martes, 19 de diciembre de 2017





Vindicaciones políticas reducidas a un problema lingüístico, o la tacañería del patriarcado

 
Tengo que confesar que cuando descubrí que era un tema de polémica casi no logro salir del asombro. Asombro, ¡sí! Todavía no quiero creer que exista una matriz de opinión, bastante extendida, que comprende que el lenguaje tiene un uso correcto cuando se trata de hacer visible a quienes seguimos siendo invisibles.
 
Lida Núñez Uribe
 
Coordinadora Estrategia de Lobbying y Presión Política Viva la Ciudadanía
 
 El juez 22 administrativo del Circuito Judicial de Bogotá, Luis Octavio Mora Bejarano, en fallo de una acción de cumplimiento, le ordenó al Alcalde Peñalosa el cambio de su slogan, para incluir la palabra “todas”. Esto ha generado una inusitada polémica, estimulada por muchas periodistas y opinadoras de variados medios de comunicación masivos. Tengo que confesar que cuando descubrí que era un tema de polémica casi no logro salir del asombro. Asombro, ¡sí! Todavía no quiero creer que exista una matriz de opinión, bastante extendida, que comprende que el lenguaje tiene un uso correcto cuando se trata de hacer visible a quienes seguimos siendo invisibles.
Es decir, una matriz de opinión para quien las vindicaciones políticas de las mujeres deben ser resueltas por la Real Academia de la Lengua, que defiende “la economía del lenguaje”, y no asumidas por una sociedad que entiende que se trata de un mecanismo, entre otros, en el logro de la igualdad entre varones y mujeres. En este caso podría una aventurarse a utilizar la categoría de la tacañería del lenguaje, y de los varones que han asumido posturas sumamente conservadoras y patriarcales, bajo el escudo del correcto uso del castellano.
En este caso, como en el de “la ideología” de género, lo que hay detrás es una ola conservadora que busca arrancar de tajo las conquistas alcanzadas en muchos siglos de lucha en materia de derechos de las mujeres. Y aunque la igualdad está lejos de ser una realidad, y para ello basta ver pocos indicadores como los feminicidios, las tasas de desempleo e informalidad de las mujeres, solo por mencionar dos ejemplos, una porción importante de la sociedad cree que la discriminación, la exclusión, la pobreza y la violencia en contra de las mujeres son un asunto del pasado, o de culturas lejanas.
Lo grave del asunto es que estas afirmaciones provienen incluso de influenciadores e influenciadoras de opinión, que no parecen compartir posturas conservadoras, más bien de personajes que asumen posturas liberales, incluso progresistas. Grave y mucho, porque se acaba reforzando la idea de la inutilidad de las luchas de las mujeres por la igualdad, porque se refuerza el imaginario mentiroso de las mujeres cansonas, cantaletudas y con voz chillona que en ningún caso lograrán hacer escuchar la fuerza de sus argumentos. Aquí se trata no solo de la tacañería patriarcal del lenguaje, de la cultura, de los imaginarios, que se niega a reconocer que las mujeres somos fundamentales en la política, en la cultura, en la economía, en la sociedad y en el lenguaje para bien de la humanidad y no de los “hombres”.
Tendremos entonces que pensar en estrategias que nos permitan resistir la embestida conservadora, disfrazada de “economía” lingüística, para continuar en la lucha y que, ¡finalmente en el mundo podamos existir, vernos y ser con libertad, dignidad y autoridad!
Edición 572 – Semana del 15 al 21 de Diciembre de 2017

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