miércoles, 26 de abril de 2017

Mujer Hoy


El Patriarcado del Salario: “Lo que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado”



Conversaciones con Silvia Federici (I/II)
Por Gladys Tzul Tzul[1]
Silvia Federici. Teórica y militante feminista italiana. Autora de Calibán y la Bruja (Pez en el Árbol, 2013); la Revolución Feminista Inacabada (Calpulli, 2013); la Revolución en Punto Cero (Traficantes de Sueños, 2013). Federici participó y acompañó luchas de las mujeres por la defensa de las tierras comunales en Nigeria; en los años setenta realizó una campaña por el salario al trabajo doméstico. Sus reflexiones abordan de manera histórica las luchas políticas de las mujeres por producir lo común, con una fértil mirada sobre la reproducción de la vida. En esta conversación que sostuvimos en Puebla, México, nos presenta elementos teóricos para interpretar de manera más amplia el funcionamiento de lo que ella llama el patriarcado del salario. La conversa nos dota de una serie de detalles de la historia del capitalismo que sirven para comprender nuestras luchas.
GTT. Tú has reflexionado sobre las distintas formas de explotación de las mujeres, por ejemplo nombras Patriarcado del salario como una forma específica de dominación, ¿puedes hablarnos sobre ello?
  1. El patriarcado es una institución muy larga y no ha sido universal. Debemos de rechazar esa afirmación que dice que las mujeres siempre han sido oprimidas, primero porque en muchas comunidades las mujeres tenían poder. 2 mil años atrás había formas de matriarcado, yo no puedo aclarar ampliamente como se establecía un matriarcado, pero es importante comprender que la historia ha sido destruida. La idea es entender que el patriarcado ha tenido formas diferentes, las relaciones no se estructuran de la misma manera en todos los sistemas sociales; también el patriarcado no se transmite automáticamente, no es un asunto que continua de forma natural y automática de un siglo a otro, de una sociedad a otra. Las investigaciones históricas han demostrado que con el desarrollo del capitalismo, es decir con el paso del feudalismo al capitalismo, hubo un pasaje violento, porque el desarrollo del capitalismo fue como la contrarrevolución en un momento de crisis del feudalismo. El capitalismo dio una nueva fundación a las relaciones patriarcales; el capitalismo se ha apropiado de los elementos de la relación patriarcal del feudalismo, pero lo ha transformado y ha dado nuevas funciones para sus fines sociales y económicas. Por ejemplo, una diferencia muy grande entre el patriarcado del feudalismo y el patriarcado del capitalismo, es que en el primero, para las mujeres prevalecía un sistema de uso comunitario de las tierras, es decir, las mujeres y los hombres usaban las tierras. En Europa por ejemplo, las mujeres no fueron dependientes económicamente de los hombres, su alimentación no dependía de los hombres. Tampoco en la sociedad feudal estaba la diferencia del tipo de poder entre hombres y mujeres, que en la sociedad capitalista se generó. La relación desigual de poder entre hombres y mujeres en el feudalismo no tenía raíces materiales. La diferenciación venía, por nombrar dos casos, de la formas del uso de la violencia, porque los hombres hacían parte de los ejércitos del poder feudal, los hombres componían los ejércitos y las mujeres no; otro caso es el de la diferencia de poder que estaba justificada en la religión, pues ésta tenía una función de diferenciación. Todos los sistemas sociales que han explotado el trabajo humano, han explotado a las mujeres en una medida particular, porque las mujeres son las que producen trabajadores, cuando hay un sistema social que explota el trabajo humano, éste cerca e intenta controlar el cuerpo de las mujeres, porque el cuerpo de las mujeres genera riqueza, mano de obra, cocinan. El capitalismo es una forma de explotación específico que tiene relaciones diferentes.
GTT. Podrías explicarnos más sobre las diferencias entre el sistema de explotación capitalista y el sistema de explotación feudal.
  1. Una primera diferencia es que el capitalismo es el primer sistema social que funda su riqueza y su acumulación sobre el trabajo humano. Todos los sistemas de explotación precedentes, siempre han visto la riqueza no como trabajo humano, sino como tierra, bosques. El trabajo humano era importante para construir, crear, cultivar. Pero la riqueza fue conceptualizada por la riqueza material. Con el capitalismo cambia.
GTT. ¿Cambia la noción de riqueza?

