miércoles, 11 de octubre de 2017

Mujer 

“Quiero replicar la angustia que una siente cuando se compara con el estereotipo”


La artista visual Yolanda Domínguez lleva una década organizando campañas de 
contrapublicidad, activismo callejero, acciones en el espacio público y vídeos con 
repercusión global. 
Con su proyecto de fotografía ‘Little Black Dress’, critica la presión sobre los cuerpos 
femeninos que ejerce la industria de la moda.
Fotografía: Marina García Ortega

Yolanda Domínguez entre algunas de las fotografías que incluye la exposición: "LLegas a un espacio abierto donde puedes respirar y decir ‘'no es que mi cuerpo esté mal, sino que soy una más entre toda la diversidad'"

Yolanda Domínguez entre algunas de las fotografías que incluye la exposición: “Llegas a un espacio abierto donde puedes respirar y decir ‘’no es que mi cuerpo esté mal, sino que soy una más entre toda la diversidad'”
A todas nos ha pasado alguna vez: nos metemos en el probador de una tienda de ropa con varias prendas de vestir e intentamos encajar con más o menos tino en una y otra, distintas tallas, distintos largos, distintos anchos. Delante del espejo y solas ante nosotras mismas nos vemos de pronto todos nuestros defectos: los granos, la celulitis y las estrías. En ocasiones escuchamos al resto de chicas probándose y alabando ante su acompañante lo bien que les queda el modelito, o en muchos casos el culo tan feo que le hace o la tripa que le está saliendo.
Un probador es precisamente el punto de partida de esta exposición de fotografía de Yolanda Domínguez en el Museo del Traje de Madrid, ese que repasa la historia de la vestimenta desde el corsé medieval hasta los diseños de Prada. La exposición formó parte del festival de fotografía y artes visuales Photoespaña. Para acceder a la sala principal y disfrutar de los retratos de Yolanda Domínguez, una tiene que haber logrado escapar de un laberinto de tela negra. Buscando la salida un probador te lleva a otro y ese otro a otro más. Una se vuelve insegura, torpe y le asalta la sensación de verse encajonada entre esas cuatro paredes de tela negra, atrapada en ese probador.
“TÚ SOLA DENTRO DEL PROBADOR NO TIENES A NADIE, SOLO TIENES A TU CUERPO Y LA IMAGEN DEL ESTEREOTIPO”
Así explica Domínguez el concepto de la exposición: ‘‘Tú sola dentro del probador no tienes a nadie, solo tienes a tu cuerpo y en mente, a la imagen de ese estereotipo de mujer que está en los medios de comunicación. Es decir, sólo tienes dos personas para compararte. Y yo quería replicar en este espacio la sensación angustiosa y de soledad que una tiene cuando se compara constantemente con el estereotipo. Además en las paredes del probador he incluido fotos de detalles de todo aquello que por norma se elimina de una imagen con photoshop: el michelín, la arruga, la peca, el pelo, el lunar… Todo eso que al verlo nos produce cierto rechazo y saca de nosotras un: ¡huy, pero qué horror!’’.
El principal objetivo del proyecto es el de ‘‘representar la diversidad de los cuerpos femeninos para señalar así los límites del estereotipo’’. De ahí que la serie fotográfica retrate mujeres de diverso perfil, edad, raza, forma, cuerpo y tono de piel más allá de la mujer delgada, joven y blanca omnipresente en la publicidad y en los medios de comunicación. Todas ellas llevan puesto un mismo vestido de la talla 38. Como es lógico, no todas encajan en esa talla; a algunas les queda muy estrecho y a otras demasiado holgado. En el centro de la sala un maniquí luce el vestido en cuestión: una prenda básica negra que en el mundo de la moda se denomina ‘Little Black Dress’.

La artista, junto al vestido negro sobre el que gira la exposición.


