Doctora en matemática.
Descubrió la última figura geométrica que se conoce
La española Clara Grima descubrió el escutoide, pero asegura que no sabe dividir por cuatro cifras
eambulaba con el símbolo π (pi) estrujando miradas desde el frente de su remera. Orgullosa de su símbolo descrito en el papiro Rhind hace casi 4000 años, se enfrentó al planteo de su hijo de 6: ¿es una mesa o un arco de fútbol? Esa fue la bisagra para pasar de una mirada académica a su perfil de divulgadora. Clara Grima, española, es doctora en matemática. Se ha dedicado fuertemente a la divulgación gracias a las preguntas de su hijo Ventura. Creó una técnica de grafos para que los chicos comprendan mejor y se ufana de no poder dividir por cuatro cifras ni calcular raíces cuadradas complejas, sencillamente porque dice que hay cosas que las máquinas resuelven mejor que nosotros, pero lo que no resuelven es el misterio detrás.
Hace un tiempo descubrió la última figura geométrica de la historia, el escutoide. Una figura que, además, integra los epitelios de todos los seres vivos. Sus teorías invitan a hacer una lectura novedosa, desde la pandemia y el Covid-19 hasta la grieta. “Cualquier movimiento político puede cambiar una frontera o el nombre de una ciudad, pero 7 siempre será un número primo y eso es algo tan poderoso como maravilloso”, dice en uno de sus libros. Su voz brilla como una campanada de llamada a misa del domingo del otro lado del teléfono en charla exclusiva con LA NACION revista: “Las matemáticas en las primeras civilizaciones estaban ligadas a la necesidad del ser humano de medir, de contar los rebaños, de medir las parcelas. En esa época las matemáticas quedaban relegadas a un porcentaje pequeño en la población. Las matemáticas no se conocían mas allá de los ámbitos de la academia”.
¿Y hoy?
Ahora es evidente que las matemáticas están en nuestros bolsillos porque la llevamos en un teléfono. Por ejemplo, todas las aplicaciones de móviles están hechas a base de matemáticas y sobre cálculos creados para los móviles; en principio fueron muy teóricas, pero hoy se aplican a la ingeniería de datos, la inteligencia artificial en la medicina o para interactuar con niños que tienen trastornos del espectro autista muy profundo. Estamos usando matemáticas todo el tiempo sin darnos cuenta. Si pensamos quiénes son los verdaderos poderes en este mundo están asociados a las matemáticas: Facebook, Amazon, Google. El poder del mundo es para la gente que sabe matemática.
Te gusta asociarlo a Star Wars...
Claro, porque están los que usan el poder de las matemáticas para controlarnos (como el lado oscuro), saber que nos gusta y sacar de todos nuestros datos. Frente a ellos están los que usan el poder de las matemáticas de un modo altruista, como quienes trabajan la inteligencia artificial o la ingeniería de datos para mejorar la vida de todos nosotros.
He leído que te gusta la filosofía. ¿Cómo cruzarías este saber con la matemática?
Quería ser filósofa antes que matemática. Un profesor de la carrera, ante mi interés por controlarlo todo, me convenció de que debía estudiar matemáticas porque era más fácil que satisfaciera mi afán manipulador de las variables y que encontrara trabajo. Con el tiempo me di cuenta de que una parte de la filosofía, la lógica, es muy matemática. También es importante la ética de la filosofía para aplicar a la robótica, por ejemplo, para dotar a las máquinas de ética. Me gustaría pesar en definir una ética global que se vea atravesada por la matemática y la filosofía. Los intentos que se han hecho, por ejemplo en el MIT, indican que depende de las distintas culturas. Tendremos que trabajar con la ingeniería genética y la de datos para lograrlo. Asisto emocionada a esta era, a estos nuevos retos de la filosofía que nos plantean las nuevas tecnologías.
La divulgación se ve como un tema menor en ámbitos académicos, contame tu opinión al respecto.
Creo que ha cambiado. Cuando empecé mi blog [en 2010] fue porque me di cuenta de que los niños eran un público al que yo no le había hablado. Siempre he sido profesora en la universidad y empecé a hacer divulgación un poco por mis hijos y para los chicos. Tal vez, más que para los niños, fue para que las familias hablen de matemáticas con una sonrisa. Descubrí que había niños muy pequeños a los que no les gustaba las matemáticas, pero desde antes de estudiarlas. Porque se escucha que en el ambiente que son horribles. Entonces, yo quería quitarle esa mala fama y armé una colección de cuentos para que las familias compartieran. Al principio me escondía de mis colegas, porque creía que ellos pensarían mal de mí si le dedicaba a la divulgación un tiempo que le podía abocar a la investigación. Pero en menos de 10 años, eso se dio vuelta. Cada acción de investigación necesita de un apartado dedicado a la divulgación y la trasferencia de conocimiento al ciudadano. Es fundamental, además, entender a la ciencia con pensamiento crítico, sobre todo en esta época que tenemos que hablar de vacunas y de pandemia. La gente debe aprender a desechar noticias falsas sobre vacunas, sobre epidemias o conspiraciones.
¿Creés que es preciso cambiar la mentalidad docente para cambiar el vínculo con las matemáticas?
Sí. Lo primero que se les presenta a los niños son los maestros de la primaria que, en general, no tienen mucho interés por las matemáticas. No es culpa de ellos: no se les ha exigido que estudien matemáticas. Cuando aparece la necesidad de enseñar, frente a la ansiedad se replican métodos del siglo XIX, donde se enseñan algoritmos sin entender para qué sirven, sin ponerlos en contexto y sacarlos de su mundo. Esto lo hemos visto con la pandemia. Lo más robusto que tiene un país es su conocimiento, los que van a resistir un poco mejor a la crisis económica que dejará este tiempo son aquellos que tengan más inversión en ciencia y tecnología. Los niños son el petróleo del futuro en un sentido metafórico. Hay que detectar a los talentos matemáticos, porque cuantos más tengamos, con más gente capacitada vamos a contar para las nuevas tecnologías que existen y las que vendrán.
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