  1. Si, cambia la concepción de la riqueza social. Esto lo dicen los primeros economistas del capitalismo, dicen que la riqueza no es la tierra, la riqueza es el trabajo humano. Entonces comienza con el capitalismo una concepción del trabajo humano nueva, como algo que se puede intensificar, que se puede desarrollar, que puede tener nuevas formas de productividad, así como se cultivaba la tierra, así se cultiva el trabajo humano. El objetivo era medir cuanta fuerza de trabajo había. Es por esto, que en el desarrollo del capitalismo en su primera fase, lo que puede verse es una acumulación inmensa de trabajo humano, se ve esclavitud, millones y millones de personas traficadas para el trabajo esclavo. Segundo, la colonización es un evento que ha dado a los europeos el control de millones de personas, de trabajadores de las nuevas tierras que invade. Es en estas condiciones en que se comienza a usar la pena de muerte para prohibir a las mujeres que usen anticonceptivos o se persigue a las que abortan. Comienza una intervención directa para apropiarse del cuerpo de las mujeres. Por eso se habla de las mujeres como máquinas productoras de trabajadores. Eso yo lo pongo en contextos de esta hambre de trabajo que el capitalismo tiene. Esto promueve formas diferentes de patriarcado y por ello nuevas formas de relaciones sociales comienzan a conformarse, porque hay un control del Estado sobre el cuerpo de las mujeres; se inicia un control de la procreación y del trabajo de la reproducción. Las mujeres deben de procrear trabajadores y cuidarlos todos los días y deben hacerlo en condición invisible, en condiciones no pagadas, porque de ésta manera se reproducen de una forma muy barata. El capital puede tomar toda la riqueza que los trabajadores producen, pueden tomar toda la riqueza porque las mujeres producen trabajadores casi gratis.

GTT. ¿Y aquí es donde el salario produce una forma de patriarcado?

  1. En este sistema el Estado y el capital, controlan el cuerpo de las mujeres y se apropian de su trabajo a través del sistema del salario. El sistema del salario no solamente controla el trabajo de los asalariados, porque si lo pensamos como una relación, éste moviliza a dos trabajadores; con un salario se moviliza al hombre y la mujer que lo reproduce, le pagan a uno, pero trabajan dos. Entonces moviliza una gran cantidad de trabajo no pagado. El salario amplía la explotación, porque no solamente toma el trabajo del hombre que está en la fábrica o en la oficina, sino que también el trabajo de la mujer que lo reproduce diariamente, la que cocina, la que cría a los hijos. El capital acumula, porque hay mujeres que trabajan por casi nada, no completamente para nada, porque de la mujer comen, etc. Con el salario se puede controlar directamente el trabajo de las mujeres a través del sistema de la familia y el matrimonio. El matrimonio es un sistema fundamentalmente laboral, es el medio por el cual el capitalismo hace trabajar a las mujeres para que reproduzcan su fuerza de trabajo obrero. El salario es la medida para conformar la familia, porque es ahí donde se obliga a las mujeres a reproducir trabajadores. Yo creo que cuando se ve esto se comprende por qué se puede hablar de un patriarcado del salario, porque el salario toma el trabajo de la mujer y también la controla a ella. El hombre se convierte en el delegado, porque el capital y el Estado delegan en el trabajador el poder de controlar y golpear las mujeres si no cumplen con esa función. Así como los señores que dominaban las plantaciones tenían a los supervisores que controlaban el trabajo de los empleados, se puede decir que los hombres controlan  a las mujeres.
GTT. ¿Qué formas cobra este tipo de control, además de los que ya nos has   comentado?

