Liderazgos femeninos en medio de la crisis del Covid
Por: Mia Perdomo CEO de Aequales
Mucho
se ha discutido sobre el liderazgo de las mujeres dirigentes mundiales versus
el de los hombres dirigentes mundiales de cara a la crisis causada por la
pandemia del COVID- 19.
La
semana pasada puse una foto con cifras en Twitter en la que se demuestra
claramente que algunos de los países que tienen mujeres dirigentes tienen
cifras muchísimo más bajas de mortalidad por COVID-19 que muchos de los países
que tienen hombres dirigentes. Por supuesto la discusión no se hizo esperar,
con cuestionamientos tanto de hombres como de mujeres: ¿es que acaso yo
creía que las mujeres inherentemente tenían condiciones que las hacían mejores
líderes que los hombres?, ¿acaso yo no entendía la diferencia entre correlación
y causalidad?, ¿quería yo generalizar a todas las mujeres y a todos los
hombres?, ¿estaba yo tirando mi feminismo por la borda con esa foto?
Aparte
del mansplaining recibido, que inunda las redes sociales, me hicieron preguntas
muy interesantes, que aprovecho para contestar en este artículo para
Mujeres Confiar.
No
creo que inherentemente las mujeres y los hombres sean nada en particular, ni
tengan ninguna característica particular a su género. Es más, les va a parecer
radical mi respuesta: para las feministas (y para los/as cientificos/as
sociales) la construcción del género es enteramente sociocultural, por ende
como psicóloga sé que ‘ser hombre’ y ‘ser mujer’ no significa nada fuera de un
contexto. Es decir, no creo que las mujeres sean ‘inherentemente mejores
líderes’ porque no creo que sean inherentemente nada, ni ellas, ni los hombres. Sin embargo, sé
también con toda certeza que la cultura es tan fuerte que se encarga de que los
hombres y las mujeres no solo se comporten de ciertas maneras rígidas, sino que
además tengan o no tengan ciertas capacidades, porque así los educamos
culturalmente, porque eso decidimos para los hombres y eso decidimos para las
mujeres, explícita e implícitamente.
Cuando somos niños/as, a las niñas se les incentiva
en gran medida a crear y cuidar relaciones con los/as demás, a ser prudentes, a
proteger los vínculos, a no sobresalir y no sobreponerse a los demás. Cuidar a
los/as demás significa pensar primero en éstos y luego en una misma. A las
niñas también se les permite expresar sus emociones, corporal y verbalmente, y
se les incita a hablar sobre éstas emociones, a elaborarlas, y a elaborar las
de los/as demás. Preocuparse solo por una misma no es femenino. A los
niños, por otro lado, se les incentiva a liderar, a competir para demostrar su
masculinidad, a obtener y resguardar territorio, a contener sus emociones, a
tomar decisiones, a ser fuertes, a ganar. Perder y aceptar haber perdido o
aceptar la vulnerabilidad no es masculino. Como todo, este tipo de
educación tiene tanto pros como contras, para las unas y para los otros.
Resulta
que cuando llevamos esto al ámbito del liderazgo femenino adulto, puede pasar
que estas características sean apropiadas cuando son capitalizadas para tomar
decisiones por un colectivo. Lo que nos han demostrado las mujeres líderes
exitosas es que comunican rápido, de manera honesta, y expresan una
vulnerabilidad que las hizo de hecho más fuertes desde el inicio, incitando a
la unión nacional para afrontar el virus. Están preocupadas por el colectivo,
saben que no pueden hacerlo solas, aceptan aquello que no saben, empatizan con
su gente e invitan a la ciudadanía a cuidar los unos/as de los/as otros/as.
Además, a las mujeres les cuesta tanto llegar a una posición de liderazgo, que
las investigaciones demuestran que cuando finalmente llegan están mucho más
capacitadas que sus pares hombres, al tener que demostrar siempre ser mucho
mejores para ser tenidas en cuenta en cada escalón. El discurso de ‘la guerra
contra el coronavirus’ es supremamente masculino y el abordaje de estas mujeres
ha sido más del tipo ‘juntos salimos’.
Puede
pasar, a su vez, que las características inculcadas en los hombres sobre su
liderazgo, les jueguen en contra en algunos de estos casos. La negación del
virus, la negación de la vulnerabilidad humana frente a este, no aceptar lo que
no se sabe, luego la necesidad de figurar y hacer de superheroes
autosuficientes, la terquedad, la falta de escucha y de consenso, todo responde
a una masculinidad hegemónica que no ha sido exitosa, ni antes, ni ahora.
Lo que nos dice The Guardian es que hay países con líderes masculinos a los que también
les ha ido bien, pero no hay países con líderes femeninos a los que les haya
ido mal. El objetivo de la discusión no es dónde encontramos la excepción que desvirtúe este
argumento, sino qué nos invita a pensar sobre los roles de género y
sobre el liderazgo. Nos da tanto miedo retar el status
quo, que preferimos acabar con la posibilidad de que las mujeres, en efecto,
seamos mejores líderes o tengamos algo distinto que ofrecer, y que claramente
no lo hemos podido hacer por las mil y una barreras que nos impone la sociedad
para llegar hasta allá. Pero, ¿y si le damos espacio? ¿Y si estudiamos con
juicio los datos que nos brinda esta experiencia universal para deconstruir y
reconstruir con mayor equidad, pero además, con mayor inteligencia, utilizando
realmente todos nuestros recursos, y no solo los cerebros de la mitad de la
población? Esa sí es una pregunta que aporta a la crisis.
Mía
Perdomo es emprendedora y activista. Co-fundadora de Aequales, firma consultora
que propende por el cierre de brechas de género en las organizaciones y el
liderazgo femenino en Latinoamérica. Co-creadora de PAR, el primer Ranking de
Equidad de Género en las Organizaciones y de la comunidad de empresas que
propenden por la equidad de género. Psicóloga de la Pontificia Universidad
Javeriana y magíster en derechos humanos del London School of Economics.
Becaria del Programa de Liderazgo Competitivo Global de la Universidad de
Georgetown. Actualmente cursando el posgrado ECLA (Emprendimiento y
Competitividad en Latinoamérica) en la escuela de negocios de la Universidad de
Columbia. Una de los 100 gerentes más exitosos del 2019 según la Revista
Gerente. Una de las 100 mujeres transformadoras de Colombia según La Silla
Vacía. Una de las Colombianas que Inspiran según la Revista Semana. Una de las
101 personas que están cambiando el mundo del trabajo según la BBC. Columnista
en Forbes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Esperamos sus comentarios