La artista, junto al vestido negro sobre el que gira la exposición.
La autora describe la sensación poderosa cuando se sale del laberinto y se ven todas esas imágenes de mujeres: ‘‘vienes de un espacio angosto y limitado y llegas a un espacio abierto donde puedes respirar y decir ‘‘no es que mi cuerpo esté mal, sino que soy una más entre toda la diversidad. Y no estoy sola. Estoy acompañada y formo parte’’. Es decir, cuando dejas atrás los probadores y entras a la exposición tienes una visión de la diversidad al completo. Por eso era muy importante para mí que las fotos estuvieran dispuestas para verse todas a la vez. Una vez has experimentado esa primera impresión puedes caminar entre ellas y, de alguna manera, también formar parte de ese mosaico de cuerpos’’.
¿Por qué usaste como medio la fotografía y no el vídeo como en muchos de tus proyectos anteriores?
“LAS MUJERES TRANSEXUALES TAMBIÉN VISTEN ROPA FEMENINA Y NUNCA APARECEN EN LOS CATÁLOGOS”
La imagen tiene mucho poder a la hora de hacer algo visible pero por otro lado tiene el poder de ocultar lo que no representa. Lo que no está representado no existe y es una anomalía. Por eso es importante que en los medios se represente la diversidad de cuerpos. Y hasta la fecha es algo que no están haciendo. De vez en cuando se publica algún editorial en el mundo de la moda tipo ‘‘especial curvy’’ con modelos con curvas. Pero es la excepción, y además de no arreglar nada, sólo etiqueta y se vuelve excluyente. Por poner un ejemplo, no hay mujeres mayores en el imaginario; no existimos. Yo tengo 40 años y NO existimos. O bien otro ejemplo: las mujeres transexuales que también visten ropa femenina y nunca aparecen en los catálogos. Los cuerpos aspiracionales, aquellos que se muestran como deseables, son los que están en los medios; los que vemos en el mundo real son otra cosa. Y lo que yo reclamo es que estos cuerpos también se fotografíen.
La exposición incluye fotos de detalles michelines, arrugas, pelos, lunares...
La exposición incluye fotos de detalles michelines, arrugas, pelos, lunares…
¿De dónde nace la idea de desarrollar este proyecto?
Yo inicialmente tuve la idea de editar un anti-catálogo, incluir todas las fotos de estas mujeres y luego encuadernarlo en papel como si fuese un catálogo. Entonces surgió la posibilidad a través de Photoespaña de exponer en el Museo del Traje. Me parecía que no había un proyecto más idóneo para traer aquí. Precisamente al Museo del Traje, un museo que hace un repaso a la historia de la moda y que en sus salas tiene maniquís de la talla 36.
La disposición de los retratos en la sala sigue una estética de centro comercial. Hay maniquí, hay perchas y hay un probador. De hecho, las fotografías están impresas sobre el mismo soporte que las lonas publicitarias que podemos encontrar colgadas en las tiendas. Y ese es justamente el espacio que estos cuerpos deberían ocupar.
Todas las mujeres en tus fotografías aparecen sinceras ante la cámara, empoderadas y fuertes.
Para mí era vital no sólo representar la diversidad, sino también mostrarlas a ellas en poses de poder, de estar a gusto con su cuerpo, erguidas. Quería huir de mostrar patrones muy comunes en la moda: actitudes de debilidad, pose horizontal, de mostrarnos encogidas, o tiradas por el suelo. Y en algunos casos me costó más y en otros menos. A veces ponían esa pose automática de chica sexy, el cuello para un lado, piernas cruzadas, la mano en la cintura. También otra pose recurrente era la de encogerse sobre una misma para taparse y ocultar el cuerpo. Al final todas tendemos a repetir las mismas posturas y los mismos patrones que vemos en la publicidad.