  1. Todo esto se hace invisible por lo que se llama amor. El capitalismo también se ha apropiado y ha manipulado la búsqueda de amor, de afectividad y de solidaridad entre todos los seres humanos; lo han deformado, usándolo como una medida para extraer trabajo no pagado. Por eso yo escribí. “Eso que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado”.
GTT. ¿Le dicen amor al trabajo no pagado?

  1. Si porque en la familia se dice amor,  dicen que por amor se limpia y se cocina, que todo se hace por amor. Confunden amor con un servicio personal. El amor es un sistema que obligaba a muchas mujeres que no tenían posibilidades de sobrevivencia y el matrimonio era como tomar un empleo. Por mucho años, hasta la generación de mi madre, ocurría que si no te casabas ¿Qué harías? Pobrecilla, porque estás sola, muchas veces estabas en la casa de tu hermana que si estaba casada y ella ayudaba, porque es muy difícil tener un empleo y si se tenía un empleo no podías tener una vida social. Esas mujeres que no se casaban eran consideradas como desdichadas, por eso muchas mujeres compiten entre ellas por un hombre bello y con un buen salario. Por eso tu mamá te prepara, te orienta para arreglarte, que no salgas despeinada a la calle, que siempre estés de buen humor y que aprendas a hacer labores domésticas. Mi madre me amenazaba: “Si tu continuas así, ningún hombre se va a casar contigo” porque se sabe que casarse significa obedecer, hacer trabajo domésticos y si tú eres una buena mujer, él va a mantenerte, él te va a dar una posición social. Pero en el matrimonio un hombre te puede golpear y lo que van a decir, es que lo tienes merecido porque seguramente no lo obedeciste, porque no hiciste el amor cuando él lo quería. En el matrimonio se presume que él compra tu cuerpo y que siempre tienes que estar a su disposición. A todo esto muchas luchas feministas han dicho que ni el hombre, ni el matrimonio tienen derecho absoluto a tu cuerpo. Si tú dices que no, es no.
GTT. Es interesante hacer una revisión del amor romántico por este mundo de la reproducción.

  1. ¡Ah! el amor romántico donde las vidas se funden, pero se funden en la voluntad del hombre. Yo quiero escribir un libro sobre el amor y la sexualidad. La causa de tanta pena de las mujeres y su sentido de valor depende de si estas o no casada, si un hombre te quiere o no te quiere. Yo he visto muchas veces, que aunque a un hombre no lo aman tanto, cuando acaban las relaciones, las mujeres se sienten desvalorizadas y con penas. Por eso quiero escribir ese libro, no sé si con eso se puede hacer la revolución pero con eso se puede aliviar la pena. Un asunto que no quiero olvidar es que el sistema del salario crea la familia como una formación social jerárquica, donde el hombre es el patrón, el representante del Estado y la mujer debe ser sometida, puede ser obligada a hacer todo el trabajo de reproducción. Entonces el salario crea una división, porque con la creación de la división sexual del trabajo crea una división que rompe el frente unido de la lucha. Por eso yo digo que es importante que los hombres comprendan que esa relación de poder   los destruye a ellos también. Si se comprende que un hombre colabora con el capital, cuando esté contento con ser el patrón de la familia, cuando se siente fuerte porque es superior a la mujer y puede golpearla o humillarla, él no sabe que refuerzan sus cadenas con respecto de la dominación, porque hace que no puedan luchar juntos hombres y mujeres. Es importante comprender que el conflicto que se produce en el trabajo asalariado y el trabajo no asalariado, crea una jerarquía laboral y se crea una naturalización de la explotación de la mujer. Por eso creen que el trabajo doméstico pertenece a la naturaleza de la mujer y contra eso es lo que hay que luchar. A veces se piensa que si se lucha contra el trabajo doméstico se es una mala mujer, que no ama a su marido, etcétera. Y no se trata de eso, el trabajo doméstico es un sistema de explotación que usa el amor, usa las relaciones entre hombres y mujeres.

