Una
cooperativa hecha por mujeres en el Oriente antioqueño
Foto: Cooperativa Creafam |
Hace 27 años un grupo de mujeres se reunió para buscar alternativas para la recreación de sus hijos y encontraron en el cooperativismo una solución para todas sus vidas, y así cambiaron las de miles de personas más.
Por: Alejandra Morales
Preocupadas por las situaciones violentas a las que estaban expuestos sus hijos, y ante la falta de espacios adecuados para ellos, un grupo de aproximadamente 30 madres, entre amas de casa y profesoras, juntó fuerzas para buscar alternativas de educación y recreación fuera de los entornos adultos, así que conformaron GRUFARRE, Grupo Familiar Recreativo.
En 1993, la vida en Granada transcurría entre montañas, mulas y juergas de arrieros y agricultores. Los fines de semana los billares, las heladerías y los bares se llenaban de campesinos con sus camisetas abiertas hasta el ombligo, y en las mesas se atiborraban cigarrillos y botellas de aguardiente, ron y cerveza, transformando la tranquila y religiosa vida granadina en una fiesta. Entre ellos era común ver corretear niños detrás de los perros que fielmente acompañaban a sus dueños en sus faenas; y jóvenes que seguían el ejemplo de sus mayores, sucumbiendo también a las trifulcas que terminaban armándose cuando el alcohol se subía a la cabeza.
Empezaron a reunirse en el parque principal con bicicletas, patines, monopatines, triciclos y juegos callejeros para que los niños se integraran, y hasta crearon un gimnasio para los jóvenes. Sin embargo, la plata escaseaba y esto hizo que buscaran otras formas de financiar sus actividades: todos los días se turnaban para pararse en el parque a vender boletas para las rifas e incluso sacaron de su propio bolsillo para seguir dándole vida a este proyecto.
Tras cinco años, quisieron llevar su idea a otro nivel para continuar impactando a la población. A Yolanda Zuluaga se le ocurrió entonces constituir una cooperativa. Muchas de ellas ya conocían la dinámica de estas organizaciones, pues Granada es considerado el municipio emblema del cooperativismo en Colombia y para ese momento existían varias experiencias exitosas.
Con un capital de 625 mil pesos que reunieron entre todas, se instalaron en un local de nueve metros cuadrados, con un escritorio prestado y sillas de plástico; dos días más tarde la gente hacía fila afuera para asociarse. La gente encontró la confianza para unirse a su proyecto al ver que amas de casa y profesoras, mujeres como todas las de su localidad, querían darle otro rumbo al dinero de la gente y enseñarles a ahorrar para invertir en sus familias. Así nació la Cooperativa de Ahorro y Crédito CREAFAM, el 5 de abril de 1993.
Comenzaron con el anhelo de crear un centro recreativo, con instalaciones como piscinas y atracciones mecánicas donde toda la familia pudiera entretenerse, pero cuando el sueño apenas estaba echando raíces se atravesó el conflicto armado.
El primer gran golpe que recibieron los granadinos fue el 3 de noviembre del 2000, cuando un comando del Bloque Metro de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá invadió el parque principal y asesinó en menos de media hora a 19 personas. A partir de ahí, el pueblo vivió hostigamientos, retaliaciones de un grupo y otro que veían en Granada un territorio estratégico en su frente de guerra, debido a su cercanía con la autopista Medellín Bogotá y a algunas centrales hidroeléctricas. Empezaron los toques de queda, las amenazas constantes y los asesinatos todos los días, principalmente en las veredas.
La situación empeoró el 6 de diciembre de 2000, cuando en horas de la mañana se parqueó un carro cerca al parque principal, y después y sin previo aviso, voló en pedazos: llevaba 400 kilos de dinamita dentro y había sido detonada a control remoto por guerrilleros de los frentes 9, 47 y 34 de las FARC con la intención de atentar contra la estación de policía, sin embargo terminó llevándose la vida de 23 civiles y 5 uniformados, dejando 25 heridos, y convirtiendo parte del municipio en un cementerio de escombros después de casi 20 horas seguidas de combate.
