“En un mundo hecho por y para las parejas es muy jodido estar sola”
Con la excusa de su nuevo libro, ‘Dueña de mi amor’, charlamos con Coral Herrera de amor romántico, de parejas, de autocrítica. De teoría y de práctica.
Tras nueve años en Costa Rica, la escritora Coral Herrera volvió a España justo una semana antes de que nuestras vidas cambiaran para siempre y empezara el confinamiento por el coronavirus, en marzo de 2020.
En medio de esta realidad, Coral ha publicado Dueña de mi amor (editorial Catarata), un libro para reflexionar en torno a conceptos como la autocrítica amorosa, los mitos en los que se sustentan nuestras vidas y relaciones heterosexuales, así como la necesidad de desarrollar herramientas que nos hagan sufrir un poco menos y cuidarnos un poco más en materia amorosa.
Supongo que el hecho de estar cerca de la familia durante estos meses de confinamiento y pandemia habrá sido un alivio para ti.
Sí, ha sido un alivio enorme. Costa Rica estaba cayendo en una crisis económica muy fuerte desde enero y esto vino a hundir la economía completamente. La vuelta ha sido un alivio, en el sentido de menos mal que estoy aquí, pero siento que esto es la peor pesadilla que podíamos estar viviendo.
Yo me digo que soy capaz de aguantar un sistema político represivo, porque cuando hay un enemigo puedes luchar, puedes sentir rabia contra esa opresión. También puedo aguantar un sistema económico jodido, neoliberal, injusto y cruel porque estoy en él, pero esta guerra emocional me resulta fortísima. Cuando esto empezó se asumió que debíamos quedarnos en casa por el bien común, yo lo entendí así, por solidaridad y eso me reconfortó mucho; pero me parece terrible estar en medio de esta guerra emocional porque va al epicentro de todo lo que es importante en la vida. Lo que es importante de verdad son las relaciones que tenemos porque cuando tú te mueres, en tus últimos días, ¿qué te llevas? Los besos, los abrazos, los buenos y los malos momentos con la gente…No te llevas más. Por eso, lo estoy pasando emocionalmente mal: nos imponen una distancia social que es también emocional. A mí lo que me motiva en la vida es mi gente querida y los cuidados que me brindan y los que brindo yo, entonces siento que nos están pidiendo una cosa muy difícil. Además, se ha instalado esta especie de “policía del amor”: regañar a los adolescentes que se están besando o a unas niñas que se abrazan y tener que decirles “no os toquéis”, “no os abracéis”. Me está resultando muy duro, todas las consecuencias están siendo durísimas.
«Nos imponen una distancia social que es también emocional», Coral HerreraCLIC PARA TUITEAR
Si ya teníamos carencias emocionales y una falta brutal de inteligencia emocional, por ejemplo, tú hablas de mutilados emocionales, esto ya supone una regresión enorme.
Es un holocausto emocional. Tengo el laboratorio del amor, que es una red de mujeres, y ya llevamos cinco años trabajando el tema del amor romántico. La mayor parte de ellas son mujeres sin pareja que están en edad reproductiva, de 30 y 40 años (donde ya hay una presión horrible). Lo que tienen todas ellas en común es una profunda soledad porque tienen la vida muy hecha: trabajan de lunes a viernes, los findes descanso, y están como intentando relacionarse con los hombres y es casi imposible. Porque el mercado de solteros está terrible: nadie se compromete afectivamente, nadie se responsabiliza. Lo que yo veo es que ellos tienen como una agenda de mujeres disponibles y no es solo que ellos las tienen enganchadas para cuando quieran sexo y tal, sino que hay muchos que enamoran a esas mujeres para tenerlas como más disponibles. Porque claro, las mujeres no estamos en esa onda de ellos, o no tanto. Y porque en el fondo, aunque vayamos de duras, todas sueñan o soñamos con encontrar al compañero o compañía para compartir la vida. En un mundo hecho por y para las parejas es muy jodido estar sola.
