La construcción del mito de la 'femme fatale' plasmado en el arte del siglo XIX
Carolina Álvarez Albalá
Rebelde, dependiente, perversa, sumisa, letal, casta… La imagen de la mujer ha sido descrita con múltiples calificativos a lo largo de la historia. En el arte del siglo XIX predominó la representación de la femme fatale, que era sinónimo de sexualidad y destrucción, tal y como recoge el Unabridged Oxford Dictionary. Para conocer la percepción de la mujer que tenían los pintores de esta época, en la que se complacía a ellos y degradaba a ellas, es necesario retroceder hasta la primera fémina, labor para la que contaremos con Erika Bornay, autora de Las hijas de Lilith.
Según un pasaje del Antiguo Testamento, Dios entregó a Adán una mujer que, al igual que él, fue creada a partir del polvo de la tierra. Sin embargo, la convivencia entre ambos no fue la que se esperaba. Tal y como publica la Encyclopaedia Judaica, Lilith reivindicó sus derechos ante Adán preguntándole por qué debía estar en una posición inferior a la suya, si era su igual. Adán hacía oídos sordos a estas súplicas y sometía a su compañera a la fuerza, hasta que un día, Lilith se dirigió a la región del aire, donde se unió al gran diablo.
Tras el abandono, Dios compuso a partir de una costilla de Adán a Eva, la nueva y sumisa esposa del primer hombre de la Creación. «Al parecer, Dios se equivocó, puesto que Eva iba a ser más letal para la humanidad que la misma Lilith, al comer del árbol prohibido y tentar a Adán con la manzana», cuenta a El Independiente Erika Bornay, autora de Las hijas de Lilith.
Lilith y Eva tendrán como sucesora a la Virgen María, a quien la Iglesia católica «adora y glorifica», puesto que representa a una mujer carente de sexualidad, que «fue concebida y concibió a su vez sin el pecado, en oposición a Eva» explica Erika Bornay. De ella descienden el común de las mujeres, que pueden considerarse sus hijas. Es aquí cuando se hace una primera distinción entre la imagen perversa, representada por las figuras de Lilith y Eva, y la mujer bondadosa y delicada que ejemplifica la Virgen María.
Erika Bornay muestra en las páginas de su libro, numerosas reproducciones de las creaciones pictóricas de esos autores, quienes modificaron la representación de la mujer en la historia del arte, aunque en vez de reflejar el cambio que suponía la incorporación de esta a la sociedad de finales del siglo XIX, se decantaron por la construcción del mito de la femme fatale. A continuación presentamos una selección de dichas obras:
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