¿Y qué hacías para modificar su pose?
Pues nos poníamos a gritar ‘‘¡Amancio, vete ya!’’ o ‘‘Lo que está mal es el vestido, no mi cuerpo’’ y entonces se reían, se relajaban y cambiaban su postura y su actitud respecto a la cámara. También les iba enseñando las fotografías a medida que avanzaba la sesión. Había algunas mujeres extremadamente inseguras que querían ver cada foto que les hacía. Muchas veces directamente me pedían borrar las imágenes en las que no se gustaban a sí mismas. Resulta llamativo cómo eran precisamente las que encajaban en esa talla 38, las chicas de cuerpos más delgados, las que tenían grandes complejos. Que, por cierto, a mí misma muchas veces me han dicho que no tengo derecho a hacer esta exposición porque yo estoy delgada. Pero la presión del estereotipo nos afecta a todas. Las mujeres anoréxicas se ven horribles, se ven gordas. Yo tengo amigas modelos y son las personas más acomplejadas que he visto porque se espera de ellas ese aspecto físico perfecto. Y a lo mejor mujeres que están fuera de ese canon han construido su seguridad en torno a otros factores, por lo que no se sienten tan presionadas. Así que está claro que no podemos medir la presión por el aspecto que tenga la persona.
Casi todas ellas han sido retratadas en su propia casa, ¿puede ser?
La mayoría de fotos se han tomado donde ellas se probarían un vestido. Como en todos mis proyectos colaborativos, lancé un llamamiento por redes y varias mujeres interesadas en participar me fueron contactando. Entonces nos citamos en un sitio donde ellas se sienten cómodas, que es generalmente su propia casa. Una de las chicas me contaba cómo la maternidad transformó completamente su cuerpo. Para ella había sido complicado porque en ese proceso se tuvo que volver a aceptar y bueno, en plena sesión apareció su bebé y me pareció bonito incluirle en la foto junto a su mamá.
"En plena sesión apareció el bebé de la participante y fue bonito incluirle"
“En plena sesión apareció el bebé de la participante y fue bonito incluirle”
Además, todos los retratos están tomados con luz natural, no usé ningún foco para evitar la luz artificial que se emplea en fotografía publicitaria. Y, por supuesto, no hay ningún tipo de retoque posterior de las imágenes.
¿Por qué elegiste este vestido y no otro?
El vestido es un básico de Zara. Quería que fuera de esa marca porque tiene mucha responsabilidad en los estereotipos. Zara nunca hace editoriales de mujeres que no sean delgadísimas y jovencísimas, y además tiradas por el suelo siempre, en actitudes de debilidad. La diversidad de tallas en sus tiendas no se corresponde con los cuerpos que aparecen en sus catálogos.
Me he dado cuenta con el tiempo que no me puedo quedar sólo en la crítica, en señalar el problema, también hay que hacer propuestas en positivo. Aquí critico el maniquí único de la talla 38, pero también visibilizo la diversidad de los cuerpos.
¿Y por qué precisamente la talla 38?
Según la industria de la moda, es la talla estándar para el cuerpo femenino, la que se presenta en desfiles, colecciones y catálogos. Y en torno a ese ideal se construye un estereotipo común al cine, la televisión y la publicidad. Es la talla a la que aspiramos. A menudo compramos tallas que no son la nuestra porque ‘‘el día de mañana voy a adelgazar’’ o consideramos la talla XL como ‘‘de gordas’”. Muchas veces una compra por querer pertenecer al clan. Y eso la industria de la moda lo sabe y lo utiliza a su antojo. El consumo se basa en nuestros miedos y en nuestras vulnerabilidades.
¿Has obtenido alguna respuesta o provocado algún tipo de reacción por parte de Zara?
Yo me he metido con Zara millones de veces y nunca ha actuado o ha respondido como marca. Es verdad que un par de marcas sí que se han pronunciado pero siempre ha sido para empeorarlo todo. Su estrategia es decir ‘‘no tenéis razón, no habéis entendido nuestro mensaje’’ a cientos de personas, como cuando se criticó la denigrante campaña de la marca de ropa Kling. Aceptad la crítica y mirad qué podéis hacer, no creo que sea tan complicado… Las marcas se van a terminar dando cuenta que los consumidores y las consumidoras están cambiando el chip. Vender un producto no es incompatible con fomentar una producción sostenible o hacer editoriales éticamente comprometidos. Yo hace siglos que no compro en Zara o Mango, y no lo haré hasta que no vea cambios. De hecho, a mí me impactaría una campaña que proyecte una imagen positiva y respetuosa de las mujeres, en vez de representarnos débiles, tiradas por los suelos, con violencia implícita o explícita. Eso, por desgracia, está más visto que el tebeo.
¿Tu exposición está dirigida en especial a un público femenino?
Sí, dado que es una muestra sobre el cuerpo femenino, y una presión que nos afecta a nosotras. Pero eso no quiere decir que un público masculino no pueda comprenderlo perfectamente. Muchas veces me han preguntado por qué no hablo también de la presión en los chicos. Yo contesto que eso no es algo que me toque a mí. Prefiero dejar que lo hagan ellos, que se lo cuestionen. La presión sobre sus cuerpos también se está agudizando. Su referente hoy en día es el hombre Madelman, el cuerpo de futbolista, la muscultura, las complexiones atléticas, estar perfectamente depilados…
Está claro que este proyecto en todas sus vertientes tiene una vocación feminista. ¿En qué consiste la fotografía feminista como disciplina?
La fotografía feminista es aquella que está aportando algo hacia la igualdad en cualquier ámbito, ya sea corporal o mostrando otras dimensiones de lo que es una mujer. Yo creo que hay un exceso de representación corporal de las mujeres. En los medios de comunicación las mujeres solo somos cuerpos o, mejor dicho, somos un solo cuerpo muy concreto. Somos muchas más cosas: profesionales, creativas, emprendedoras…
Es muy interesante ver cómo se representan las mujeres a sí mismas en las redes sociales. Te haces un selfie, lo subes a tu perfil y estás influyendo en el imaginario colectivo. Hay algunas personas que se representan reforzando el estereotipo y otras intentan equilibrarlo. ¿Qué quieres reflejar? ¿Meter tripita, sacar morritos, ponerte un filtro de Instagram que te borra la expresión? O decir: mira, esta soy yo, me ha salido el bigote aquí, es lo que hay. Hoy en día las personas tenemos a nuestro alcance esa posibilidad de generar imágenes. Pero no siempre reflexionamos sobre la foto que tomamos y volvemos a caer en el estereotipo. Ciertamente, es muy difícil salir de esos referentes visuales.

La exposición Little Black Dress estuvo disponible hasta el 17 de septiembre en el Museo del Traje de Madrid, pero es un proyecto fotográfico en construcción. Yolanda Domínguez hace un llamamiento a todas aquellas lectoras de Píkara Magazine a las que les apetezca participar, con el objetivo de abarcar una diversidad mayor. Si te interesa, puedes mandar un correo a: info@yolandadominguez.com

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