Yo recuerdo cuando era adolescente que sí que era muy fácil hacer nuevos amigos y amigas, pero luego, según vas creciendo, no es tan fácil y los vínculos tampoco son tan fuertes como los que haces cuando eres más joven. Pienso muchísimo en la gente que no tiene pareja y desea emparejarse porque ahora mismo es el peor momento, pero a la vez debería ser el mejor. No sé por qué, pero yo me imaginaba a la gente en la cuarentena escapándose de casa para juntarse con su amantes, con besos desesperados porque ahora mismo es el mayor actor de subversión. Pienso mucho en los nuevos afectos que no se están creando, en las nuevas relaciones que no se están formando. Y luego también en la calidad de las que sí están. Para mí una de los fallos es que no nos enseñen a cuidarnos a nosotros mismos y nosotras mismas ni tampoco a los demás, entonces por eso supongo que lo que tienen que hacer es reprimirnos. Es decir, en vez de enseñarnos a cuidarnos lo hacen a golpe de policía.
En el libro haces el paralelismo, ya lo venías haciendo anteriormente, entre el tema del amor romántico y el consumo de drogas, pero aquí también hablas del mito de la Navidad. ¿Podrías explicar la relación?
Con respecto a la adicción del amor romántico y su relación con las drogas, pienso en los años 80 en España y bastantes países de Europa cuando se acabó con una generación entera con la heroína. Se llenaron las calles de chavales totalmente zombis caminando sin rumbo, lo que es una forma de desmovilización política y social. Pues yo veo ese paralelismo entre las mujeres y el amor romántico. Igual que el poder desmoviliza y despolitiza ciertos sectores, sobre todo, juventud obrera y tal, a las mujeres nos tienen como los yonquis de la heroína de los 80 solo que con el amor romántico y a nivel mundial. A nosotras nos han hecho lo mismo hasta tal punto que somos capaces de cosas monstruosas. Hay mujeres que pasan más de la mitad de su vida sufriendo la falta de amor de una pareja que no la quiere o no la cuida bien.
Creo que un acto de rebeldía sería preguntarnos ¿qué podemos hacer para que se queden solos? Que todos los hombres se quedaran solos. Si un tío no te da lo que tú consideras que te tiene que dar, que es un mínimo de cuidados mutuos, si no lo da, tú tienes que ponerte en pie y decir: «No, hasta aquí hemos llegado”. Es que hay un coste muy elevado, sufrir no es gratis. Hay un capítulo en el libro que habla de quién se beneficia del sufrimiento de las mujeres. Lo hice para que se entienda bien qué es eso de que lo romántico es político, piensa en la cantidad de gente que se beneficia económicamente del sufrimiento de las mujeres.
En cuanto al mito de la Navidad es un mito en el que cae todo el mundo porque de alguna manera todo el mundo desea pasar unas navidades tranquilas, estar con la familia, pero siempre que llega esta época me pregunto: ¿habrá alguna familia feliz,? ¿habrá alguna casa donde no se discuta el día de Nochebuena? El mito de la Navidad está sustentado también en el mito de la familia. En general, es un cúmulo de mitos que nos lleva de uno a otros. Primero es el de encuentra tu media naranja, después forma una familia feliz y luego mantén la familia feliz a través de mitos como el de la Navidad, la armonía familiar, el amor incondicional o el de la abundancia y el consumo. Cuando se utiliza el mito para enganchar a la gente es muy potente y funciona muy bien porque todo el mundo aspira a ello. Muchas mujeres me dicen: “Soy una fracasada porque no he conseguido pareja o no la estoy consiguiendo” y yo digo que el mayor fracaso es estar con alguien que no te quiere, que te desprecia y te amarga la vida. Cuesta mucho entenderlo porque ese mensaje que intento transmitir va a contracorriente de lo que se ve todos los putos días en la televisión, la publicidad y los medios y es muy difícil no sucumbir.
Por eso, para combatirlo habría que aplicar la rebeldía política. Piensa que no eres tú sola, hay miles de mujeres en este planeta, en este mismo instante, que están sufriendo por lo mismo que tú. Si esto es un problema colectivo las soluciones no son individuales, son colectivas. Por eso hay que cambiar el mito. No sé si eliminarlo o cambiarlo por otras imágenes. A nivel teórico sé que suena fácil, lo complicado está en despatriarcalizar las emociones.
«Las herramientas tendrían que dárnoslas desde el colegio para gestionar nuestras emociones, para las relaciones, para cuidar a nuestra gente, para decir adiós»CLIC PARA TUITEAR
Me parece importante hablar de herramientas. Al final la teoría la sabemos, pero ¿cómo podemos ponerlo en práctica? En este sentido tienes una parte en el libro que dice vamos a contar verdades, lo que hablabas de desmitificar todas estas ideas en torno al amor romántico.
