Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista.
Ambas resistimos desde nuestras raíces, desde nuestros ciclos.
Ambas reclamamos respeto, cuidado y autonomía.
No somos objetos para usar.
No somos tierras para invadir.
Somos vida que florece cuando se le respeta.
Feminismo y ecología comparten una misma lucha: la defensa de lo que la cultura patriarcal ha intentado controlar.
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