Con la reforma tributaria, ser mujer es más caro en Colombia
Las mujeres ganamos menos y trabajamos más que los hombres, pagamos impuestos sexistas y además utilizamos productos que sólo por ser de la “línea rosa” son más caros. A esto, Natalia Moreno, vocera de la campaña #MenstruaciónLibreDeImpuestos, lo llama asfixia al bolsillo
Natalia Moreno Salamanca
Economista y magister en Estudios de Género de la Universidad Nacional. Integrante del grupo Género y Justicia Económica de la Red por la Justicia Tributaria en Colombia y de la mesa de Economía Feminista de Bogotá. Investigadora en temas de economía del cuidado y política fiscal con enfoque de género. Promotora de la campaña #MenstruaciónLibreDeImpuestos.
Nos hemos especializado en analizar cómo las reformas tributarias —o en este caso la Ley de Financiamiento— afectan a los más ricos y a los más pobres, pero pocas veces nos hemos preguntado, dentro de los más pobres, cómo afectan a las mujeres y cómo a los hombres. Desde la Economía Feminista hemos querido visibilizar que la política económica, bien sea desde la política tributaria, presupuestal o monetaria, siempre tiene un impacto diferenciado para hombres y mujeres.
Desde el Grupo de Género y Justicia Económica de la Red por la Justicia Tributaria en Colombia, que conformamos 8 mujeres, hemos estudiado las condiciones socioeconómicas de las mujeres en Colombia para demostrar que el tipo de reformas e impuestos como las que propone Iván Duque nos afectan más a nosotras, en tanto la pobreza en este país recae más fuerte sobre las mujeres. El 31 % de los hogares que tienen jefatura femenina son pobres, contra un 27 % en los hogares con jefatura masculina. Es evidente que hay mayores niveles de pobreza cuando las mujeres comandan el hogar, porque además en el 80 % de esos hogares las mujeres son madres solteras, que no tiene pareja ni otro proveedor secundario. Cosa que no pasa en hogares con jefatura masculina, donde el 99 % son hogares donde hay dos personas que proveen ingresos.
Y a esto se suma que en los hogares en los que hay un hombre y una mujer, ellas priorizan su gasto en el consumo básico de la familia: en la educación de los hijos, en la lonchera, en el almuerzo. Mientras que las prioridades de los hombres tienen que ver más con inversión, carros, televisores.
Lo que ha venido pasando en Colombia es que el sistema tributario se ha fortalecido con el recaudo de los impuestos más regresivos, es decir, los que no consultan nuestra capacidad de pago, y no de los progresivos, que son los que tienen en cuenta el ingreso de las personas (como el impuesto al patrimonio y a la renta).
Hace unos años, el 70 % del recaudo en el país se hacía con impuestos progresivos y el 30 % con regresivos. Hoy estamos 50-50. Cada vez más se recauda con impuestos que son más nocivos para la gente que menos ingresos tienen. Y especialmente las dos últimas reformas tributarias han sido así, la de 2016 y la que ahora quiere pasar el gobierno Duque, que aumentaría el IVA a toda la canasta básica.
Esto es un golpe más fuerte a las mujeres, que por los roles de género que hay en la sociedad somos quienes priorizamos los gastos en esos artículos básicos. Las mujeres tenemos mayores tasas de desempleo y estamos en los empleos más informales. Es decir, no estamos en la misma posición, no tenemos el mismo punto de partida en términos económicos. Las reformas afectan a los que menos tienen y al final las que menos tienen son las mujeres.
"Lo que nos estaba diciendo el gobierno con ese impuesto es que esos son artículos de lujo, que menstruar es un lujo, cuando está claro que no lo es"
Pero grabar todos los productos de la canasta familiar no es el único problema. En la reforma actual están proponiendo, además, disminuir el nivel de ingresos a partir del cual se hace retención en la fuente, que es un recaudo anticipado al impuesto de renta. El impuesto de renta lo pagan las personas que tiene cierto nivel de ingresos. Hay muchos que no pagan impuesto de renta, pero sí retención en la fuente. Y sabemos que las mujeres por la brecha salarial del 20 % están en esos ingresos más bajos, que aunque hoy no pagan renta, con la reforma propuesta, van a entrar a pagar retención en la fuente.
No se trata de que nosotras no queremos pagar impuestos, sino de que sabemos que hay otras alternativas con las que el Estado podría financiar ese déficit fiscal.
En 2016 cuando con el Grupo de Género y Justicia Económica analizamos la política tributaria y la forma en la que afecta de manera diferencial a las mujeres, nos dimos cuenta de que las toallas higiénicas y los tampones tenían la tarifa máxima del IVA, es decir, 16 % para ese momento. Lo que dice la teoría es que la tarifa máxima sólo se puede aplicar a los artículos de lujo. Y lo que nos estaba diciendo el gobierno con ese impuesto es que esos son artículos de lujo, que menstruar es un lujo, cuando está claro que no lo es. Denunciamos que era un impuesto abiertamente sexista, porque las únicas que lo consumimos somos las mujeres, y lo hacemos, además, por una condición biológica, no por vanidad. Aquí el punto no es si pagamos o no pagamos IVA, sino a qué le aplicamos el impuesto.
