La historiadora vuelve con su ensayo 'La civilización en la mirada'. "Lo que vemos es tan importante para nuestra comprensión de la civilización como lo que leemos u oímos", asegura la británica, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016
"La violencia contra las mujeres a lo largo del mundo se ha pasado por alto con demasiada facilidad y todos los partidos que sostengan que está bien son peligrosos"
Cuando Mary Beard (Much Wenlock, Reino Unido, 1955) fue distinguida con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Carlos III de Madrid, fortificó la tarea del historiador como un bastión frente a aquellos que manipulan el pasado o intentan alinearlo con sus «causas falsas». «Por eso, nosotros tenemos la obligación de hablar por él», asegura.
Eso sí: la catedrática de Clásicas en la Universidad de Cambridge, una de las mayores especialistas en la Antigüedad, no mentó ni en una sola línea la palabra «verdad». Porque... ¡ja! ¿Quién sabe qué ha sido o es la verdad? Parece deslizar así que de lo que se trata es de establecer qué pasó a partir de un espacio de debate entre expertos que sirva de fuente de la que el resto de humanos bebamos para interpretar lo que han ido descubriendo con el máximo rigor. Pero está científicamente probado que beber mucho no siempre es bueno. Y ya no digamos beber rápido.
Ahora, quien se ha convertido en la principal divulgadora del mundo romano con obras como El triunfo romano (2008) o Pompeya (2009) arranca su nuevo trabajo, La civilización en la mirada (Editorial Crítica), desde una premisa a priori obvia: «Lo que vemos es tan importante para nuestra comprensión de la civilización como lo que leemos u oímos».
Una perogrullada, dirán algunos osados, pero que muta en algo más complejo a medida que brotan las preguntas: ¿Vemos todos lo mismo? ¿Miramos igual? Es más... ¿Vemos lo que queremos ver o lo que nos enseñan para que veamos del modo en el que quieren que veamos?
A través del arte del cuerpo humano y de las múltiples representaciones de las deidades, Mary Beard desarrolla aquella reflexión en su nueva obra. La
Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales de 2016, que ha hecho del silenciamiento de las mujeres desde la Antigüedad otro de sus temas principales de trabajo, ha entregado su vida a las culturas del pasado. En este libro intenta ordenar sin una cronología concreta
la larga historia de cómo miramos: desde las primeras representaciones del hombre hasta la mirada «depredadora» masculina de los desnudos femeninos pasando por la (falta de) autoestima de los diferentes caudillos.
[Si tras leer este cuestionario realizado vía
email -lo que es una pena, pues su imagen de ácida polemista bien habría dado para unas cuantas repreguntas- usted quiere criticarla, me imagino que puede hacerlo vía Twitter en
@wmarybeard. Digamos que... es bastante activa. Pero cuidado: ¡podría responderle!
- Su obra destaca la importancia de lo que vemos para conformar la idea de civilización... pero ¿no pueden esas imágenes llegarnos distorsionadas?
- Sí. Hay imágenes y muchas clases de distorsiones. De alguna manera, todas las imágenes son potencialmente distorsiones, al igual que no podemos estar al 100% seguros de que nosotros veamos el mundo de la misma manera que los otros. Pero las llamadas distorsiones también son importantes para la creación y para estructurar nuestra idea de civilización. Hay algo extremadamente importante en la relación que mantenemos con el mundo visual que nos rodea.
- En su nuevo libro, 'La civilización en la mirada', apunta que en todas las civilizaciones del mundo, cuando la religión y el arte se entrecruzan, saltan chispas... ¿Destruyó el cristianismo el mundo clásico?
- ¡Depende de cómo lo mire usted! De cierto modo el cristianismo es un producto del imperio romano y su expansión habría sido imposible sin él. Pero estableció convenciones muy diferentes sobre la naturaleza y el aspecto de Dios. Creo que la crucifixión, como símbolo, sería incomprensible para la mayoría de los romanos paganos.
- Si la destrucción también nos da una visión de la civilización... ¿Qué nos enseña la destrucción de los restos de Palmira por el Estado Islámico?
