jueves, 30 de abril de 2020

ABIGAIL LÓPEZ, CUARENTENA, LITERATURA, PANDEMIA, REFLEXIONES, RELATO

Diario de cuarentena



jueves 2 de abril
Hoy es un día de los que temía -un día sin razones, sin pendientes que me levanten de la cama- y ni siquiera tuvieron que llegar las vacaciones. Yo misma cancelé mis compromisos virtuales porque no tenía la energía necesaria para atenderlos. Me desgasta mucho esta situación.
Al inicio me parecía inexplicable este cansancio, esta pesadez. ¿Cómo podía terminar más agotada sin salir de casa que cuando tengo que desplazarme de un lugar a otro en esta ciudad? Además, me he dado cuenta de que me cuesta mucho poner atención a las clases en línea, porque sí, soy de las afortunadas que todavía puede mantener una pizca de “normalidad” llevando a cabo mis actividades a distancia. Pero no es normal, y este problema no lo suelo tener en el aula.
No consigo quedarme quieta cuatro horas frente a la pantalla “sin hacer nada”, necesito ponerme a hacer cualquier cosa.
Lo estuve pensando mucho, y sospecho que a muchas mujeres les pasa lo mismo, a causa de la carga mental. Estamos acostumbradas a ver la inmovilidad y el descanso como pérdida de tiempo, no nos permitimos detenernos cuando hay tantas cosas por hacer. Normalmente esas tareas son una sombra que nos sigue en nuestro día a día, pero estando en casa su presencia es ineludible y agota.
En mi caso no son tanto las labores del hogar las que me angustian, porque no recaen únicamente sobre mí, en general consigo evadirlas bastante. Pero no ha sido fácil llegar aquí, he tenido que reclamar mi espacio, delegar obligaciones y no aceptar nuevas en pos de mi tranquilidad.
Lo que me inquieta es sentir que no estoy haciendo nada productivo, así que me paso las clases inventándome tareas como poner en orden mis archivos, mi escritorio, mi agenda.
Otra cosa que me desorienta es que, durante el último año, he evitado estar en casa debido a una profunda tristeza que llegó hace tiempo y no he podido apartar, una que apenas estoy aprendiendo sobrellevar y no tengo intenciones de compartir con las personas que viven conmigo. Ya no me posee como antes, sólo a ratos, pero me aterra que alguien la note. No hay una buena comunicación en esta casa y no me atrevo a hablar de mis sentimientos porque desde niña me enseñaron que éstos no son una razón legítima de malestar, así que aprendí a ocultarlos y gestionarlos en soledad. Es esa soledad a la que me recuerda este encierro, y me pone mal.
Termino hablando sólo conmigo, pero muchas veces se me olvida tratarme con amabilidad. Quisiera callar esas voces que me hieren, y la única solución que encuentro es escribir. Tal vez por lo menos logre bajarles el volumen por esta noche.

Autora: Abigail López (Ciudad de México, 1992). Feminista, maestra de idiomas y apasionada del lenguaje. Ama los gatos, los libros y el jugo de naranja.
Tomado de

CÍRCULO LITERARIO DE MUJERES

miércoles, 29 de abril de 2020

CORONAVIRUS, CUARENTENA

Estado de guerra





Abril 2020, Berlín.
1
Está prohibido salir de casa sin una identificación y sin comprobante de domicilio.
Todos los días cargo mi cangurera negra con mi pasaporte y mi Anmeldung*. Fantaseo con el momento en que un policía pregunte cuáles son mis razones para estar fuera de mi casa, y le pueda responder ‘por mis salud mental’, y que no pueda refutar mi respuesta.
¿Será que tendremos que despedirnos de la potencialidad del anonimato?
2
Está prohibida cualquier reunión de más de dos personas que no vivan en la misma casa.
Mi marido es la única persona con la cual he tenido una conversación cara a cara desde hace varias semanas. No me atrevo a preguntarle a alguien que nos veamos, pues todos mis amigos están practicando el distanciamiento físico. Lo de hoy son las llamadas, y de esas sí he tenido bastantes. La primer fiesta de cumpleaños a la que asistí de manera virtual fue muy rara, y cuando intentamos cantar Happy Birthday fue un desastre.
¿Será que la soledad física será nuestra nueva interacción social?
3
Es imperativo guardar una distancia de 1.5 metros entre personas que no vivan juntas.
Hacer filas nunca me había angustiado. Estaba acostumbrada a ellas, especialmente cuando una vive en ciudad grande, pero ahora las filas son kilométricas, y esto le agrega un dramatismo palpable. Hemos tenido que hacer fila para entrar al super, a la ferretería, y para elegir nuestra fruta en el tianguis. Hasta las farmacias tienen personal de seguridad que se asegura de que exista una separación entre las personas.
¿Será que de ahora en adelante nos tendremos miedo?

