Coronavirus. Tarja Halonen: "Ahora que hay más mujeres al frente de varios países, podemos ver que lo hacemos mejor"
El experimento sueco se terminó. Con los hospitales de Estocolmo llenos, los responsables sanitarios claman ahora ayuda del gobierno para evitar un desastre humanitario, tras apostar durante meses en medidas voluntarias de distanciamiento social para evitar una cuarentena y sostener la economía. ¿Resultado? Suecia registra una de las tasas de mortalidad per cápita más altas del mundo, en marcadísimo contraste con sus vecinos: Finlandia y Noruega. Respetuosa y mesurada, la expresidenta finesa Tarja Halonen no cree que haya nada que celebrar porque la estrategia de su país haya funcionado mejor, pero sí cree que debemos poner en perspectiva y contexto lo ocurrido. "Parece que poner la salud como primera prioridad ha sido una decisión fundamental, enorme. Y también, al menos por ahora, vemos que resultó beneficioso para la economía", dice a LA NACION desde Helsinki. Primera jefa de Estado en la historia de su país, Halonen es más asertiva, en cambio, al sostener que la cuestión de género resultó un factor clave para explicar la calidad de las respuestas de los gobiernos ante la pandemia. "¿Puedo ser un poco provocativa?", plantea, sabiendo que avanzará igual. "Ahora que sabemos que tenemos más mujeres al frente de varios países", como Finlandia, Alemania y Nueva Zelanda, "podemos ver que lo hacemos mejor". Halonen terminó su segundo mandato en 2012, tras doce años en el poder, con altísimos índices de popularidad. Pero no se retiró. Ahora copreside un Grupo Asesor de Alto Nivel de la ONU para promover políticas para mujeres y niños en todo el mundo, e integra la Comisión PanEuropea que montó la Organización Mundial de la Salud (OMS), en agosto, para aportar ideas en la lucha contra el Covid-19. Ella es optimista, pero realista. "Lo que estamos viviendo ahora", dice, "es un entrenamiento para el futuro". -¿Qué es lo que más le preocupa en estos momentos? -La pandemia representa un desafío de múltiples dimensiones. La primera y más obvia, la dimensión sanitaria. La gente se enfermará, la gente morirá, lo que subraya mucho el derecho a la salud como un derecho humano. Pero si miramos más allá, están los efectos a largo plazo que causan las restricciones impuestas en los individuos, en las familias y en la sociedad. Tenemos que tener en cuenta estas restricciones, encontrar un balance con las prioridades que hoy son el derecho a comer y a la salud. Debemos recordar, también que los desafíos que afrontamos hoy son mucho más peligrosos que en el pasado. La historia muestra que las pandemias han ocurrido antes, en todas partes -y ustedes saben mucho sobre ellas en América Latina-, pero aún así la gente se ha sorprendido por la escala global que adquirió esta pandemia, la rapidez con que se ha extendido de un país a otro. -¿Qué la inquieta al pensar en los próximos cinco años? -Que nuestra memoria es muy corta. Es muy probable que el año que viene no recordemos lo que vivimos durante esta pandemia, mucho menos el año siguiente. Sabemos, ya, que el Covid-19 es muy peligroso, pero no es tan malo como otras pandemias del pasado. Pero aún así debemos comprender que las sociedades modernas y altamente desarrolladas son, al mismo tiempo, sociedades muy vulnerables y frágiles. Es un fenómeno característico de la globalización. La pandemia no respeta las fronteras y, por tanto, la única respuesta es la cooperación internacional. El mundo está integrado y eso tiene sus pros y sus contras. Como sabemos, la globalización partió desde una perspectiva muy económica, de la necesidad de incrementar la eficiencia de la producción, y se descuidó su dimensión social. Eso también lo saben muy bien en América Latina. Pero este desbalance ha cambiado, parcialmente. Por eso los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyen la idea de trabajo decente. Debemos gestionar mejor la globalización. Porque una globalización descontrolada será un problema, tengamos una pandemia o no. -¿Puede explayarse? -Los países que han puesto la economía en primer lugar y han evitado imponer restricciones no han logrado contener la pandemia, que puede dispararse en cualquier momento. Hemos visto cómo un problema de contagios en un sector de la sociedad puede causar tremendos problemas a toda la comunidad. Eso es lo que sucedió en algunos países en particular. ¿Puedo ser un poco provocativa? Es un tipo de pensamiento masculino tradicional típico. Ciertos países pusieron los intereses económicos por delante, plantearon que la economía debe funcionar para evitar un alto desempleo, entre otros efectos negativos, y yo entiendo esta forma de pensar, pero lo hicieron a costa de anteponer esas ideas a otras consideraciones necesarias. Compare cómo se desarrollaron ambas opciones en los países nórdicos, denominados Estados de Bienestar. Verá que el primer ministro de Suecia y los