La Dama de Brassempouy: una misteriosa estatuilla de hace más de 20.000 años
Se trata de una de las piezas arqueológicas más famosas del mundo. Una estatuilla que, durante décadas, se consideró el más antiguo retrato conocido de un ser humano. Sin lugar a dudas, la Dama de Brassempouy, también llamada Dama de la Capucha, es una de las esculturas más célebres de la historia por su gran antigüedad y su factura extremadamente minuciosa y detallada.
Características y antigüedad
Esta diminuta estatuilla, de tan sólo 3,65 centímetros de altura, 2,2 de ancho y 1,9 de grosor, continúa siendo un misterio para la ciencia a día de hoy. Tallada en marfil de mamut, representa una esquemática cabeza femenina, con rostro triangular y nariz y cejas bien perfiladas. Sin embargo, carece de boca y ojos. Su cráneo aparece cubierto por lo que para muchos especialistas sería un peinado sumamente elaborado. Otros, creen que en realidad se trataría de algún tipo de gorra o capucha
La pequeña venus está tallada en marfil de mamut. En la imagen, cría de mamut congelada hallada en Siberia. Instituto Real de Ciencias Naturales de Bélgica, Bruselas. (Ben2/CC BY-SA 3.0)
La “Grotte du Pape”
En el año 1880, a 2 kilómetros de la localidad francesa de Brassempouy, en el sur de las Landas, se estaban llevando a cabo unos trabajos de acondicionamiento de una carretera que cruzaba las propiedades del entonces conde de Poudenx. Fue gracias a esas labores de acondicionamiento que se encontró la conocida como “Grotte du Pape” (Cueva del Papa).
El aristócrata autorizó una primera excavación en la gruta recién descubierta. Excavación de la que se encargó un farmacéutico y arqueólogo aficionado llamado Pierre-Eudoxe Dubalen. Dubalen publicó un artículo al año siguiente en el que daba a conocer los materiales encontrados, clasificados como “magdalenienses”.
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La cueva permaneció intacta durante más de diez años hasta que en 1891 se realizó una segunda excavación dirigida por Joseph de la Porterie, familiar del conde propietario de las tierras, y Albert Léon-Dufour. Entre los dos recuperaron varias piezas de marfil, confirmando que se trataba de un yacimiento muy prometedor.
Boca de acceso a la “Grotte du Pape”, la Cueva del Papa en la que fue descubierta la Dama de Brassempouy (Dame de Brassempouy/CC BY-SA 4.0)
Posteriormente, entre 1894 y 1897, realizó excavaciones en Brassempouy Édouard Piette, abogado que llegaría a convertirse en juez y un absoluto apasionado de la arqueología. Pero sus primeros pasos en Brassempouy fueron casi catastróficos.
Los organizadores del congreso de la Asociación Francesa para el Avance de la Ciencia (AFAS), que se iba a celebrar en Pau, le preguntaron por un yacimiento al que los participantes pudieran ir a pasar una alegre jornada de excavación. Piette les recomendó que se acercasen hasta Brassempouy. Entre tanto, el 10 de septiembre del año 1892, De la Porterie, Piette y un miembro de la AFAS pasaron la tarde excavando en la entrada de la cueva en compañía de Émile Cartailhac. Piette no imaginaba lo que estaba a punto de suceder.
Dos días antes de la excursión, una cuadrilla de peones accedió a la cueva para dejarla lista para los excursionistas. Desbrozaron y allanaron parte de la entrada sin ninguna supervisión y depositaron los restos arqueológicos que consideraron de interés en una casa cercana. Entre esos restos se hallaba la primera estatuilla encontrada en Brassempouy: partida en varios trozos por un golpe de herramienta dado por uno de los obreros. Cuando Piette descubrió tales barbaridades, éstas ya no tenían remedio. Pero lo peor aún estaba por llegar.
Retrato de Édouard Piette. Museo de Toulouse. (Didier Descouens 2010/CC BY-SA 4.0)
La visita de los congresistas, el 19 de septiembre de 1892, constituyó un absoluto saqueo: cuarenta científicos se lanzaron sobre la entrada de la cueva con picos, paletas o lo que tuvieran a mano hasta llenar sus bolsas con todo lo que les pareció interesante. Por si fuera poco, al día siguiente el yacimiento fue asaltado por excavadores furtivos.
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El descubrimiento de la pequeña Venus
Finalmente, Piette se las apañó para quedarse con los permisos de excavación, trabajo que llevaría a cabo en colaboración con Joseph de la Porterie entre 1894 y 1897 de forma muy metódica y meticulosa, dando una importancia excepcional a la estratigrafía.
Durante estas excavaciones, el abogado encontró otras ocho estatuillas, ninguna de ellas completa. Entre ellas estaba la Dama de la Capucha, cuyo aspecto exótico le dejó desconcertado y le sumió en una gran incertidumbre. En una carta dirigida al director del Museo de Saint Germain, explicaba lo siguiente:
"Nuestra excavación ha sido productiva. El señor De la Porterie y yo hemos recuperado más de 40 dientes de rinoceronte, algunos dientes de mamut, algunas mandíbulas de hiena, numerosos punzones y cinco fragmentos de estatuillas humanas. Entre estos está ‘la cabeza de una mujer adornada con una peluca egipcia’”.
Su aspecto exótico y su excepcional detallismo provocaron que, durante cierto tiempo, su descubridor sopesase la posibilidad de que fuera falsa. (Public Domain)
Piette no pudo evitar pensar en la posibilidad de una falsificación. De hecho, tardará en convencerse y seguirá mostrando sus dudas en sucesivas misivas y anotaciones.
En una carta más detallada, firmada el 21 de agosto de 1894, vuelve a reflexionar sobre la cuestión para concluir que las estatuillas 'exóticas', una de ellas la "cabeza de mujer de tipo mongoloide, con peluca egipcia", son auténticas.
A Piette le hubiera gustado saber que los estudios más recientes realizados en el siglo XXI y con los recursos técnicos actuales, confirman que, efectivamente, la Dama y las demás figuras de Brassempouy que tanto le inquietaron son auténticas, aunque desde luego no sean egipcias. De todos modos, sigue llamando la atención a día de hoy la sorprendente complejidad del tocado de la estatuilla para una mujer del Paleolítico Superior: el misterio de la Dama de Brassempouy sigue más vivo que nunca aún en la actualidad.
Imagen de portada: Vista frontal y perfil de la Venus de la Capucha. Museo Arqueológico Nacional de Francia. (Public Domain)
Autor: Mariló T.A.
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