4
Está prohibido salir de casa sin una razón válida.
Salimos a comprar comida, a comprar medicinas, a hacer ejercicio, o a caminar. También está permitido salir a consulta con tu doctora o doctor. Las autoridades alemanas han hecho lo posible para evitar el confinamiento obligatorio como en Italia o España. La gente en Berlín sigue saliendo. Se ven muchas menos personas que lo usual en Mitte, probablemente sea porque ya no hay turistas. En el resto de los barrios la vida parece seguir igual.
¿Será que empezaremos a cuestionar nuestras propias razones antes de salir a los espacios públicos?

5
Llevo dos años y medio en Berlín, ocho en Alemania. Antes del coronavirus, el tema de la guerra era algo existente, como un fantasma que a veces pasa dejando una estela de perfume. Ahora tengo flashbacks de algo que nunca viví. Ahora veo las calles solas y me remontan a esos momentos que tantas personas describieron y documentaron, a eso a lo que nadie quiere volver. Ahora trato de adaptarme a una nueva normalidad que no existe.
¿Será que tendremos que normalizar el estado de guerra?
*Documento oficial de empadronamiento.
Autora: Elba Quintero. Mexicana porque no tuve opción, berlinesa porque al final sí la tuve. Nacida en los ochentas, en medio de las exigencias irracionales tapatías, mi estado consciente se fue formando para crear rebeldía que fue encausada a distintas formas de acciones sociales. Escritora, copywriter de tecnologías de la salud, aspirante a fotógrafa, obsesionada con la comida y los perros. Mi escritura toca temas como salud mental, feminismo, migración, y Berlin; y viene en forma de poesía, crónicas, ensayo y memorias. Formo parte de la junta de Women Writing Berlin Lab, y me encuentro desarrollando varios proyectos personales de fotografía, podcast y coaching de desarrollo personal.

martes, 28 de abril de 2020

CUARENTENA, FEMINISMO, MUJERES, REFLEXIONES, RELATO, SORORIDAD, TERESA GONZÁLEZ MOLINA


Historias sobre redes de apoyo y cuidados entre mujeres en el barrio, para momentos de crisis




