Catalina Ortiz, representante a la Cámara por el Valle.¿Qué tanto se hace por la mujer en el Congreso? Habla la congresista Catalina Ortiz
Por Paola Gómez, jefa de Redacción
“Cuando las mujeres no estamos en los escenarios públicos, nuestra visión no queda representada en la solución de los problemas. Eso no está bien. Pero hay gente que no lo comprende. Por eso hay que mejorar la conversación sobre los temas de las mujeres, porque nos sigue haciendo falta participación”.
Esa es la visión de la representante a la Cámara por el Valle Catalina Ortiz, quien en su rol de vicepresidenta de la Comisión de Equidad de Género del Congreso habla sobre los logros alcanzados, las dificultades que persisten en el discurso y el por qué insistir en proyectos que permitan mayor representación femenina en lo público. Incluso, aprovecha para hacerle un llamado a todos los candidatos a alcaldías y gobernaciones: “que se comprometan con gabinetes paritarios. Si el presidente Duque pudo hacerlo, ¿ustedes no se va a comprometer con lo mismo?”.
¿Durante este año qué logró la Comisión de Equidad del Congreso para las mujeres?
Logramos cosas muy importantes que se vieron reflejadas en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Presupuesto General de la Nación.
Yo creo que la discusión alrededor de la violencia contra la mujer en Colombia seguirá hasta que no paremos esas cifras que son catastróficas y allí también tenemos que trabajar más. Pero la agenda de mujeres tiene que dejar de estar dominada solo por este tema; de ahí el esfuerzo por introducir el empoderamiento económico, la economía del cuidado o la conversación de mujeres en ciencia, tecnología e innovación, en la que falta mucho pero ya se está dando.
¿Específicamente, qué se logró en el Plan de Desarrollo?
Logramos meter el trazador de género, porque hoy en día uno va a tener una conversación con el Gobierno sobre los recursos que van para las mujeres y usted no sabe cuánto son. Con este trazador vamos a poder tener un mejor conteo de los recursos y hacerles seguimiento.
Cuando arrancó la discusión del Plan, la plata para las mujeres no estaba marcada, entonces logramos un rubro de $5,4 billones, que es poquito pero es un avance y vamos a poder hacerles seguimiento. Son cantidades de proyectos del Ministerio de Comercio los que vienen. También mejoramos las metas, porque las que había eran pírricas. Estamos adelantando un proyecto de emprendimiento con 500 mujeres.
Otro logro fue la creación de un sistema nacional de mujeres que es muy sencillo y es que en cada entidad nacional haya alguien encargado de los temas de género, porque era un desastre que cuando la Vicepresidenta o la Alta Comisionada pedían alguien con quién hablar en Mindefensa o Minas, por ejemplo, no lo había.
¿Fue un fracaso que no pasara el proyecto que buscaba la paridad política? (conformación de listas cerradas con alternancia y participación de las mujeres en un 50 %)
Ese fue el día más triste de toda la legislatura, no solo por perder, porque uno en el Congreso se tiene que acostumbrar a eso, sino porque se oyeron cosas como estas: “esas viejas quieren que les regalemos las curules”. Ese día vi a algunos de mis colegas hombres con ese machismo aflorado y desde ese día he profundizado el discurso de que tenemos que hacer que la gente entienda que estos temas son una problema de la sociedad colombiana.
Que solo el 12 % de las alcaldías del país estén ocupadas por mujeres, el 16 % de los concejos y el 18 % del Senado no es consecuente cuando somos más de la mitad del país. Y que nos digan que en 2056 estaremos llegando a un escenario con una presencia apenas aceptable no es consuelo.
Quienes están en desacuerdo con proyectos como el de la paridad argumentan que se quiere imponer a la fuerza la presencia de mujeres, no por logros sino por ser mujeres...
El día que fuimos a pedir la paridad les explicamos: queremos ser la mitad de las listas para poder llegar y tener voz. Las leyes de cuotas se las inventaron para subsanar deudas históricas y por un periodo determinado, con el fin de mejorar la participación.
