El trabajo invisible de las madres: el que nadie ve, pocos valoran y tanto nos agota
Hace unos días leía un debate en redes sociales sobre el trabajo invisible de las madres; ese que nadie ve y muy pocos valoran, pero que agota y desgasta como ninguno. Además, y aunque es un trabajo imprescindible para el día a día de la familia, sientes que nadie es consciente de ello y puede llegar a ser realmente frustrante.
Ayer reflexionaba sobre este tema con una amiga, y aunque partimos de la base de que ambas tenemos parejas implicadas en la crianza física y emocional de los hijos, nos dimos cuenta de que este tipo de trabajos todavía continúa recayendo sobre nosotras: ¿por qué?.
Situaciones cotidianas de las que solo mamá se encarga
"¡Mamá, no encuentro mi libro de lectura! ¿Lo has visto?". Claro que lo he visto. El libro estaba debajo de los cojines del sofá, esos que coloco y mullo todas las noches antes de irme a dormir.
Este ritual nocturno, que a mi marido le parece un tanto absurdo y falto de lógica ("¿para que dejas tan estirado el sofá si en cuanto nos sentemos vamos a descolocarlo de nuevo?" - me pregunta siempre con la mirada atónita), nos hace encontrar objetos perdidos, mandos a distancia o teléfonos móviles enterrados bajos los cojines. Pero parece que solo a mí se me ocurre hacerlo..
"Buenos días, llamaba para coger cita con el pediatra porque a mi hijo le toca revisión del Niño Sano", le decía a la recepcionista del centro de salud esta mañana. En concreto se trata de la revisión de los cuatro años, que incluye visita al pediatra y vacunas. Pero en casa solo yo tengo en cuenta este tipo de citas.
Si mis hijos enferman, mi marido también les lleva al pediatra, a urgencias o donde haga falta, pero no le hables de vacunas ni revisiones periódicas porque no está al día. Desconoce cuáles son las vacunas dentro y fuera del calendario, las últimas novedades en este campo, la periodicidad de las revisiones dentales o de la vista...
Todo ello es asunto mío, y no es difícil sentirse agobiada ante tamaña responsabilidad, máxime cuando eres madre de familia numerosa con niños en franjas de edades tan dispares.
"Estimadas familias, para el festival de fin de curso los alumnos deberán venir disfrazados de...". Y ahí está mamá, adaptando el disfraz a la talla del niño, customizando los adornos, e ideando el complemento que falta para hacerlo perfecto.
Y a pesar del esfuerzo titánico que me requieren las labores de costura (en las que no soy precisamente diestra), de empaparme durante días de tutoriales de Youtube para acertar con la idea, o de dedicar la noche anterior al festival a los últimos retoques, nadie parece darse cuenta de esta importantísima labor.Algo similar ocurre con la celebración de los cumpleaños de mis hijos. Si se trata de un cumple familiar ambos lo organizamos y preparamos conjuntamente, pero como se trate de celebrarlo con los amigos del cole, mamá es pieza clave.
Pensar dónde y cómo celebrarlo, avisar a los padres de los niños invitados, confirmar asistencias, decidir los regalos... en definitiva, comprobar que no falte detalle para que la fiesta sea inolvidable, por mucho que se trate de una celebración discreta o reducida.
Cuando el trabajo invisible te persigue... ¡incluso de noche!
Y cuando llega la noche, lejos de caer rendida en la cama y dormir a pierna suelta como hacen todos, la cabeza no para de dar vueltas y recordarme las cosas que han quedado pendientes de hacer:
- "Que no se me olvide mañana meter en la mochila del campamento una pistola de agua, que nos han dicho los monitores que harán juegos acuáticos"
- "Mañana, sin falta, tengo que revisar el cabello del pequeño, que esta tarde le he visto rascarse varias veces, no sea que tenga visitantes indeseados..."
- ¡Ay, que desastre! Tenemos la boda de nuestros amigos en 15 días y aún no he sacado hueco para comprar las sandalias a la niña. De esta semana no puede pasar"
- ¡Aún no he encargado los libros de texto del cole y nos marchamos de vacaciones en unos días! ¡Que no se me olvide hacerlo mañana!"
Puede sentir identificadas con algunos de los ejemplos descritos, o quizá vivais con frecuencia otras situaciones similares. Sea como sea, no es difícil entender por qué las madres nos sentimos a veces tan agotadas ante ese "trabajo invisible" que nos persigue día y noche.
Y es que, a pesar de que las responsabilidades de la crianza de los hijos y el hogar se compartan en pareja, con frecuencia se sigue hablando de esta carga mental que llevamos las madres; una carga que nos consume la energía y va minando nuestra salud emocional.
Pero aunque nos parezca imposible, y aunque cada noche sintamos que sin nosotras al mando del barco familiar éste naufragaría, podemos cambiar la situación planificándonos y organizándonos de forma equitativa, no solo en tareas evidentes, sino también ante este tipo de situaciones menos visibles pero tan importantes. ¿Estáis de acuerdo?
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