Ante la incertidumbre y miedo que se vive en estos tiempos, quiero compartir un poco acerca de mi propia historia o, mejor dicho, de la historia de las mujeres que sentaron los cimientos para convertirme en la mujer que soy. Al mismo tiempo es una historia de cómo en el barrio, la solidaridad entre mujeres es lo que posibilita que podamos sobrevivir y vivir en crisis como estas.
Como la mujer que soy; feminista, hacedora y creadora de sueños, me asumo semilla de muchas mujeres, que apoyaron a mi madre, que cuidaron de mi hermana y de mí, que con empatía y amor compartieron alimentos, ropa y cuidados.
Soy hija de una mujer comerciante, prácticamente toda mi familia ha vivido del comercio. Desde muy pequeña mi mamá salía a vender flores y verduras que mi abuelo cosechaba en lo que hoy forma parte del Pedregal de Santo Domingo, en Coyoacán.
Más tarde, mi madre y mi abuela se convirtieron en fundadoras -junto con otras mujeres- de un mercado. También hubo hombres, por su puesto, pero eran menos; y como era de esperarse tomaron el crédito y las invisibilizaron.
Yo crecí en un mercado, recuerdo y me recuerdo siempre entre muchas mujeres con sus hijas e hijos trabajando. La mayoría de los negocios eran de mujeres con sus crías, y paternidades ausentes, sea por que los hombres abandonaron su responsabilidad o porque los que estaban ganaban menos o tenían problemas de alcoholismo. Recuerdo que entre ellas a veces discutían, se enojaban, pero curiosamente ante momentos críticos siempre se apoyaban.
Mi madre enviudó en plena crisis económica. Era 1994 y en México tuvo lugar una fuerte devaluación de la moneda que llevó a la banca rota y al desempleo a miles de familias. Al dedicarse mi madre y mi padre al comercio, no contábamos con ningún tipo de seguridad social, ni seguro de desempleo, pensión o gastos funerarios. Mi madre había contraído varias deudas de gastos médicos y del funeral.  No tuvo apoyo de ninguna de las dos familias, su negocio –el cual pretendía iniciar de nuevo- estaba completamente vació, además de que tenía dos hijas pequeñas y una inmensa depresión, pues parecía y sentía que había quedado totalmente sola.
En medio de la desesperación recuerdo el amor y el apoyo de muchas de esas mujeres del mercado, recuerdo también el cuidado y solidaridad de sus clientas. Algunas le prestaron dinero para continuar, otras organizaron tandas y fueron flexibles con los números para que mi mamá pudiera invertir en mercancía, otras clientas le compraron fielmente pese a que sus productos a veces no podían ser de la mejor calidad; algunas más nos llevaban a su casa y nos cuidaban cuando enfermábamos y mi mamá no podía cuidarnos.
El apoyo y cuidado emocional es algo que también estuvo presente. Era impensable que, en esos momentos de crisis, mi mamá pudiera tener un apoyo de terapia. La psicología era poco popular en el barrio, era muy costosa y no había tiempo. Pero entre sus compañeras del mercado y sus clientas, compartían sus penas y angustias, se aconsejaban, consolaban y animaban para continuar.
Recuerdo que ésta solidaridad era mutua y correspondida, a veces mi madre prestaba mercancía para que las que tenían negocios de comida pudieran empezar, y por las tardes después de vender ellas le pagaban. En ocasiones le llevaban leche a bajo costo, otras veces, con las mismas mujeres del mercado hacía intercambio de productos. Las tandas y cajas de ahorro entre ellas, era algo que salvó a más de una en momentos críticos.
La solidaridad entre aquellas mujeres, incluso tenía un grado de picardía y creatividad, en una ocasión cuando le detectaron un tumor en el seno a mi madre, una de sus clientas le prestó su carnet del seguro social para hacerla pasar por ella y recibir atención. Ahora lo cuento muy simple, pero esa clienta ideó y creó toda una estrategia para que no la descubrieran.
Y claro, mi madre también buscaba corresponderles, siempre caminaba mucho en la central de abastos con tal de conseguir precios bajos y accesibles para sus clientas, pues el mercado en el que ella vende está situado en una zona popular, con mujeres que se dedican al comercio y que, en su mayoría, son el único sustento de sus hogares. En ocasiones les prestaba mandado o les daba mejor precio cuando era necesario. Hasta ahora les ha dado trabajo a varias jóvenes que intentan huir de la violencia de sus parejas, y que son rechazadas de otros espacios por no tener donde dejar a sus hij@s.
El barrio, los mercados y comercios populares están llenos de historias de redes y ayuda mutua para mujeres con hij@s, a veces sin estudios, que no tienen posibilidad alguna de encontrar trabajo en el sector formal. Muchas hijas e hijos crecimos en los lugares de trabajo de nuestras madres, sería impensable por ejemplo que, en una fábrica, una obrera pudiera tener aun lado a su bebé, porque no tiene una guardería o alguien que lo cuide. Por mucho que una clienta frecuente lo pidiera, en el supermercado jamás le prestarían el mandado para poder llevar la comida a su hogar. Gracias a esta red de apoyo de mujeres, creo que muchas hij@s que nos criamos en el barrio, tuvimos la posibilidad de tener alimento y cuidado en todo momento en nuestros hogares.
Mi madre sigue tejiendo historias de redes y cuidados con las mujeres del mercado y con sus clientas. Cada vez que alguna de ellas atraviesa por una situación complicada, hacen cooperación, la visitan y se apoyan.
Mi mamá ahora tiene sesenta años, tal vez ella puede cerrar su negocio y pasar un par de semanas o hasta quizás meses en casa, sin embargo, ella nos dijo que por ahora no estaba dispuesta a cerrar, pues sus emplead@s se quedarían sin trabajo. Una chica joven que trabaja con ella, le dijo a mi mamá que por favor no cerrara, que a su esposo lo descansaron en el trabajo y que si ella no trabaja se iban a quedar sin comer. Mi mamá también nos dice que sus clientas le piden que no cierre, pues si cierra ella, “¿dónde van a comprar el mandado para la comida?”.
En estos momentos de crisis, de pérdidas de empleo, de incertidumbre y temor, de acaparar egoístamente alimentos en los supermercados, de creer que el confinamiento y las medidas de protección tienen que ser solamente en el ámbito privado-familiar, creo que vale la pena hablar de estas historias.
La situación que actualmente atravesamos es una posibilidad para conducirnos a una reflexión de quiebre, para pensar si seguimos viviendo a través de consumir y acumular cosas que dañan el planeta y que no necesitamos, o si bien podemos habitar colectivamente, con conciencia. Podemos decidir, si nos confinamos en nuestros temores y dificultades, o volteamos a ver cómo otras enfrentan solas –con hijas o hijos- momentos de múltiples crisis. Quizás es momento de tejer redes entre las mujeres más cercanas a nosotras, de confiar y compartir, con nuestras vecinas, nuestras amigas, las migrantes, las obreras, etc. Y, si juntas podemos apoyarnos, es momento también de reivindicar el amor, el afecto y el cuidado colectivo como un sentido mismo de la vida, de la nueva forma de habitar.
Desde que empezó ésta crisis y comenzaron a difundirse las opiniones y análisis de economistas, estas historias han resonado mucho en mi. A veces me llega un temor muy grande por perder el empleo y por lo que se avecina, pero se calma cuando recuerdo la historia de mi madre, que al final, también es mi historia. Esa historia que está formada por una red de mujeres, donde no fueron los lazos familiares los que nos unieron y nos siguen uniendo, sino la empatía y la sororidad. Es por eso que quise compartir un pedazo tan íntimo de mi vida; y también tan político, pues habla de la organización, existencia y resistencia colectiva de mujeres.

