Dibujar para no victimizar
Una
desafortunada tripleta de caricaturas del dibujante Matador ha generado un
aluvión de críticas sobre
su
representación de las mujeres. En una alianza con Entreviñetas, le pedimos a
algunas de las mujeres
más
relevantes de la escena del cómic, la caricatura y las artes gráficas del país
que le contestaran con
una imagen a
Matador. Incluye introducción de la escritora Gloria Susana Esquivel.
Por cerosetenta
cerosetenta
La rebeldía de las mujeres sí se ha pagado en la hoguera
El 22 de octubre el caricaturista Matador, que publica en El Tiempo y en sus redes sociales, compartió una caricatura bajo el título “Inquisición 2.0”. En ella, se dibujó a él mismo atado a una hoguera con los ojos vendados, haciendo alusión a la iconografía culturalmente reconocida para representar las cacerías de
brujas. A su lado, una mujer verdugo le grita “¡¡¡Arrepiéntete hereje!!!”. Sabemos que el verdugo es una
mujer porque el dibujante le ha puesto tetas grandes y pestañas con rímel. Además, la verdugo viste una
túnica sobre la que se lee FEMINISMO RADICAL Y CORRECCIÓN POLÍTICA. La mujer lleva una
capucha del Ku Klux Klan, un tatuaje en el brazo del signo de Venus —utilizado como ícono de muchas
luchas de género— y piernas sin afeitar. El dibujo suscita muchos interrogantes. ¿Al dibujar a una verduga peluda
el dibujante implica que así se ven —necesariamente— todas las feministas radicales? ¿Una mujer que
critica abiertamente el humor sexista es una feminista radical y eso la hace verduga? ¿Por qué no existe un sustantivo femenino para llamar a esa figura que está quemando públicamente al dibujante?Para responder
esa última pregunta, valdría la pena citar un trino compartido por los comentaristas culturales queer Tom and Lorenzo: “Cuando hombres blancos y poderosos usan palabras como caza de brujas para describir la manera
en la que perciben que son perseguidos, es porque no hay palabras análogas para hablar de una persecución
de hombres blancos. Y no hay palabras porque históricamente eso jamás sucedió”. Para responder las otras preguntas habría que ver las maneras en las que un hombre público que es llamado a revisar sus categorías discursivas se siente como un hombre perseguido. Porque hasta hace muy poco una mujer no podía tener un
rol público. “Mujer pública”, sin ir más lejos, era un eufemismo para prostituta. Y solo basta ver la manera
en
la que los usuarios de redes sociales responden a las mujeres públicas que ejercen la crítica. No son solo
putas. Son también herejes. Desubicadas. Inquisidoras. Radicales. La caricatura de la que hablamos fue la segunda respuesta que publicó el dibujante ante las críticas que desató otra que publicó días atrás y que
tituló “Primera caminata espacial de mujeres”, en donde dibujaba a dos astronautas mujeres (sabemos que
son mujeres porque les pinta tetas gigantes) muy emocionadas por encontrar rebajas de ropa en la luna.
Después del aluvión de críticas en donde se le hacía evidente su crónico sexismo y su desconocimiento
total por el rol de las mujeres en la ciencia, Matador respondió. “En Gravedad…cero”, su segunda entrega
en esta desafortunada tripleta, aparecen las dos astronautas con sus bolsas de shopping reclamándole a los lectores por haberse ofendido con una caricatura cuando en Colombia han matado a 796 mujeres en lo que
va del año.