La toma había dejado también 82 locales y 127 viviendas destruidas, así como 106 más averiadas. A partir de ahí, el éxodo de la población campesina y pobladores de la zona urbana, que había comenzado de manera paulatina hace algunos años, aumentó de manera alarmante. Durante los siguientes cuatro años serían desplazadas más de 9 mil personas, dejando veredas como El Vergel, La María y El Tablazo prácticamente deshabitadas. Para 2002, más de la mitad de la población se había ido.
Una vez más en la historia de Granada miles de personas se iban de su tierra a buscar suerte a otras partes, tal como en años anteriores en los que, acosados por la pobreza y la mano oscura de las grandes industrias que los despojaron de sus propiedades, tenían que dejar todo lo que conocían y rehacer su vida.
Ante esta situación, quienes habían partido años antes tampoco se quedaron quietos y, gracias a la motivación de las cooperativas, vieron en esta situación la forma de mostrar que la solidaridad y la unión, más que un valor, es una forma de vida. Tan sólo dos días después de la toma, representantes de varias colonias granadinas, junto con las cooperativas del municipio, entre ellas CREAFAM, se reunieron en Medellín para planear la reconstrucción del municipio. El 9 de diciembre, tres días después de la toma, se realizó ‘la marcha del ladrillo’, en la que alrededor de cuatro mil personas se movilizaron por las calles del pueblo con un ladrillo en la mano, con el que simbolizaban su reconstrucción.
A través de la campaña ‘Todos Juntos por Granada’ se logró movilizar a empresas públicas y privadas, y junto a la administración, las cooperativas y colonias en otras ciudades, recogieron alrededor de 550 millones de pesos, con los que acudieron al gobierno nacional pidiendo ayuda para levantar de nuevo el pueblo destruido
Pese a esto, el desplazamiento masivo generó una fuerte debacle económica para la cooperativa, pues gran parte de sus asociados habían perdido sus casas y sus familiares, por lo que habían salido hacia otras ciudades, a veces sin un peso en el bolsillo. La situación hizo que CREAFAM buscara otras formas de llegar a la gente que usaba sus servicios, no como una forma de cobrarles sino para brindarles apoyo. La primera ciudad a la que llegaron fue a Cali, y con la ayuda de la colonia granadina en esa zona fueron ubicando a muchas de las personas desplazadas, para formar una red de apoyo y seguir brindando sus servicios. De esta forma, llegaron también a Barranquilla, Medellín, y el Eje Cafetero. Curiosamente la historia se repitió en varias cooperativas: el desplazamiento permitió que se expandieran detrás de sus asociados y asociadas.
En Granada, y en general en todo el oriente antioqueño, las cooperativas han sido manifestación del sentir fraternal de las comunidades que se han formado a sí mismas a través del poder de la solidaridad y la importancia de la familia, muchas veces abandonadas por el Estado a merced de la guerra. Y en esta lucha por mantenerse a flote, han sido las mujeres trabajadoras quienes han sabido sacar la cara por ellas y sus familias.
Casi 20 años después de los sucesos que marcaron su población se puede decir que Granada es otra, que renació de los escombros y se convirtió en un ejemplo nacional. Su casco urbano está completamente restaurado y poco a poco las personas han ido regresando a sus casas y a sus fincas, a la vez que hacen esfuerzos grandisimos para que no se olvide esta tragedia que vivieron y de esta forma no se vuelva a repetir. Con organizaciones como la Asociación de Víctimas Unidas de Granada, ASOVIDA e iniciativas como el Salón del Nunca Más, un lugar de memoria construido por la misma comunidad, en la que visibilizan los relatos de esta cruenta guerra y los rostros de sus víctimas; además, han sido pioneros en los procesos de reconciliación con diferentes actores armados.
Hoy, CREAFAM tiene presencia en Antioquia, Valle, Quindío, Risaralda y Atlántico con 17 agencias con más de setenta mil asociados y sigue contribuyendo a la creación de conciencia de que la solidaridad es un modo de vida, y que sólo a través de ella se pueden lograr grandes cosas. Las mujeres siguen teniendo un papel importante para la cooperativa, con más de 37.000 asociadas en todo el territorio, 50% de delegadas mujeres y 43% en los órganos administrativos.
CREAFAM® seguirá creciendo para generar más historias, sonrisas y sueños cumplidos.
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