Autora: Teresa González Molina: feminista en construcción y deconstrucción, mujer de montañas, amante del café y la antropología. Fiel partidaria de que otro mundo es posible, uno de puentes y diálogos constantes, que albergue muchos otros mundos. Mujer hambrienta de conocer y explorar la vida a través de la danza, la fotografía, las historias y la poesía. Colaboro en Las Vanders, organización feminista que acompaña a mujeres, niñas, jóvenes y personas de la diversidad sexual que atraviesan algún proceso migratorio. Tengo un pequeño proyecto de memorias que busca nombrar y acuerpar a las mujeres migrantes, a sus hijas e hijos, y convertirse en una apuesta política por la existencia y resistencia en la memoria. Me enfoco en el estudio de las violencias, la memoria y la construcción de la paz.
Ilustración de: @crisgarabatos

lunes, 27 de abril de 2020

MUJERES ACCIONANDO

Diarios de la cuarentena: contra la gordofobia

Por: Yadira del Mar*
He leído muchísimo sobre los problemas mentales que trae consigo el confinamiento, no sólo por el hecho de sentirnos abrumadas al no poder salir, sino porque estamos viviendo la incertidumbre de no saber qué nos depara el día siguiente, si nuestros centros de trabajo prescindirán de nuestros servicios, si se nos va a pagar, la incertidumbre de caer infectadas, y muchas, además, nos estamos enfrentando a ésta cuarentena con nuestra ya de por sí lastimada salud mental. Estamos confinadas con familias que nos violentan, y a veces, el silencio y la pasividad son las herramientas que tenemos para sobrevivir, pero también me parece fundamental hablar de cómo está afectando el encierro estás dinámicas de gordafobia. Hoy, tocó escuchar a la hermana decir que hay que salir delgadas de está crisis porque tenemos el tiempo suficiente para dejar de tragar y ponernos a hacer ejercicio, sólo necesitamos fuerza de voluntad. Ok, si yo no hubiera nunca hecho frente a todos los miedos introyectados acerca de mi cuerpa gorda, ya estaría encerrada en mi cuarto llorando, maltratándome, después evitando la comida, y la cena, viéndome al espejo con asco, o bien, saldría a darme el atracón de mi vida. Todos éstos memes llenado Facebook acerca de que ya no vamos a salir de nuestras casas porque terminaremos gordas, abonan no más a la grave disforia que padecen muchas mujeres y que son orilladas a trastornos alimenticios; dejemos de estigmatizar las cuerpas gordas, tengamos hábitos saludables para con nosotras mismas, y sobretodo, no estén fiscalizando la forma de nuestra cuerpa, no necesitamos más piedras que cargar y que dañen nuestra salud mental. 

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*Yadira Del Mar. Zapoteca, lesbiana, feminista, poeta, socióloga por UAM Azcapotzalco. Ha escrito Hierbas contra la tristeza, Manual de Vaporizaciones vaginales.  Puedes encontrarla como Yadira del Mar en Facebook y en  Instagram @yadiradelmar_




domingo, 26 de abril de 2020

Dimensiones de Género en la crisis del COVID-19 en Colombia

Dimensiones de Género en la crisis del COVID-19 en Colombia: Impactos e implicaciones son diferentes para mujeres y hombres

Autores/editores: ONU Mujeres
COVID-19 Colombia
Los impactos del COVID-19 evidencian y acentúan las desigualdades de género, generando también aumento de riesgos de violencias hacia las mujeres. Temas como el trabajo de cuidados, la garantía de ingresos y medios de vida, la prevención y respuesta a las violencias de género,  la participación de las mujeres y sus organizaciones en la toma de decisiones, y la migración, son solo algunas de las áreas de preocupación que deben ser parte de una respuesta efectiva ante la crisis sanitaria que atraviesa el mundo y Colombia en este momento. Contar con la desagregación de datos por sexo, el análisis de género, inversiones estratégicas y fortalecer los mecanismos para el avance de las mujeres en todos los niveles son el primer paso para una respuesta adecuada.

