Para lograr la igualdad de la Mujer, pensemos en las Nuevas Masculinidades
ESCRITO POR: SUSANA MARTÍNEZ-RESTREPO, PHD.
Después de muchos años de no encontrar empleo, y ya llegando a los 50, mi padre, un Comunicador Social nacido en Colombia en 1953, decidió no buscar más trabajo. Se dedicó a los quehaceres del hogar, y a cuidar a mis hermanitos que estaban aún pequeños. Todos lo criticamos por años, pero él siempre se mostró tranquilo y positivo.
Hasta el día de hoy no sé si por dentro se estaba desmoronando, ya que -en general- la autoestima de los hombres depende casi exclusivamente del éxito profesional. Y además, mi papá viene de esas generaciones tradicionalistas en las cuales el hombre debía proveer a su familia, y la masculinidad estaba directamente relacionada con el poder, el trabajo, la capacidad de producir dinero, el ser rudo y fuerte, y no demostrar sus emociones ni sentimientos.
¿Por qué si a nosotras las mujeres se nos permite ser amas de casa y cuidar a nuestros hijos, no se admite esto para un hombre? ¿Por qué si a mí como mujer se me permite ser abiertamente vulnerable y no se le permite al hombre?
Para lograr la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres debemos pensar también en las Nuevas Masculinidades. Las Nuevas Masculinidades trabajan por alcanzar la igualdad a partir de la sensibilización, la perspectiva de género masculina, el cuestionar la mentalidad patriarcal y valorar el rol del cuidado en la familia por el hombre.
Fuente: 123RF.com.
Tony Parker, creador de la Fundación “Un Llamado a los Hombres” (“A Call to Men” en inglés) sugiere que existen mensajes que se les pasan a los hombres durante en proceso de socialización con sus padres, familiares, profesores, pares y amigos, y actualmente en forma mediática, los cuales limitan y restringen su comportamiento a los patrones “masculinos” que espera la sociedad:
“No llores ni expreses públicamente emociones” (con excepción de la rabia).
“No muestres debilidad o miedo”.
‘Demuestra que tienes el poder de controlarte”.
“Debes ser protector y dominar”.
“No actúes como una mujer”.
“Actúa como un hombre” (es decir, como un macho heterosexual).
“Debes ser fuerte y sólo mostrar coraje”.
“Tu éxito está basado en lo profesional o en el dinero”.
En el mejor de los casos (y dependiendo de la familia, el entorno y los pares) estos mensajes construyen hombres que controlan sus comportamientos, mientras sufren en silencio, como creo que es el caso de mi papá.
En el peor de los casos, la socialización colectiva y sobre todo mediática en la que se les enseña a los hombres que las mujeres tenemos menor valor, que somos propiedad y objetos. No hay que ir muy lejos para encontrar estos elementos en canciones de Reguetón, en las portadas de álbumes de famosos, en campañas publicitarias, en las presiones culturales, familiares, de los amigos…
En general, la mayoría de los protagonistas y las víctimas de la violencia son los hombres. Pero si hablamos específicamente de violencia de género, las víctimas son las mujeres. Datos revelados por ONU MUJERES[1] muestran que en Colombia –año 2014- fueron asesinadas 1.007 mujeres, y se registraron 37.881 casos de violencia contra las mujeres en el ámbito de la pareja. Este Informe revela además que en dicho año se registraron 16.088 casos de agresión sexual contra mujeres, los cuales representaban el 86% del total. Es importante tener en cuenta que estos datos no corresponden a la realidad completa, ya que muchos delitos de este tipo no son denunciados y quedan ignorados e impunes.
Esa masculinidad negativa o tóxica está también relacionada con el reclutamiento y las guerras de pandillas, que se dan principalmente entre hombres[2]. Por ejemplo, se estima que del 2006 al 2014, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) registró el ingreso de casi 30.000 adolescentes a los Centros de reclusión, por delitos y/o peleas con pandillas[3].
Nuestra responsabilidad como mujeres, en pro de una verdadera igualdad, nos exige apoyar a nuestra pareja con el fin de que él sea corresponsable en hacerse cargo de nuestros hijos, o si tenemos un empleo mejor, o ganamos más que él, etc. Es decir, que si tenemos dos ingresos en el hogar, se compartan los gastos equitativamente; que su éxito y su masculinidad no estén definidos por su fortaleza física y/o emocional, ni por sus logros económicos, u otros factores tradicionalmente definidos como “masculinos”.
Es entender que los hombres pueden llorar y mostrar sus emociones, ser tiernos, expresivos y compasivos, sin que por ello sean débiles o “poco hombres”.
Como madres, es indispensable no reproducir estos mensajes de la “antigua masculinidad”, con nuestros hijos y tratar a nuestros hijos e hijas de la misma forma. Así que debemos preguntarnos: ¿Cómo criamos a nuestros hijos y les enseñamos a ser hombres? ¿Cómo queremos que otros hombres traten y se comporten con nuestras hijas? ¿Cuál es la sociedad que esperamos para nuestros hijos y/o nuestras hijas?
Y éste es un llamado que las “Nuevas Masculinidades” le hacen a los hombres[4]:
Está bien no ser dominante.
Está bien tener sentimientos y emociones, y saber expresarlos.
Está bien ser todo, ser fuerte y sensible al mismo tiempo.
Está bien cuidar a tus hijos y ser el principal cuidador.
El éxito y la realización no se basan sólo en lo profesional.
Participen en reuniones, talleres, círculos de hombres, que discuten sobre cuáles deben ser estas Nuevas Masculinidades sanas y positivas.
Está bien promover la igualdad entre hombres y mujeres de diferentes condiciones, culturas y grupos étnicos, como se vio la Marcha de las Mujeres en New York.
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