La pregunta que me hago cuando escribo esto es: ¿cómo podemos ahorrarles a las nuevas generaciones el sufrimiento que hemos vividos nosotras? Pasamos la primera mitad de la vida con esto del princesismo, que nos lo inyectan por vena y luego en la juventud llega la decepción, te tratan mal… Cuando ya hemos sufrido la estafa decimos: bueno, venga, ahora voy a curarme, a sanarme, a trabajármelo, voy a terapia… no. La clave sería que como nosotras ya lo sabemos pues hay que anunciarlo a la gente, decirle a las mujeres: mira, lo que vas a vivir es esto, esto y esto, para ahorrárselo. Y las herramientas tendrían que dárnoslas desde el colegio para gestionar nuestras emociones, para las relaciones, para cuidar a nuestra gente, para decir adiós. Sobre todo, para no hacer sufrir a los demás y no sufrir tú. Ahí podríamos hacer un cambio, creo yo, educativo y cultural y también político, sexual y económico.
Muchas veces cuando voy a talleres de adolescentes digo bueno, ahí he sembrado una semilla, pero, joder, luego están los medios de comunicación y todos los mensajes que se reciben por todas partes diciendo lo contrario. Es todo muy contradictorio porque aunque estemos intentando meter el feminismo en la educación, como no es transversal yo siento que no sirve de nada o casi nada, porque en todos lados está la exaltación del macho violento. En ese sentido, a veces soy muy pesimista. Es necesaria también una revolución cultural.
También mencionas que, desde el punto de vista romántico, muchas veces no nos permitimos disfrutar, nos autosaboteamos, no nos comprometemos, nos da miedo… Tengo la sensación de que este ponerse barreras a disfrutar del amor le pasa más a los hombres.
Una cosa que yo siempre he admirado de mis exnovios es que son tíos muy prácticos. Yo estaba siempre con mis dramas y me complicaba más. Siento que los hombres tienen más miedo al amor porque son más prácticos. Los que no quieren sufrir dicen “no me tengo que enamorar a saco” porque es un método de protección. Pienso que tiene que ver también con la educación que reciben. Si a ti desde pequeño te están diciendo cuidado con las tías, que las mujeres son manipuladoras, perversas, son mentirosas y muy retorcidas…, lógicamente, los hombres lo que crean es una estrategia defensiva contra nosotras y pienso que les funciona bastante bien. Ellos tienen un sistema defensivo que nosotras no tenemos. Los hombres necesitan más tiempo para saber si pueden confiar en la compañera con la que están, sobre todo por machismo y misoginia, por eso a ellos les cuesta más comprometerse. A lo mejor podríamos aprender un poco de ellos porque nosotras nos lanzamos al amor sin ningún tipo de protección. Al primero que nos ofrece un poco de cariño, de amor, de atención, etc. vamos ahí a saco y tendríamos que ir con más prudencia, no con miedo, sino con más cuidado.
Me gusta el concepto que tratas en el libro de hacer autocrítica amorosa porque se nos olvida ese detalle siempre, la autocrítica siempre es difícil de ponerla en práctica. ¿Por qué nos cuesta tanto?
Porque no lo hemos entrenado. La autocrítica es un arte y tiene que ser siempre amorosa, no se trata de fustigarse. Es el método con el que yo me trabajo como persona, el que trabajo con mi pareja y el que trabajo con las mujeres del laboratorio. Lo que propongo en mi trabajo es conocerse mejor a una misma; primero, para evitar el autoengaño, que es una cosa terrible que nos hace mucho daño y segundo, para hacer de este mundo un mundo mejor. Si a mí me preguntas hace unos años sobre el bullying te hablaría del bullying que yo sufrí por ser una niña bajita, muy delgada y, además, muy infantil; pero ahora soy capaz de hablarte no solo del que yo sufrí sino del que yo ejercí sobre mis profesoras cuando no me callaba. Soy capaz de reconocer como abusé de mi hermana por ser la pequeña. Ahora soy capaz de reconocer las veces en las que me he portado mal con mis parejas. No siempre lo he hecho bien, no siempre he sido elegante, sé que podría haberlo hecho mucho mejor en algunas situaciones. He pasado del papel de víctima a darme cuenta de que la explotación y la violencia se sufre y se ejerce a la vez. La autocrítica amorosa es lo que me ha permitido a mí también ver que no solo soy una víctima sino que yo también hago daño y también hago sufrir a los demás. Creo que eso nos cambia mucho el concepto. El tomar noción y el tomar conciencia, no solo de lo que sufrimos, sino de lo que hacemos sufrir a los demás. Se trata de hacer autocrítica amorosa para ser mejor persona y sufrir menos y disfrutar más del amor.