Pero lo que a nosotras nos está costando trabajo es llegar la primera vez, una vez llegamos, demostramos lo que tenemos. Yo estoy haciendo bien mi papel como representante del Valle, mire el caso de Claudia López, Angélica Lozano, que lo han hecho muy bien.
La gente no entiende que no es un favor que nos están haciendo o un regalo; es subsanar una deuda histórica y permitir que accedamos a unos espacios, porque eso nos está costando más trabajo de lo normal.
¿Sí hay un ambiente amable para las mujeres en el Congreso? ¿Qué hace falta? ¿Cómo lograrlo?
Necesitamos un Congreso en igualdad. Hay que mirar ejemplos como el del Parlamento Europeo pero no solo para tener un índice, sino para mirarnos por dentro. Por ejemplo, el acoso en el Congreso, el tema salarial, si ganamos más o menos, si hay un ambiente propicio para las mujeres. Y que ojalá alcaldías y gobernaciones también se revisen. Que se sostenga la hora de la lactancia, que haya salas de lactancia. Las plenarias son a las horas en que las que hay que acostar a los niños, incluso estas cosas favorecen una masculinidad diferente.
En los consejos de seguridad municipales y departamentales no se tratan los temas de mujeres y somos el 51,2 % de la población. ¿Qué cuales son los temas de seguridad? que nos atracan, nos roban. Están violando niñas. Entonces las soluciones son militaricemos la ciudad o quitemos el parrillero. Dígame, ¿a qué niña van a dejar de violar porque quiten el parrillero? Con el mismo interés que se habla de homicidios, deben ser tratados los feminicidios.
¿La Comisión de Género se siente respaldada por el resto de las congresistas cuando proponen estos temas de equidad?
Creo que hemos avanzado un montón. Que las compañeras han comprendido que esta es una conversación relevante y hasta taquillera y que ahí hay un compromiso grande.
Hay un montón de hombres queriendo estar en la Comisión. Sí creo que hay una solidaridad importante, aunque aún hay las que dicen: ‘que no haya tantas mujeres que nos representen no es un problema’. O no falta la que dice que a las mujeres nos falta capacitarnos más. Como si no supieran que hoy hay más mujeres graduándose de la universidad que hombres. Era lo mismo que les decían a las sufragistas: que no estaban listas, ¡cómo así! ¿Aquí vota cualquiera y a nosotras nos sigue haciendo falta? No creo.
¿Siendo una feminista con una posición privilegiada, ha sentido resistencia a su discurso?
Si a uno le dicen ‘feminazi’ porque habla de estas cosas y le clavan los ojos es muy verraco, pero hay que seguir, porque tenemos que mejorar la calidad de la conversación de la mujer y entender que estos temas no son un capricho, sino un derecho.
Un desafío grande, por ejemplo, es cómo enfrentamos ese feminismo blanco elitista que dice ‘a mí no me ha afectado ni me ha favorecido el ser mujer’. Siempre les digo que esas frases tienen una enorme falta de solidaridad, porque en Colombia somos primero clasistas, antes que racistas y machistas. Cuando usted es estrato 48 claro que no le ha pasado nada por ser mujer.
Creo que es interesante cuestionarnos el tipo de feminismo que practicamos y tener una visión más incluyente, pensar no solo en mí, sino en lo que le pasa a todas las mujeres en distintas zonas del país.
Son preocupantes las denuncias de muchas defensoras de derechos humanos y lideresas que hoy están aterrorizadas en sus territorios...
Estamos ante un fenómeno que es multicausal y no es idéntico, a diferencia de otros exterminios. Lo que está pasando con las mujeres negras en el Pacífico, por ejemplo. Con la búsqueda de la paz se enriquecieron las tierras y esas tierras están causando un conflicto, especialmente en el Pacífico y tiene que ver con la propiedad. En el Catatumbo pasa otra cosa. No hay una fuerza oscura o un solo grupo que lo esté causando. El Gobierno no está matando a los líderes sociales, pero sí tiene la responsabilidad de entender el fenómeno. Hay que tipificar los casos para poder combatir este, que es el drama más grande que tiene el país en este momento.
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martes, 16 de julio de 2019
Política
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