brujas. A su lado, una mujer verdugo le grita “¡¡¡Arrepiéntete hereje!!!”. Sabemos que el verdugo es una
mujer porque el dibujante le ha puesto tetas grandes y pestañas con rímel. Además, la verdugo viste una
túnica sobre la que se lee FEMINISMO RADICAL Y CORRECCIÓN POLÍTICA. La mujer lleva una
capucha del Ku Klux Klan, un tatuaje en el brazo del signo de Venus —utilizado como ícono de muchas
luchas de género— y piernas sin afeitar. El dibujo suscita muchos interrogantes. ¿Al dibujar a una verduga peluda
el dibujante implica que así se ven —necesariamente— todas las feministas radicales? ¿Una mujer que
critica abiertamente el humor sexista es una feminista radical y eso la hace verduga? ¿Por qué no existe un sustantivo femenino para llamar a esa figura que está quemando públicamente al dibujante?Para responder
esa última pregunta, valdría la pena citar un trino compartido por los comentaristas culturales queer Tom and Lorenzo: “Cuando hombres blancos y poderosos usan palabras como caza de brujas para describir la manera
en la que perciben que son perseguidos, es porque no hay palabras análogas para hablar de una persecución
de hombres blancos. Y no hay palabras porque históricamente eso jamás sucedió”. Para responder las otras preguntas habría que ver las maneras en las que un hombre público que es llamado a revisar sus categorías discursivas se siente como un hombre perseguido. Porque hasta hace muy poco una mujer no podía tener un
rol público. “Mujer pública”, sin ir más lejos, era un eufemismo para prostituta. Y solo basta ver la manera
en
la que los usuarios de redes sociales responden a las mujeres públicas que ejercen la crítica. No son solo
putas. Son también herejes. Desubicadas. Inquisidoras. Radicales. La caricatura de la que hablamos fue la segunda respuesta que publicó el dibujante ante las críticas que desató otra que publicó días atrás y que
tituló “Primera caminata espacial de mujeres”, en donde dibujaba a dos astronautas mujeres (sabemos que
son mujeres porque les pinta tetas gigantes) muy emocionadas por encontrar rebajas de ropa en la luna.
Después del aluvión de críticas en donde se le hacía evidente su crónico sexismo y su desconocimiento
total por el rol de las mujeres en la ciencia, Matador respondió. “En Gravedad…cero”, su segunda entrega
en esta desafortunada tripleta, aparecen las dos astronautas con sus bolsas de shopping reclamándole a los lectores por haberse ofendido con una caricatura cuando en Colombia han matado a 796 mujeres en lo que
va del año.
El dibujante no solo ha asumido que el comportamiento de dos mujeres profesionales de la ciencia que
caminan sobre la luna es frívolo, sino que ahora llama frívolos a quienes le reclamaron públicamente por
caer en categorías sexistas. Para el dibujante las jerarquías son claras: los hombres astronautas son serios,
las mujeres astronautas van de compras. Los hombres como él que son conscientes de los femicidios son
serios, quienes reparan en la violencia simbólica de una caricatura son unos ofendidos y lo único que
merecen es un guiño condescendiente.
caminan sobre la luna es frívolo, sino que ahora llama frívolos a quienes le reclamaron públicamente por
caer en categorías sexistas. Para el dibujante las jerarquías son claras: los hombres astronautas son serios,
las mujeres astronautas van de compras. Los hombres como él que son conscientes de los femicidios son
serios, quienes reparan en la violencia simbólica de una caricatura son unos ofendidos y lo único que
merecen es un guiño condescendiente.
Lo que Matador no entiende es que hay una relación entre una violencia y otra. El patrón cultural que presenta lo masculino como lo correcto y lo femenino como lo desviado es el mismo que alimenta ideas homofóbicas y es también la lumbre que enciende la violencia física y psicológica contra la mujer. En los dibujos de Matador, aquello que pertenece al ámbito de lo femenino vale poco, es un asunto menor y debe ser corregido, disciplinado, desradicalizado, depilado y extirpado. Tal vez por esta razón, a lo largo de sus caricaturas el dibujante sólo ha sido capaz de construir mujeres chatas: o tetonas o peludas. Y ni hablar de la manera en la que el dibujante concibe al otro, pues solo basta ver la manera en la que representa a los afro, a los indígenas, a personan trans y a las personas en situaciones de precariedad económica. Cada vez que el dibujante ha violentado simbólicamente a estas comunidades, se le ha criticado. Y en ninguna oportunidad ha considerado prestarles oído a esas críticas que el rápidamente descalifica como faltas de humor. Porque para él, cada reclamo es un dardo que se le lanza en nombre de la corrección política. Y para nosotros, los receptores de esa violencia simbólica, cada dibujo violento es solo muestra de su terquedad. Porque para lo que él es una inquisición, para nosotros es solo la necesidad de ser reconocidos en todos los matices y complejidades que conlleva encarnar cuerpos que han debido mantenerse subordinados. Nuestra rebeldía sí que se ha pagado con la hoguera.
[N. del E.: Puede hacer clic en los nombres de las autoras para conocer —y seguir— su trabajo]
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