Es verdad que muchas veces ejercemos nuestro poder y la violencia sobre los demás y no lo pensamos o no nos damos cuenta.
Totalmente. Es una de las claves de la educación y del entrenamiento para ser mejor persona: el ver cómo ejerces tu poder, por ejemplo, para conseguir lo que tú quieres. Yo uno de los trabajos que hago en el laboratorio es: bueno, si tú lo que quieres es esto, ¿cuáles son tus límites éticos para conseguirlo?, ¿está bien la estrategia que estás utilizando para conseguir lo que quieres?, ¿está haciendo daño a los demás? Al final creo que es un método que funciona bastante bien para conocerte tú, para conocer tus límites y para plantearte como un ser social. Es decir, lo que tú deseas tiene un impacto en los demás. Qué bonito sería el mundo si lográramos no solo aprender a cuidarse a una misma sino aprender a cuidar a los demás (los actos, las palabras, cómo te diriges a la gente), pero bueno, es un arte y hay que entrenar mucho.
Sí que tiene mucho que ver con la responsabilidad afectiva y la revolución de los cuidados que mencionas en el libro.
Claro, ver cómo impactan en los demás tus emociones y tus sentimientos, tu deseo sexual, también tus carencias, tus traumas… Todo eso tiene un impacto en los demás y en la manera en que cuidamos. Si somos conscientes de esto podremos facilitar un poco las cosas. Las relaciones humanas son muy complicadas, son duras y muy difíciles y, en general, lo que necesitamos son herramientas para poder hacer que sean menos dolorosas, tanto en la pareja, como en la familia, en los amigos y las amigas… Si tuviéramos esas herramientas yo creo que sería mucho más fácil. Por ejemplo, en lugar estudiar a los reyes visigodos podríamos estudiar o trabajar también cómo arreglar una discusión o un conflicto, cómo dialogar para llegar a unos acuerdos.
Al final del libro hay una reflexión donde dices que crees que seríamos mucho más felices si no conviviéramos con los hombres y diéramos más espacio a la vida con las amigas, las hermanas, las vecinas y demás.
Es una reflexión que viene a raíz de un documental que vi en Radio Televisión Española que se llama Las Mosuo y que me impactó mucho. Es una comunidad de mujeres que tienen amantes y pareja, pero solo los ven por la noche, para gozar. Obviamente, también se les rompe el corazón y viven el duelo cuando se deja la relación, pero su mundo no se viene abajo porque su estructura de organización las permite mantener su economía y sus vidas siguen exactamente igual porque no viven con los hombres. Entonces, cuando tienen una ruptura sentimental es eso, una pérdida de alguien a quien quieres, pero no tienen que pasar lo que vivimos nosotras, que todo nuestro mundo se viene abajo: la hipoteca, el niño, el coche, el perro, las propiedades en común, toda la estructura social que se ha creado alrededor de la pareja, todo se desmorona. Al final, la propuesta que lanzo es que viviríamos mucho mejor si lográsemos relacionarnos con los hombres para disfrutar, para los momentos que tenemos libres, para follar, para viajar, para lo que sea, pero no formar unidades convivenciales con ellos porque cuando la relación no funciona nuestro mundo entero se viene abajo. No sé si seré utópica o qué, pero creo que sería más práctico. ¿Y sabes en quién lo veo? En las mujeres que ya no necesitan fundar familias felices. Las mujeres de 50 o 60 para arriba están genial y te lo dicen: “Yo novios sí, pero no lo quiero en casa ni vuelvo a lavar un calzoncillo”. Eso me parece maravilloso. Si pudiéramos llegar nosotras a ese punto sin tener que pasar por todo lo que pasamos, si pudiéramos desvincular nuestras vidas y nuestros planes de las parejas nos iría mejor.
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