Flora Tristán, la inventora de la clase obrera
Hace 175 años desaparecía una figura pionera del activismo obrero, no reconocida por ninguno de los hombres que la sucedieron
Un rumor sin confirmar aseguró que era hija de
Simón Bolívar, pero Flora Tristán (1803-44) no necesita tirar de fake
news para entrar por méritos propios en la leyenda. La posteridad, sin
embargo, no es siempre justa. Se la recuerda más por ser la abuela del
pintor Paul Gauguin que por su compromiso irreductible
a favor de los desheredados.
Toda su vida
tiene el sabor de una novela melodramática. Su padre era un coronel
español, Mariano Tristán de Moscoso. Este militar cometió un gran error al no
regularizar su matrimonio con la dama francesa Thérèse Laîné, así que ella no
podrá demostrar que estaba casada cuando él muera inesperadamente.
El militar ni
siquiera dejó un testamento que estableciera los derechos de su esposa y de su
única hija, una negligencia que condenará a ambas a sufrir innumerables
penurias económicas. La falta de recursos impidió que Flora accediera a una
buena educación, por lo que toda su vida debió luchar contra una ortografía
deficiente.
Habituada
a leer novelas románticas, advertía que su marido nada tenía que ver con los
héroes románticos
Apremiada por la
necesidad de dinero, entró como aprendiza en el taller de André Chazal,
un pintor de segunda fila. No lo sabía entonces, pero su vida nunca volvería a
ser la misma. Chazal, poco atractivo y no demasiado inteligente, intentó
seducirla a toda costa.
Un matrimonio
fallido
Instada por su
madre, Flora consintió en acceder a un matrimonio de conveniencia que implicaba
un ascenso social. La joven pobretona se convertía en la señora de su
propia casa. El precio a pagar, sin embargo, iba a resultar demasiado
elevado. Ella, habituada a leer novelas románticas, no podía evitar advertir
que su marido, un ser mediocre, nada tenía que ver con los héroes románticos.
En medio de
continuas desavenencias, la pareja tuvo tres hijos, de los que uno murió. Serán
los protagonistas de una pugna durísima cuando Flora, cansada de vivir
junto a un hombre al que no puede soportar, huya y se lleve a los niños. De
nuevo necesitaba dinero para mantener a su familia. ¿Cómo conseguirlo?
Le pareció buena
idea escribir a su tío Pío Tristán y Moscoso, un magnate peruano que había sido
el último virrey de la administración española. Al consumarse la independencia,
su habilidad política le permitió adaptarse al régimen republicano,
en el que consiguió medrar y enriquecerse.
Al enterarse de
que tenía una sobrina, el potentado respondió a su carta con afecto. Su
reacción animó a Flora a iniciar una gran aventura: iría a Perú en 1833
para reclamar la herencia paterna a la que creía tener derecho.
El viaje
convirtió a la pequeña burguesa en una rebelde, al enseñarle lo que
significaba la desigualdad social. La futura socialista descubre realidades
tan espantosas como la esclavitud, ante la que se siente una
indignación profunda.
Un viaje a Perú
Aunque no logró
la herencia que buscaba, solo una pensión que le concedió don Pío, la experiencia
iniciática de conocer un nuevo mundo le servirá, a su regreso a
Francia, para escribir Peregrinaciones de una paria, publicado en
1838, que se convertirá en un best seller.
Es una obra
testimonial, aunque no siempre deba tomarse al pie de la letra, porque la
autora mezcla la realidad con la novela de aventuras. No obstante, sus
comentarios sobre la sociedad peruana resultan muy jugosos. Su curiosidad
insaciable la lleva a interesarse por todo, desde las continuas guerras
civiles a la abrumadora hegemonía social del catolicismo.
Los
médicos no pudieron extraer la bala, por lo que a partir de entonces vivió bajo
una amenaza permanente
La situación de
las mujeres le parece contradictoria. Observa que están sometidas a un mundo
patriarcal, pero también cree que las limeñas disfrutan de más libertad
que las europeas. Cubiertas por completo con un vestido tradicional, con un
solo ojo a la vista, aprovechan el anonimato para hacer lo que desean.
El libro no fue
bien recibido en Perú por su visión crítica. Pío Tristán, ofendido, dejó de
pagar a Flora su pensión. Entretanto, Chazal, su marido ante los ojos de la
ley, puesto que no existía el divorcio, se obsesionó con arrebatarle a sus
hijos. En 1838 estuvo a punto de asesinarla de un disparo.
Los médicos no
pudieron extraer la bala, por lo que a partir de entonces vivió bajo una
amenaza permanente. Si el proyectil se movía, podía matarla. Por
este crimen, Chazal será condenado a veinte años de prisión.
Famosa pero
temida
La sensibilidad
hacia los más débiles volverá a manifestarse con fuerza en su siguiente
libro, Paseos en Londres, que vio la luz en 1840. Su visión de la
capital británica es cualquier cosa menos complaciente. Bajo el oropel de la
metrópoli comercial, Flora aprecia el sufrimiento humano provocado por
un entorno deshumanizado, el de la “ciudad monstruo”.
El éxito de su
reportaje inglés consolida su prestigio como escritora. El problema es que la
fama viene acompañada de efectos indeseados: ahora está en el ojo del huracán,
por lo que todo el mundo mira con lupa sus palabras. Las
editoriales y los periódicos se lo piensan dos veces antes de publicar nada de
una firma que equivale a subversión.
El movimiento obrero debe mucho a los postulados teóricos defendidos por Tristán. En la imagen, un discurso de Lenin.
Dominio
público
Tendrá muchos
problemas para publicar Unión obrera, en el que propone una gran
asociación de trabajadores para hacer frente a las miserias del proletariado.
Finalmente, el opúsculo aparecerá ese mismo año gracias a la generosidad de los
“suscriptores”, en una operación que ahora denominaríamos de micromecenazgo.
Se recaudó así un total de 1.538 francos.
Unión obrera se convirtió en un
título imprescindible dentro del socialismo. Pero quedó oscurecido por la
publicación, pocos años más tarde, en 1848, del Manifiesto
comunista de Marx y Engels. Ninguno de ellos
reconoció su deuda con Tristán.
Tampoco muchos otros, por lo que hizo falta la irrupción del movimiento feminista décadas después para que se reivindicara la memoria de una mujer que luchó por sus ideales en circunstancias particularmente difíciles.
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