lunes, 3 de mayo de 2021

Mujeres en la Historia

 

Flora Tristán, la inventora de la clase obrera

Hace 175 años desaparecía una figura pionera del activismo obrero, no reconocida por ninguno de los hombres que la sucedieron

Un rumor sin confirmar aseguró que era hija de Simón Bolívar, pero Flora Tristán (1803-44) no necesita tirar de fake news para entrar por méritos propios en la leyenda. La posteridad, sin embargo, no es siempre justa. Se la recuerda más por ser la abuela del pintor Paul Gauguin que por su compromiso irreductible a favor de los desheredados.

Toda su vida tiene el sabor de una novela melodramática. Su padre era un coronel español, Mariano Tristán de Moscoso. Este militar cometió un gran error al no regularizar su matrimonio con la dama francesa Thérèse Laîné, así que ella no podrá demostrar que estaba casada cuando él muera inesperadamente.

El militar ni siquiera dejó un testamento que estableciera los derechos de su esposa y de su única hija, una negligencia que condenará a ambas a sufrir innumerables penurias económicas. La falta de recursos impidió que Flora accediera a una buena educación, por lo que toda su vida debió luchar contra una ortografía deficiente.

Habituada a leer novelas románticas, advertía que su marido nada tenía que ver con los héroes románticos

Apremiada por la necesidad de dinero, entró como aprendiza en el taller de André Chazal, un pintor de segunda fila. No lo sabía entonces, pero su vida nunca volvería a ser la misma. Chazal, poco atractivo y no demasiado inteligente, intentó seducirla a toda costa.

Un matrimonio fallido

Instada por su madre, Flora consintió en acceder a un matrimonio de conveniencia que implicaba un ascenso social. La joven pobretona se convertía en la señora de su propia casa. El precio a pagar, sin embargo, iba a resultar demasiado elevado. Ella, habituada a leer novelas románticas, no podía evitar advertir que su marido, un ser mediocre, nada tenía que ver con los héroes románticos.

En medio de continuas desavenencias, la pareja tuvo tres hijos, de los que uno murió. Serán los protagonistas de una pugna durísima cuando Flora, cansada de vivir junto a un hombre al que no puede soportar, huya y se lleve a los niños. De nuevo necesitaba dinero para mantener a su familia. ¿Cómo conseguirlo?

Le pareció buena idea escribir a su tío Pío Tristán y Moscoso, un magnate peruano que había sido el último virrey de la administración española. Al consumarse la independencia, su habilidad política le permitió adaptarse al régimen republicano, en el que consiguió medrar y enriquecerse.

Al enterarse de que tenía una sobrina, el potentado respondió a su carta con afecto. Su reacción animó a Flora a iniciar una gran aventura: iría a Perú en 1833 para reclamar la herencia paterna a la que creía tener derecho.

El viaje convirtió a la pequeña burguesa en una rebelde, al enseñarle lo que significaba la desigualdad social. La futura socialista descubre realidades tan espantosas como la esclavitud, ante la que se siente una indignación profunda.

Un viaje a Perú

Aunque no logró la herencia que buscaba, solo una pensión que le concedió don Pío, la experiencia iniciática de conocer un nuevo mundo le servirá, a su regreso a Francia, para escribir Peregrinaciones de una paria, publicado en 1838, que se convertirá en un best seller.

Es una obra testimonial, aunque no siempre deba tomarse al pie de la letra, porque la autora mezcla la realidad con la novela de aventuras. No obstante, sus comentarios sobre la sociedad peruana resultan muy jugosos. Su curiosidad insaciable la lleva a interesarse por todo, desde las continuas guerras civiles a la abrumadora hegemonía social del catolicismo.

Los médicos no pudieron extraer la bala, por lo que a partir de entonces vivió bajo una amenaza permanente

La situación de las mujeres le parece contradictoria. Observa que están sometidas a un mundo patriarcal, pero también cree que las limeñas disfrutan de más libertad que las europeas. Cubiertas por completo con un vestido tradicional, con un solo ojo a la vista, aprovechan el anonimato para hacer lo que desean.

El libro no fue bien recibido en Perú por su visión crítica. Pío Tristán, ofendido, dejó de pagar a Flora su pensión. Entretanto, Chazal, su marido ante los ojos de la ley, puesto que no existía el divorcio, se obsesionó con arrebatarle a sus hijos. En 1838 estuvo a punto de asesinarla de un disparo.

Los médicos no pudieron extraer la bala, por lo que a partir de entonces vivió bajo una amenaza permanente. Si el proyectil se movía, podía matarla. Por este crimen, Chazal será condenado a veinte años de prisión.

Famosa pero temida

La sensibilidad hacia los más débiles volverá a manifestarse con fuerza en su siguiente libro, Paseos en Londres, que vio la luz en 1840. Su visión de la capital británica es cualquier cosa menos complaciente. Bajo el oropel de la metrópoli comercial, Flora aprecia el sufrimiento humano provocado por un entorno deshumanizado, el de la “ciudad monstruo”.

El éxito de su reportaje inglés consolida su prestigio como escritora. El problema es que la fama viene acompañada de efectos indeseados: ahora está en el ojo del huracán, por lo que todo el mundo mira con lupa sus palabras. Las editoriales y los periódicos se lo piensan dos veces antes de publicar nada de una firma que equivale a subversión.

El movimiento obrero debe mucho a los postulados teóricos defendidos por Tristán. En la imagen, un discurso de Lenin.

 Dominio público

Tendrá muchos problemas para publicar Unión obrera, en el que propone una gran asociación de trabajadores para hacer frente a las miserias del proletariado. Finalmente, el opúsculo aparecerá ese mismo año gracias a la generosidad de los “suscriptores”, en una operación que ahora denominaríamos de micromecenazgo. Se recaudó así un total de 1.538 francos.

Unión obrera se convirtió en un título imprescindible dentro del socialismo. Pero quedó oscurecido por la publicación, pocos años más tarde, en 1848, del Manifiesto comunista de Marx y Engels. Ninguno de ellos reconoció su deuda con Tristán.

Tampoco muchos otros, por lo que hizo falta la irrupción del movimiento feminista décadas después para que se reivindicara la memoria de una mujer que luchó por sus ideales en circunstancias particularmente difíciles.

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