Calculamos que por ese impuesto el Estado estaba recaudando ¡343 mil millones de pesos al año! Por eso, en el marco de la reforma tributaria de 2016, fuimos al Congreso, hicimos incidencia, y le pedimos a los congresistas que pasaran una proposición para quitarle el IVA a las toallas. No nos hicieron caso, el ministro de hacienda en ese momento, Mauricio Cárdenas, archivó esa proposición, argumentando una baja en el recaudo. Pero al final, el 28 de diciembre de ese año una congresista del Partido de la U pasó una nueva proposición para que quedara en el 5 % y esa fue la que se aprobó.
Pero nosotras demandamos ese artículo de la reforma tributaria de 2016 ante la Corte Constitucional, porque aún el 5 % es un impuesto que empeora las brechas, que va en contra de recomendaciones en temas de género en acuerdos internacionales como el de la CEDAW y en contra de la Constitución porque viola el derecho a la igualdad. Además, no había ninguna razón técnica para que el IVA a esos productos quedara en un 5 % y no en 0. Y esa demanda fue la que falló la Corte a favor nuestro la semana pasada. Quedó demostrado que teníamos razón, que eran impuestos sexistas, y por eso la Corte acogió todos nuestros argumentos, a pesar de los conceptos que dieron el Ministerio de Hacienda, la Dian, el Ministerio de Salud y la Procuraduría, a favor de mantener este impuesto sexista. Eso lo dice todo. Para el gobierno este tema no es impotente.
Aún así, gracias a la Corte, somos el primer país en América Latina en eliminar ese impuesto. Ahora, el siguiente paso es hacerle seguimiento y control a los precios, esa eliminación del impuesto tiene que verse reflejada en una disminución de los precios obligatoriamente, porque al final, lo que nos interesa es que todas las mujeres puedan acceder a esos artículos. Hoy hay muchas mujeres que no pueden hacerlo, como las niñas en el Chocó que, sólo por dar un ejemplo, no asisten al colegio por no tener plata para las toallas higiénicas.
"No puede ser posible que además de que ganamos menos y trabajamos más —porque tenemos doble jornada con el trabajo no remunerado—, tengamos que pagar impuestos sexistas y precios más caros por la “línea rosa”"
Con esta campaña que llamamos ‘Menstruación libre de impuestos’, nosotras decidimos analizar un ejemplo de cómo el sistema tributario afecta a las mujeres: por menstruar. Pero eso es un abre bocas para decirle al país que las políticas nos afectan diferente, que hay que hacer los análisis de manera diferenciada.
Porque además de las toalla higiénicas están también, por ejemplo, los artículos de la canasta básica de aseo personal. Son artículos que siempre han tenido la tarifa plena del IVA a pesar de ser básicos y que, adicionalmente, cuando se hace la diferencia entre los que son de la “linea rosa” y los que no, varían los precios entre el 5% y el 30% dependiendo del artículo. Al final, como sale más caro ‘el rosa’, somos las mujeres las que terminamos pagando un porcentaje mayor. Porque es el 19% sobre el precio final y si el precio final es mayor pues el porcentaje de impuesto es más alto.
Eso también lo hemos denunciado. No puede ser posible que además de que ganamos menos y trabajamos más —porque tenemos doble jornada con el trabajo no remunerado—, tengamos que pagar impuestos sexistas y precios más caros por la “línea rosa” que, por los roles de género, se asume que es la de las mujeres. Realmente es una asfixia al bolsillo femenino, cuando en el mercado laboral somos las menos privilegiadas.
Estas son luchas en las que el gobierno no nos ha puesto atención. Cuando comenzamos a hacer incidencia con el impuesto a las toallas higiénicas, Cárdenas como ministro de hacienda simplemente nos ignoró. Fue una actitud déspota, no se relacionaron con nuestros argumentos, no les interesó el tema y lo más descarado es que luego dijeron que la reducción del impuesto había sido gracias a ellos. De hecho, la semana pasada el exministro dijo en Twitter que él había bajado el impuesto. Eso es mentira. Ellos todo el tiempo rechazaron nuestras propuestas y ahora con el nuevo gobierno la situación no es muy distinta. La reforma que están proponiendo afecta a los sectores menos favorecidos, entre ellos a las mujeres.
El gobierno tiene una lógica muy eficientista, al final necesitan recaudo rápido, no importa a quién le esté cobrando, si a los más pobres o a las mujeres. Evidentemente grabar los artículos de necesidades básicas es eficiente: las mujeres sí o sí los consumimos.
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