Para prevenir y responder de manera temprana, ONU Mujeres comparte este documento que indica los diversos impactos y una serie de recomendaciones para potenciar la efectividad de las medidas adoptadas en respuesta a la crisis. Incorporar a las mujeres y el enfoque de igualdad de género en la respuesta al COVID-19 debe ser una prioridad para todos y todas en Colombia para dirigir la recuperación hacia una Colombia más sostenible e inclusiva.

Ver en línea/descargar

Información bibliográfica

Cobertura geográfica: Colombia

sábado, 25 de abril de 2020

Educar en casa, en tiempos de cuarentena


La experiencia de educar en casa. Homeschool




Conceptualización de la educación en casa El término 'homeschooling' básicamente se refiere al proceso en el cual uno o varios niños de no más de 2 familias, son instruidos por los padres, tutores legales, o un miembro de una de las familias. Centrado en el aprendizaje, de acuerdo a los talentos e intereses del niño y la certificación es opcional dependiendo la trayectoria laboral y de vida que vaya a seguir. Motivos para elegir la educación en casa: religiosos, bullyng, académicos, discapacidad, enfermedades crónicas, altas capacidades, entre otros. CONCEPTUALIZACIÓN Homeschool • Siguen un programa de estudios • Las materias son las mismas que las de una escuela • Se tiene un sistema de trabajo y evaluación como en la escuela Unschool • No existe un programa que guíe el proceso de estudio • Se siguen los intereses y tiempos del niño • Los padres son facilitadores y proveedores • No hay evaluaciones Flexischool • Una mezcla de los 

la invitada para esta charla es Andrea Carolina Barbosa Castaño, mercado publicista profesional del Politecnico Grancolombiano, lleva un resultado excelente en forma integral en la educación y amor por los libros de su hijo Franco Pérez Barbosa de 4 años mediante colegio en casa, es invitada especial a Leo Búho en su programa " Compartir con tus niños en tiempos de cuarentena" 

compartimos desde nuestra sección Madres Doradas.

viernes, 24 de abril de 2020

Mujeres y la Literatura

escritora

CONOCE A LA PRIMERA MUJER ESCRITORA Y LEE SU OBRA AQUÍ

escritora
La primera mujer escritora profesional en la historia se llamó Christine de Pisan. Fue una filósofa, humanista, poeta y escritora que nació en Venecia en 1364. Su obra más reconocida fue La Ciudad de las Damas, el cual escribió en respuesta al poema Roman de la Rose, escrito por Jean de Meun. Esta mujer es considerada por algunas como la precursora del feminismo occidental.
Cuando Christine tenía 15 años fue entregada en matrimonio a Étienne du Castel un secretario de la corte del rey Carlos V, con él tuvo tres hijos, sin embargo quedó viuda a los 25 años de edad, tras la muerte repentina de su esposo y quedó a cargo de sus tres hijos, su madre y una sobrina, quedando además con una pequeña cantidad de dinero heredada de su marido. Debido a esto decidió mantener a su familia siendo escritora profesional. Escribía poemas, canciones y baladas que fueron bien recibidas, lo que le permitió mantener a su familia
La Ciudad de las Damas es la obra más significativa de la autora, en ella combate las afirmaciones de Jean de Meun sobre las mujeres, citando a mujeres ilustres de la historia. Estas mujeres están «alojadas» en la Ciudad de las Damas y cada mujer nombrara es una contra argumentación a las afirmaciones misóginas del autor y de la época y son un acto de rebeldía frente a la situación de subordinación a la que estaban sometidas las mujeres.
Christine también escribe la obra Querella de las Mujeres, con la cual defiende la capacidad intelectual de las mujeres, su derecho a la universidad y a la participación política. Esta obra se convirtió en un instrumento para el debate público que recorrió tertulias y generó numerosos escritos en torno al valor, la diferencia y las relaciones entre hombres y mujeres.
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Así, esta valiente autora estuvo implicada en la primera polémica literaria francesa con lo que algunos autores consideran un rudimentario manifiesto de movimiento feminista. Tiempo después, debido a la Guerra de los Cien Años, Christine decide trasladarse a vivir en un convento donde decide finalizar su carrera literaria y fallece tiempo después a los 65 años de edad, en 1430.
Si deseas descargar La Ciudad de las Damas da click aquí

