No es amor, es posesión.
Esto no es romanticismo.
Esto es doble moral, machismo y control.
El problema no es mirar.
El problema es mirar desde la cosificación, desde la creencia de que las mujeres son un trofeo que se puede tener… pero no compartir ni admirar libremente.
Las mujeres no son propiedad.
No son estatus.
No están para satisfacer el ego masculino ni para demostrarle a nadie que son “la más bonita”.
Estar en pareja no anula la dignidad.
Y el respeto no se trata de celos, sino de libertad mutua.
Mereces a alguien que te vea por lo que eres,
no que te cele como un objeto que se presume, pero se vigila.
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