- La destrucción de Palmira es, por supuesto, una tragedia. ¡Pero no olvidemos que siglos atrás los romanos también destruyeron Palmira! Lo que quiero decir es que deberíamos recordar que la destrucción y la mutilación no son casi nunca totales: dejan rastros... que a su vez son parte de lo que nosotros podemos ver a nuestro alrededor.
- Es muy elocuente la idea de que los dictadores mandan construir estatuas y pintar cuadros sobre su figura por una cuestión de confianza, para ganar autoestima... ¿Es la misma razón por lo que lo hacen los líderes democráticos?
- Algunos líderes democráticos lo hacen, pero no todos. ¡Probablemente lo hagan los menos democráticos! Pero... sí, por lo general asumimos que las estatuas de los líderes están concebidas para convencer al resto del mundo de su poder, y en parte así es. Sin embargo, su significante también muestra que están hechas para convencer al propio líder de que realmente es el líder.
LA DESTRUCCIÓN DE PALMIRA ES, POR SUPUESTO, UNA TRAGEDIA... ¡PERO NO OLVIDEMOS QUE SIGLOS ATRÁS LOS ROMANOS TAMBIÉN LA DESTRUYERON!
- En el libro enfoca su tesis en la manera en cómo miramos hacia el pasado, pero sin olvidar la relevancia que tiene a la hora de descifrarlo quién está mirando. ¿Qué aspecto de los dos le parece más importante?
- Resulta complicado decir cuál es más importante. Todas esas relaciones son realmente un diálogo entre el observador y lo que ve. La Historia en cierto sentido está creada en el espacio que hay entre el espectador y lo visto.
- ¿Qué nos lleva a esa obsesión tan humana de mantener vivos a los muertos?
- Simplemente no podemos permitir a la muerte irse. Dedicamos enormes cantidades de energía cultural a aliviar la pérdida de aquéllos que nos han dejado, para mitigar nuestra pena. Las imágenes visuales siempre han jugado un papel muy grande en esta cuestión.
- ¿Por qué estamos tan obcecados con mirar atrás para intentar resolver los problemas actuales?
- Es la desesperación. Para mí, la Historia nos ayuda a comprender por qué estamos en el caos en el que vivimos, o por qué pensamos como lo hacemos. Pero no nos ofrece respuestas fáciles. Me temo que es intelectualmente vago imaginar que lo hace.
- ¿Era más libertaria la antigua sociedad griega que la actual occidental? ¡En torno al 300 a.C. ya había ensayos sobre qué clase de sexo era más gratificante! Lo que quiero preguntarle es si cree que vivimos instalados en una especie de burbuja de falsa moral sexual.
- Creo que a veces puede parecer que la cultura antigua es más libertaria que la nuestra. Pero eso, normalmente, responde a que sus reglas se encuentran en lugares diferentes... Nosotros las buscamos en donde esperamos encontrarlas, no las encontramos ahí, así que asumimos que no existían. Pero tanto la sexualidad como el comportamiento sexual siempre han estado muy vigilados. No deberíamos olvidar nunca las relaciones de poder en la sexualidad en el mundo clásico. La idea de que un hombre fuera penetrado era humillante... ¡Pero estaba bien visto si eras el que penetraba!
- ¿No se puede apreciar el arte de los desnudos sin una «mirada de depredador»?
- Estoy segura de que en la teoría se puede, pero la historia de los desnudos ha estado en la práctica muy estrechamente unida a la mirada masculina. El observador masculino, dueño y en última instancia amante de los desnudos femeninos.
- Me gustaría acabar con una pregunta de ciertos tintes políticos. En España hay un debate muy candente sobre el concepto de violencia de género, sobre todo desde que tiene representación en un Parlamento regional un partido que niega que las mujeres sean maltratadas y asesinadas por el hecho de ser mujeres. ¿Qué le parece el ascenso de partidos con este tipo de postulados?
- La violencia contra la mujer a lo largo del mundo se ha pasado por alto con demasiada facilidad. Mueren más mujeres jóvenes en el mundo a manos de sus parejas masculinas que de cáncer. Todas las políticas que pretendan sostener que esto está bien son peligrosas; literalmente ponen en riesgo la vida de las mujeres a las que les afectan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Esperamos sus comentarios