martes, 21 de abril de 2020

Mujeres en la Historia

El libro de cocina de Sor 

Juana Inés de la Cruz: un 

tesoro culinario que necesitas

probar

Ella es una de las intelectuales mexicanas más reconocidas dentro y fuera del país, su nombre sale a la luz en conversaciones que van desde la iconografía de los billetes hasta su genialidad literiaria, pero pocos mencionan el libro de cocina de Sor Juana Inés de la Cruz.
libro de cocina de Sor Juana
Fuente: Sor Juana Inés de la Cruz, 1772, Wikimedia Commons
Su capacidad intelectual es impresionante, su talento literario sigue siendo uno de los más apreciados en el mundo de las letras y la osadía de entrar a un convento para pertenecerse antes de pertenecer a un hombre la convirtió en un emblema del feminismo. Por si esto fuera poco, Sor Juana también era una artista en la cocina y éstas son las pruebas de su capacidad.
La muestra de sus habilidades culinarias quedó plasmada en el recetario de San Jerónimo, que se le adjudica a la ‘Décima Musa’. Dentro de este manuscrito hay recetas tradicionales de los conventos virreynales que de se leen deliciosas, como lo explica La Asociación Mexicana de Restaurantes.

Una probadita del libro de cocina de Sor Juana

Manchamanteles

Chiles desvenados y remojados de un día para otro, molidos con ajonjolí tostado y frito todo en manteca, echarás el agua necesaria, la gallina, rebanadas de plátano, de camote, manzana y su sal necesaria.
libro de cocina de Sor Juana

Fuente Mancha Manteles, Secretaría de Gobernación

Clemole de Oaxaca

Para una cazuela de a medio: un puño de cilantro tostado, cuatro dientes de ajo asados, cinco clavos, seis granitos de pimienta, canela, chiles anchos o pasillas, como quiere, todo lo dicho molido muy bien y puesto a freír, luego se echa la carne de puerco, chorizos y gallina.
libro de cocina de Sor Juana



Fuente chiles_frescos, Secretaría de Gobernación

Torta de arroz

En una servilleta se pone a cocer el arroz, así que está cocido, se le echa azafrán como para comer. Ya estará hecho el picadillo con pasas, alcaparras, almendras, piñones, huevo cocido, aceitunas, chilitos. Se unta la cazuela con manteca y se echa la mitad del arroz abajo y luego el picadillo y después la otra mitad del arroz y encima azúcar molida y se pone a dos fuegos.
libro de cocina de Sor Juana
Fuente: ImageParty, Pixabay


Buñuelos de queso

Seis quesitos frescos, una libra de harina, una mantequilla de a medio, derretirá y el queso molido. Se aplanan después de bien amasados con palote, se cortan con una taza y se fríen.


libro de cocina de Sor Juana
Buñuelos: Secretaría de Gobernación

Si estás interesado en aprender más sobre esta fase de la décima musa te recomendamos que leas el libro Sor Juana en la cocina, editado por Mónica Lavin y Ana Benitez Muro, en él que encontrarás más de una receta digna de intentar.

lunes, 20 de abril de 2020

LITERATURA ESCRITORAS COLOMBIANAS FILBO2017 LITERATURA COLOMBIANA

Escritoras colombianas que debemos conocer

Juana Alejandra Restrepo Díaz

Amira de la Rosa, Flor Romero y Meira del Mar.

