𝑫𝑬𝑳 𝑪𝑼𝑬𝑹𝑷𝑶 𝑫𝑬 𝑳𝑨 𝑮𝑬𝑵𝑻𝑬, 𝑵𝑶 𝑺𝑬 𝑯𝑨𝑩𝑳𝑨

Aunque parezca un “
cumplido”, muchas veces tus palabras pueden ser violencia disfrazada.

“Te ves mejor más delgada.”

“Estás muy guapa, lástima que seas gordita.”

“Si te pusieras algo más femenino…”

“Qué pena que no te saques partido.”

“Con esa cara podrías tener novio, si quisieras.”
Todas estas frases tienen algo en común:

Nos enseñan que nuestro cuerpo tiene que complacer la mirada ajena.

Que nuestro valor depende del peso, la ropa, el estilo o la forma en que nos vemos.

Que si no encajamos en lo que se espera, merecemos ser corregidas, juzgadas o “aconsejadas”.

No, gracias.
Nuestro cuerpo no necesita aprobación, ni evaluación, ni comentarios “bienintencionados”.

Si vas a hablar de un cuerpo, que sea del tuyo.
Y ojalá que lo hagas con amor, cuidado y respeto.

lo decimos claro:
La libertad también se construye desde el cuerpo. Sin juicios. Sin violencia. Sin moldes.
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