jueves, 16 de enero de 2020

Columna

El performance “Un violador en tu camino” ha marcado un punto de inflexión dentro de la lucha social feminista; es la llama que ha despertado la cuarta ola del feminismo que, por primera vez, surge desde América Latina.
No son pocos los precedentes: el movimiento internacional “Me Too” y en Argentina la “Campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito”, cuyo símbolo son los pañuelos verdes, le dieron la vuelta al mundo, y poco a poco consolidaron una conciencia en pro de la igualdad que ha florecido hoy en cuatro continentes con este himno feminista.
Este despertar de las mujeres se da en el marco de unas de las movilizaciones más grandes de América Latina, las cuales exigen pagar la deuda social latente en la región. La política económica implantada la ha llevado a ser la más desigual del planeta, con una alta feminización de la pobreza, brechas salariales, mayor desempleo femenino y una fuerte descarga de las funciones estatales en las mujeres a través de trabajos de cuidado no pagos en los hogares.
La sobrecarga de trabajo, los bajos salarios, el cobro de impuestos sexistas y el recrudecimiento de la violencia hacia las mujeres han sido una mezcla explosiva que ha llevado a millones de mujeres de la indignación a la acción.
Cuatro chilenas conforman el colectivo Las Tesis, autoras del nuevo himno feminista, quienes con la pretensión de volver arte las teorías feministas crearon este performance que revolucionó el mundo.
La primera vez que lo transmitieron fue el 20 de noviembre en Valparaíso. A los 5 días, con motivo del “Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer”, lo presentaron en Santiago de Chile sin saber que en menos de tres semanas sería replicado en más de 100 ciudades del mundo. Un verdadero despertar de las mujeres alrededor el planeta.
¿Por qué tanto eco? Es difícil definir por escrito el sentimiento que genera el cántico. Para millones de mujeres ha sido un acto de sanación, una catarsis colectiva, un grito de desahogo. Como afirmó la escritora feminista estadounidense Kate Milleten los años setenta: “lo personal es político”; esa violencia que ha sentido cada mujer a lo largo de su vida, hoy más que nunca se pone en la escena pública, en la lucha social, en “la política”, como reclamo colectivo.
La sororidad que ha estimulado esta creación ha generado una seguridad para hablar sobre las violencias que por años estuvieron invisibilizadas en “secretos familiares”: “el Estado no me cuida, me cuidan mis amigas”, dice. Acertadamente se une a otras consignas ya famosas dentro del movimiento: “Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado que va a caer, que va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”. Tristeza y rabia desbordada se unen a un sentimiento de esperanza dentro del movimiento social.
Las Tesis se inspiraron en los planteamientos de la antropóloga argentina Rita Laura Segato, feminista conocida por sus investigaciones sobre la violencia de género, quien recientemente afirmó en una entrevista para El Periódico[1]: “La canción condensa de manera magistral un conjunto de ideas que están en el corazón de esa violencia y que han sido inmediatamente comprendidas por las mujeres que, aunque no se llamen feministas, tienen una piel que siente el patriarcado”.

Para ella, la letra del himno pone en escena tres aspectos importantes:

  1. Que el violador no es un monstruo extraterrestre ni un loco proclive al crimen, sino que puede ser una persona “normal”, la más cercana que podríamos imaginar, un papá, un tío, un amigo o la pareja o expareja, como lo demuestran las cifras oficiales de los países.
  2. El carácter patriarcal de la Policía. La última frase del cántico es una estrofa del himno de los carabineros chilenos (Esmad), que irónicamente dice: “Duerme tranquila, niña inocente, sin preocuparte del bandolero, que por tu sueño dulce y sonriente vela tu amante carabinero”, mientras que existen cientos de denuncias de abuso sexual por parte de este escuadrón en el marco de las protestas en Chile, que han incluso dejado varias muertas, como fue el conocido caso de la fotoperiodista Albertina Martínez Burgos. El exceso de la fuerza pública hacia las mujeres en el marco de las manifestaciones también ha sido conocido en nuestro país.
  3. El carácter patriarcal de los jueces y del Estado. Está probada la persistente impunidad en los feminicidios. Casi el 90 % de los victimarios sigue en libertad. Según las cifras de Sisma Mujer y Feminicidios Colombia, en Colombia cada tres días ocurre un feminicidio.
La frecuente revictimización de los casos y la violencia institucional demuestran la poca voluntad política de los Estados por despatriarcalizar la justicia. El caso de Rosa Elvira Cely es el ejemplo más evidente de la presencia de Estados feminicidas. De ahí la parte más sonora de la canción: “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”
Abuelas, madres, adolescentes y niñas se han unido en una sola voz en más de 5 idiomas, motivadas por una nueva generación que se atrevió a darle voz a un sentimiento colectivo catapultado por siglos. Llevan puesto de manera sarcástica tapaojos y ropa “provocativa” para interpretar “la violencia que no ves” y exculpar para siempre a las víctimas de los actos feminicidas. Muchas de las réplicas se han realizado estratégicamente en los lugares de las ciudades donde más ocurren feminicidios. El performance es utilizado como un instrumento de protesta.
A quienes les incomoda la denuncia, ya es hora de desprenderse del “mandato de la masculinidad”, de cuestionar esta cultura patriarcal que no nos hace felices ni a hombres ni a mujeres. Como dice la psicóloga y activista feminista Florence Thomas: “ese hombre que descuartizó a una mujer, a una adolescente o a una niña […] muere en vida”[2]. La cultura patriarcal nos está matando, literalmente. El feminismo es nuestro mejor aliado para acabar con esta barbarie feminicida.
Construyamos una sociedad cuidadora. El Estado cuidador debe ser capaz de contrarrestar esta ola de violencia. Como dice Rita Segato: “al caer el patriarcado, muchas otras formas de poder perderán sentido”. El feminismo, una vez más, está dando ejemplo de cómo, a través de la lucha pacífica y creativa, podemos superar la desigualdad. Ese debe ser el mensaje para las próximas generaciones. El cambio es imparable

ESTE ES EL HIMNO CREADO POR EL COLECTIVO.


[1] Puede consultar la entrevista en el siguiente link: https://www.elperiodico.com

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