Aferradas a las tradiciones o liberadas de toda convención. Luchando contra estereotipos y combatiendo sus propias angustias. Así son estas escritoras, que varían en sus visiones, se asemejan en otras y hacen parte de distintas épocas en la literatura nacional. Algunas más conocidas, otras tal vez desconocidas, pero todas con una prosa interesante para leer. 
Los temas que tratan van desde el matrimonio, la inserción laboral, la educación, hasta sus universos íntimos.
Lea también
Aquí un recuento de varias autoras que le interesará conocer: 
1. Soledad Acosta de Samper (Bogotá, 5 de mayo de 1833 -17 de marzo de 1913)
Foto: YoutubeFoto: Youtube
No podríamos comenzar este listado sin hablar de Soledad Acosta de Samper. Fue hija del prócer e historiador Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán y de la americana Carolina Kemble Rou. A la edad de 12 años fue enviada a Halifax (Nueva Escocia, Canadá), donde al lado de su abuela materna continuó su educación. Después estuvo en París donde conoció a los escritores más importantes de Europa, quienes serían sus amigos. Cuando regresó a Colombia se casó con el escritor y político José María Samper Agudelo.
Comenzó a escribir bajo el seudónimo Aldebarán, Renato, Bertilda y Andina. Su obra apareció primero en Biblioteca de Señoritas y en El Mosaico de Bogotá. Soledad Acosta siempre respaldó a su marido con una labor periodística y editorial activa en Colombia y Perú, donde fundaron la Revista Americana. Fue una fiel activista en pro de la mujer. Fundó y dirigió varios folletines. En ‘La mujer en la sociedad moderna’ destacó a otras importantes escritoras como Josefa Acevedo de Gómez, Silveria Espinosa de Rendón, Agripina Samper de Ancizar, Bertilda Samper Acosta, Agripina Montes del Valle, Waldina Dávila de Ponce de león, Herminia Gómez Jaime de Abadía y Eva Ceferina Vergel y Marea.
2. Madre Francisca Josefa de Castillo (Tunja 6 de octubre de 1671-1742)
Tuvo dos escritos autobiográficos inéditos hasta el siglo XIX: Vida, publicada en Filadelfia en 1817; y Afectos espirituales, que se publicó en Bogotá en 1843. Su literatura era mística y daba cuenta del ambiente moral de la época, sus dilemas espirituales y la represión de sentimientos. Sus relatos cuentan sobre sus angustias, tentaciones y terrores, además de pasajes amorosos y eróticos 
“Mira como el esposo del alma quiere como emplear los sentidos en la esposa: muéstrame tu rostro para agrado de mi vista, porque tu rostro es grandemente hermoso y majestuoso. Suene tu voz para mis oídos, porque tu voz me es como música suave. Tus vestiduras a mi olfato, son como el olor de todos los aromas, ¡Cuán suave eres y cuán hermosa, carísima!, dulce a mi sabor y a mi garganta como un panal de miel, tus labios destilan un panal”: escribió la Madre Francisca. 
3. Isabel Bunch de Cortés (Pacho, Cundinamarca), 24 de abril de 1845-1921 
Poeta, escritora y traductora. Hija del banquero de origen inglés, Sir Robert Henry Bunch Woddside (dueño de la Ferrería de Pacho y amigo personal de Bolívar) y de Doña Dolores Mutis Amaya. Recibió una educación que aumentó su gustó por las letras y fue gran conocedora de la literatura inglesa y francesa. Escribió bajo el seudónimo ‘Belisa’. Murió en alta mar en 1921 cuando viajaba a visitar en Londres a su familia. Escribió sobre su natal Pacho. 
4. Agripina Samper de Ancízar (Honda, 1833-1892)
Nació en Honda el 4 de Marzo de 1833. Se casó en 1856 con el doctor Manuel Ancizar. Todas sus composiciones en prosa y en verso las publicó con el seudónimo de PíaRigán. Vivió en Europa con sus hijos. ¿Cómo seguir escribiendo sin descuidar las labores del hogar? Fue uno de los temas sobre los que reflexionó, como se lee en su poema Felicidad:
Venga en la noche a dar descanso al alma
Después de los menudos quehaceres
(graves para nosotras las mujeres)
cuando la cara prole duerme en paz.
Cantaré la quietud, la paz doméstica,
La sacrosanta unción del himeneo,
Cuanto me hace feliz, cuanto poseo,
La salud, el amor, el bienestar…
5. Waldina Dávila de Ponce de León (Neiva, 1823-1900)
Poeta huilense. Hija de Pedro Dávila Novoa y Josefa Salas, herederos del movimiento de la Independencia. En 1884 fue publicada su novela ‘Próceres’. Otras de sus obras fueron: ‘El trabajo’, ‘La luz de la noche’ y ‘La muleta’. También escribió poesía y teatro. Viajó dos veces a Europa, enviudó joven, se encargó de sus tres hijos, e hizo parte de distintos círculos literarios de la época. Amiga de Soledad Acosta de Samper.