expertos que lo asesoran adoptaron ese tipo de pensamiento economicista. Trataron de gestionar su país sin imponer limitaciones estrictas para los contactos entre sus ciudadanos. El resultado fue que Suecia tiene ahora 10 veces más muertes por cada 100.000 habitantes que nosotros, Finlandia, y Noruega. Hasta ahora somos el país nórdico con índices más bajos. Parece que poner la salud como primera prioridad ha sido una decisión fundamental, enorme. Y también, al menos por ahora, vemos que resultó beneficioso para la economía. -¿Cómo reaccionan los fineses ante esas restricciones? ¿Dónde trazar la línea entre salud y restricciones a la libertad? -Necesitamos limitaciones. Por supuesto que hemos registrado tantos avances en nuestros derechos y libertades que reaccionamos muy fuertemente cuando surgen limitaciones contra nuestros derechos humanos. Es verdad. Pero también entre los derechos humanos hay que poner prioridades, y los derechos a la salud y a la vida son los más importantes. Por ahora y hasta que podamos conseguir la vacuna en un futuro próximo, las medidas más efectivas son las restricciones. Hoy tenemos que actuar con la mayor solidaridad en nuestras mentes. Debemos utilizar nuestros recursos para ayudar a los demás. Y así deberá serlo también cuando están disponibles las vacunas. -Transcurridos casi diez meses de pandemia, ¿observa algún rasgo distintivo entre los gobiernos liderados por mujeres u hombres? ¿O entre gobiernos democráticos y autocráticos? -Es muy bueno que hayas mencionado estas dos opciones porque creo que, hasta cierto punto, van de la mano, están unidas. Déjeme recordarle que nuestro gobierno actual es el primero en Finlandia donde no solo tenemos a una primera ministra, sino que su coalición incluye a cinco partidos políticos, todos liderados por mujeres. Y algo más: dadas las características de nuestro sistema, ningún partido es tan grande que pueda formar gobierno por sí solo. Así que siempre tenemos un gobierno de coalición. Dicho eso, y dado que fui la primera mujer presidenta en la historia de mi país, cuando alguien me pregunta si hay algo diferente en la forma en que hacemos las cosas en comparación con los hombres, normalmente respondo que tenemos la evidencia científica de que las mujeres líderes son mejores que los hombres [risas]. Hablando en serio, estoy muy convencida de que al menos no somos peores y, ahora que tenemos más mujeres al frente de varios países, podemos ver que lo hacemos mejor. Incluso le digo más: aquellos países donde está mejorando la posición de las mujeres muestra que esos países se interesan en los llamados sectores "blandos" de la sociedad, aquellos en los que las mujeres son tradicionalmente son muy importantes, como la salud, en el bienestar social y la cultura. Por supuesto que, incluso en Finlandia, ciertos sectores de la sociedad tienden a ser más "femeninos" que otros y en estos momentos, mientras golpea el Covid-19, es relevante que nuestras comunidades valoren la importancia de estos sectores, sin que esto implique una crítica a los varones. Siempre digo que se necesitan hombres fuertes para trabajar con mujeres fuertes. -¿Y respecto regímenes democráticos y autocráticos? -Es posible que las sociedades autocráticas puedan funcionar más fácilmente porque si ordenan algo, ocurre. Pero también creo que en las sociedades democráticas trabajamos en el presente, al mismo tiempo que estamos formando sociedades futuras, fomentando el consenso. El desarrollo sostenible solo puede tener éxito si tanto los líderes, como las empresas, la comunidad, el mundo académico, las ONG y los ciudadanos comprenden lo que tienen que hacer. Es una dinámica que fluye de arriba hacia abajo, pero también de abajo hacia arriba. Por el contrario, en los regímenes autocráticos suele ocurrir que los líderes creen que pueden garantizar por sí mismos la seguridad de su nación, aunque en la práctica no han resultado muy efectivos para lidiar con el coronavirus. Creo que esa es una buena lección para todos. La clave ante este tipo de desafíos pasa por la confianza entre el pueblo y el gobierno. Déjeme darle un ejemplo: en Finlandia lanzamos una aplicación para teléfonos móviles para facilitar la detección y seguimiento de contagios. Al cabo de una semana, el 50% de los fineses la había bajado a su celular. No dudamos. Yo la tengo en mi teléfono y la chequeamos de manera periódica para saber si hemos estado en contacto con alguien que se contagió. Por el contrario, en otros países desconfían de estas herramientas. Incluso en algunos países europeos, la gente sospecha mucho sobre la vacunación y circulan todo tipo de rumores. En la práctica, es como dice el viejo refrán: "Los puntos débiles salen a la luz cuando tienes una crisis". -¿Cree que con Joe Biden en la Casa Blanca habrá más multilateralismo? -Puedo decir que después de las elecciones estadounidenses, y a pesar de todas sus dificultades, soy mucho más