domingo, 10 de enero de 2021

Mujeres

 SEMBRADORAS DE FE

-LAS MALVINAS-BARRANQUILLA

 

 

Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP*

 

 

Con este grupo nos conocemos desde ayer. Nos reunimos por Zoom, cada mes, para reflexionar la Palabra, con rostro de mujer, nos invitan y permiten participar, así sea a distancia. Les acompañamos Josefina, María Fernanda y yo.

 

Muchas arrobas de sal, hemos compartido juntas, tanto a las religiosas, como padres de familia, e hijas, fueron fustigadas, con amenazas, por anunciar el Reino de Dios, por el señor cura párroco, que afortunadamente de su nombre no me acuerdo.

 

Un día, casi me peleo con la directora, porque nos habían quitado a una de las religiosas, pero ella, nos dio una respuesta muy humana y razonable: “Hemos tenido que retirarla, para protegerla”. Ante eso, nada más que decir. Seguimos siendo muy amigas, como hermanas, muy unidas por la Esencia Divina, que nos pide seguir anunciado el Reino de Dios.

 

El 28 de diciembre pasado, hemos tenido la última reunión del año, reunión digna de compartir con tod@s ustedes. Estas mujeres han sido formadas en el Colegio de Lestonac del Bosque, que dirigían las religiosas de la Compañía de María.

 

En una de las reuniones, las más inocentes sobre la vida de Juana de Lestonac se nos ocurrió que nos hablaran sobre ella. Así, conseguimos que nos dieran a conocer esta maravillosa mujer, visionaria y profeta.

 

Desde su hogar, cada dato histórico que nos decían nos impactaba, papá católico y mamá calvinista=presbiteriana, de familia de alta nobleza. Quería ser religiosa, pero su padre se opuso, había en ese entonces escándalos en algunos conventos, no era el momento. Fue inducida a casarse. A los 7 años de casada enviudó, tuvo 8 hijos, 3 murieron. Así y todo, Juana, seguía soñando con hacerse una honesta y digna religiosa viviendo el Evangelio.

 

Se hizo monja de clausura, pero la austeridad y disciplina, la hicieron retirarse. Este momento fue duro y doloroso. En medio de tanta confusión y desconcierto, intuye, percibe se da cuenta que su misión es educar y proteger a las jóvenes del abismo.

 

Siendo sobrina de Miguel Montaigne, reconocido humanista de la época y hasta nuestros días. Teniendo buena relación con su tío, él le apoya, le hace ver la realidad y situación del mundo, entre la crisis de guerras evangélicas, y la pandemia que asoló su ciudad Burdeos-Francia donde había nacido y vivía. Aquí se empieza a gestar un Proyecto Educativo, cuenta también con el apoyo de 2 sacerdotes jesuitas. Al Proyecto se une un grupo de mujeres, contando con las dificultades para ser reconocidas legalmente. Proyecto que ha ido cambiando, mejorando, centrándose en el presente de cada día.

 

Al compartir la vida de Juana, quienes estábamos presente, empezaron a compartir sus testimonios. Personalmente me impresionaron sus comentarios alrededor de lo vivido en sus matrimonios.

 

A pesar de que les han hecho ver lo hermoso y potencial del matrimonio como sacramento. Ellas, lo seguían viviendo como algo malo, vulgar, feo, como pecado. Una cosa, era escuchar las enseñanzas en el Colegio y otra es escuchar al cura en el templo.

 

“Señor, perdóname, porque estoy pecando”.

 

Qué tortura del sistema patriarcal, tan horrible, gestada en la sociedad y en la religión. Cuántas veces nos hemos perdido de conocer el anuncio Liberador de Jesús, por escuchar fanáticamente el cuidado a la castidad, la sumisión y entrega solo al servicio del patriarcado.

 

Hoy, primer día del año, fiesta de la Sagrada Familia, celebremos la vida, no más consciencias rígidas, escrupulosas, y enfermas. Celebrar la vida no es un acto de concupiscencia, es un acto de amor y entrega mutua.

 

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