Escribió: y si las mujeres tuvieran bastante fuerza de voluntad para ocultar sus desconfianzas,  quedarían siempre dueñas de la situación Los hombres [ …] toman á la mujer como una criatura á quien únicamente mueven las  pasiones, y les cuesta mucho creerlas capaces de dominio ó de reflexión…es esa manía de preguntar que á veces hace insoportable la sociedad manifestó su deseo de emancipación.
6. María Martínez de Nisser (Sonsón, 6 de diciembre 1812 - Medellín, septiembre 18 de 1872)
Escritora antioqueña y célebre por su participación como combatiente en Salamina, el 4 de mayo de 1841, durante la llamada guerra de los Supremos. Su esposo, don Pedro Nisser (1799-1878) fue cónsul de Colombia en Suecia. Sus restos reposan en el antiguo cementerio de San Lorenzo en Medellín y en su lápida se lee: “María Martínez de Nisser La Heroína de Salamina”.
7. Amira de la Rosa (Barranquilla, 1903 - Barranquilla, 1974)
Escritora, pedagoga y diplomática. Estudió en Barcelona el Curso Internacional para profesores dirigido por María Montessori, junto con la escritora chilena Gabriela Mistral, con quien estableció una gran amistad. A su regresó fundó un colegio con el nombre de la poetisa. Escribió la novela ‘Marsolaire’, y las obras de teatro: ‘Madre borrada’, ‘Piltrafa’, ‘El ausente’, ‘Solitos en Miramar’ y ‘Casta de infieles’, entre otras.
 8. Meira del mar (Barranquilla, 21 de abril de 1922 - Barranquilla, 18 de marzo de 2009)
Su nombre de pila: Olga Isabel Chams Eljach. Poetisa de ascendencia libanesa. En su honor fue creado el Premio nacional de poesía Meira Delmar. Estudió Bellas Artes en Italia. Su obras recurren a temas como el amor, el universo y los clásicos griegos. Según María Mercedes Jaramillo en ‘La poética amorosa de Meira Delmar’, ella se inspira en la mística sufí y, por tanto, el sentimiento amoroso es más conceptual que vivencial en sus poemas.
9. Rocío Vélez de Piedrahíta (Medellín, 1926)
Esta escritora deconstruye los valores antioqueños en novelas como ‘Terrateniente’ y ‘La tercera generación’. Perteneció al grupo La tertulia, que se formó en Medellín en 1961, con otras escritoras como Sofía Ospina, Pilarica Alvear, Regina Mejía, María Helena Uribe de Estrada y OIga Elena Mattei.
10. María Helena Uribe de Estrada (Medellín, 1928-2015)
María Helena Uribe de Estrada también participó en las reuniones de La tertulia. Su última novela, ‘Reptil en el tiempo’ (1986), se refiere a la marginalidad de la mujer y su condición "casi de prisionera" dentro de la sociedad patriarcal. Publicó dos libros de ficción y un libro sobre la obra de Fernando González.
11. Flor Romero(La Paz de Calamoima, Cundinamarca, 1933)
Flor Romero con su colega en la redacción del Espectador, el escritor Gabriel García Márquez. Foto: Página Web Flor Romero.
Comienza su carrera como reportera de El Espectador. Ha publicado los libros ‘3 kilates y 8 puntos’, ‘Mi Capitán Fabián Sicachá’ ,’Triquitraques del trópico’ (finalista en el premio Planeta de España), ‘Sueños del Poder’, ‘La Rue des Autres’ (publicada por editorial Ramsay de París en 1991), y‘Espérame en el cielo corazón’, entre otros.
12. Fanny Buitrago (Barranquilla, 20 de octubre de 1946)
En 1963 publicó su primera novela, ‘El hostigante verano de los dioses’, con la cual inició una carrera inspirada por su incansable búsqueda de diversas formas narrativas. En 1970, la novela ‘Cola de Zorro’ fue finalista del Premio Seix Barral. Juan Rulfo diría: “Fanny Buitrago es la mejor escritora latinoamericana, porque escribe como un hombre....”. De ella también se ha dicho que se inserta dentro del movimiento nadaísta y que es fundamental para aclarar la transición de la novela moderna a la posmoderna en Colombia.
13. Alba lucía Ángel (27 de septiembre de 1939, Pereira).
 Publicó su primera novela, ‘Los girasoles en invierno’, en 1970.  Su preocupación constante ha sido la situación de la mujer en sociedades de corte tradicional como la colombiana. Sus novelas ‘Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón’, ‘Misiá señora’ y su pieza de teatro ‘Siete lunas y un espejo’ tienen que ver con esta temática.
14. Marvel Moreno (Barranquilla, 1939 - París, 1995)
Marvel Moreno también ha indagado en la problemática de los géneros masculino y femenino. Su obras narran la vida de la mujer en una sociedad elitista como lo era Barranquilla en los años 1940 y 1950. Ha tenido gran divulgación especialmente en Francia y otros países de la comunidad europea.
Fuentes consultadas:
‘Literatura y diferencia. Escritoras colombianas del siglo XX'. María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio de Negret y Ángela Inés Robledo. Ediciones Uniandes.
‘Escritoras colombianas del siglo XIX'. Patricia Aristizábal Montes. Programa Editoral Universidad del Valle. 
Banco de La República.
Academia de Historia de Cundinamarca.

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