optimista. Conozco a Biden. Tuvimos una larga conversación antes de su visita a Rusia de 2011. Yo era la jefa de Estado, Biden pasó por Finlandia y hablamos un par de horas. Le planteé que Vladimir Putin es bastante normal. Si lo miras como a un igual, todo marchará bien. Pero si intentas mirarlo desde arriba, desde una posición de prevalencia, no lo aceptará, del mismo modo que si lo abordas como alguien más poderoso, él aprovechará la oportunidad. Pero ese es otro punto [sonríe]. Biden es un político estadounidense tradicional, respetado por sus dotes diplomáticas, y ya ha dicho que quiere integrarse a la arena internacional. Dicho eso, por supuesto que los países grandes siempre han querido ser más importantes que los pequeños y no creo que con él sea la excepción. Pero su llegada es muy necesaria para hacer frente al cambio climático y trabajar juntos por un futuro más sostenible. Debemos ser lo suficientemente inteligentes como para no esperar ningún tipo de milagro, pero sí viendo las posibilidades de trabajar con Estados Unidos. Espero, por ejemplo, que el año próximo podamos reencauzar los acuerdos de París y relanzar la Organización Mundial de la Salud. Trabajaremos para alcanzar esos objetivos. -¿Cuáles son las preguntas que deberíamos hacernos ahora? -[Sonríe] Tu pregunta me lleva a mi infancia... Mi madre solía decirnos a mi hermana y a mí: ¿Con qué frecuencia dices "yo" y con qué frecuencia debemos decir "nosotros"? Ahora, por supuesto, al plantear el "nosotros" aludo a un concepto global. Creo que esa es la pregunta central. Nuestro mensaje a las generaciones más jóvenes es que deben saber que tienen muchos años por delante y que lo que están experimentando en estos momentos, con esta pandemia, es una experiencia generacional que deberán transmitírsela y explicársela a la generación que vendrá después. Porque creo que lo que estamos viviendo ahora es un entrenamiento para el futuro y que los jóvenes pueden salir mejores de esto. Veamos a Finlandia: tiene casi 100 años como nación y durante estos 100 años, hemos tenido una guerra civil sangrienta y otras dos guerras, y ahora tenemos una sociedad que fue construida para el promedio de la próxima generación. Eso explica, al menos en parte, porque estábamos preparados para afrontar esta pandemia. Ahora es importante ver que este puede ser el comienzo del "nosotros" en lugar del viejo "yo". -¿Hay alguna pregunta que no le planteé y quisiera abordar? -[Calla por unos segundos] Diría: "Sean optimistas". Tenemos todas las posibilidades para superar esta situación, para ser los héroes de este momento. Conquistaremos esta pandemia de Covid-19 y saldremos de ella aún más fuertes. Tenemos mucho que cuidar en nuestras sociedades en estos días, sí, y hay mucho que tenemos que hacer, pero podemos hacerlo. Ese es mi mensaje [Sonríe]. ¡Lamento mucho no poder decirlo en mi viejo y pobre español! [risas] BiografíaNacida en Helsinki, en 1943, estudió Derecho en la Universidad de Helsinki para luego completar una maestría y el doctorado en Leyes. Dedicada al Derecho laboral, trabajó para la Organización Central de Sindicatos Finlandeses, y en 1974 comenzó a volcarse a la política partidaria, siendo elegida miembro del Consejo Municipal de Helsinki y, luego, miembro del Parlamento. Ya en la órbita del Ejecutivo, entre 1987 y 2000 lideró varios ministerios: de Sanidad y Asuntos Sociales, luego de Cooperación Nórdica, de Justicia y, por último, de Relaciones Exteriores, siendo reconocida por su defensa de los derechos humanos y la igualdad de géneros. En las elecciones de 2000 se convirtió en la primera presidenta en la historia de Finlandia, reelecta por otros seis años en 2006, acumulando reconocimientos de treinta países y una quincena de universidades y entidades artísticas. -En estos tiempos de pandemia global, ¿qué libros o películas o música o cualquier otra actividad sugiere a los argentinos para distraerse o, acaso, aprovechar el tiempo? ¿Qué hace usted con su tiempo libre? -Cuando era joven me interesé mucho en el arte, como lo sigo estando hoy, pero mis padres no eran muy idealistas. Así que me dijeron que las artes estaban bien, pero que debería pensar en otra cosa. Entonces me convertí en abogada y comencé a trabajar con los sindicatos y los trabajadores. Pero todavía amo mucho las artes. Me vuelco mucho en ellas. Incluso esta mañana, mientras escuchaba largos discursos, hice algunos dibujos. Es algo que me orienta. Pero te contaré algo más: bailo tango. No somos tan flexibles como ustedes, los argentinos, pero bailamos tango aquí, en Finlandia. Solemos decir que la única forma en que realmente podemos expresarnos es a través del tango. De hecho, conocí a mi primer novio bailando tango y lo bailo desde entonces. De hecho, [sonríe] cuando lo bailo es el único momento en que pienso que mi pareja, él, es el que manda [risas]. Por: Hugo Alconada Mon |
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