jueves, 20 de abril de 2017

LA JUSTICIA SIN PERSPECTIVA DE GÉNERO NO ES JUSTICIA, ES OTRA COSA

Gloria Poyatos i Matas
Presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE)
Magistrada especialista del TSJ de Canarias (España)

                                                                                                                              
  “¿Cuándo habrá suficientes mujeres en la Corte Suprema de EEUU?
                                                                                                  Cuando haya nueve. La gente se sorprende, pero hubo nueve hombres y nadie preguntó…”
                                                                                                                                 
 Ruth Bader Ginsburg, magistrada de la Corte Suprema de EE.UU.
Juzgar con perspectiva de género no es una ideología ni una propuesta feminista, se trata de un mandato jurídico vinculante para los órganos jurisdiccionales, tal y como se contiene en el Dictamen del Comité Cedaw de 16 de Julio de 2014 (Asunto de Ángela González), en relación a España.[1]
La perspectiva de género impone la interpretación de las normas con la finalidad de hacer efectivo el derecho a la igualdad, asumiendo la obligación de remover los obstáculos que la dificulten o impidan, enfrentando y combatiendo la impunidad, la desigualdad y la discriminación. Implica una nueva forma de acercarse al Derecho y de impartir justicia.[2] La interpretación de las normas desde esta perspectiva tiene que tener proyección en la búsqueda de soluciones justas en el caso concreto. El principio de igualdad efectiva de mujeres y hombres exige la integración de la dimensión de género en la aplicación de todas las normas, tanto si se trata de normas procesales, incluyendo las probatorias, como si se trata de normas sustantivas.
Para tener una idea más práctica de lo que significa la impartición de justicia con perspectiva de género, he de referir necesariamente a la sentencia española pionera en definir la técnica jurídica de “juzgar con perspectiva de género”, además de fundamentarla jurídicamente, para seguidamente aplicarla al caso concreto.
 Se trata de la Sentencia de la Sala Social del Tribunal de Justicia de Canarias (Las Palmas) de fecha  7 de marzo de 2017 (Recurso nº 1027/2016), que estima el recurso de suplicación  de víctima de violencia de género divorciada del causante en reclamación de  pensión de viudedad, de la que he sido ponente.
1-Resumen del caso: La demandante y el fallecido contrajeron matrimonio el 18 de julio de 1981 , fruto del cual nacieron dos hijas . El 29 de junio de 1.995 se dictó sentencia de separación del matrimonio y el 1 de septiembre de 1.999 fue dictada la sentencia de divorcio, declarando la disolución del matrimonio. El causante falleció  el 16 de junio de 2014.La sentencia del juzgado social recurrida, desestimó la demanda planteada por la  viuda divorciada  en su modalidad de víctima de violencia de género,  sustancialmente por tres motivos:
a)-No quedó suficientemente probada la violencia de género, pues ninguna de las múltiples denuncias presentadas por violencia de género acabó con sentencia condenatoria
b)-Además, la responsable del Instituto Canario de la Mujer no ratificó en el acto del juicio los dos  certificados expedidos en 1.994 y 1.997 donde recogía que se había atendido a la actora: por motivo de la incesante situación de violencia sufrida junto a sus dos hijas menores  en su matrimonio, producido por su esposo”.
c)-  Ni tampoco acudieron al juicio como testigos de la situación de violencia las hijas de la reclamante.
2- integración de la Dimensión de género en la Impartición de Justicia. Definición y  fundamentación jurídica.
La Tribunal Superior de Justicia revoca la sentencia destacando que en casos como el presente debe juzgarse con perspectiva de género.
La interpretación del Derecho con perspectiva de género exige la contextualización y la actuación conforme al principio pro persona, que se configura en este ámbito como un criterio hermenéutico que obliga a los órganos jurisdiccionales a adoptar interpretaciones jurídicas que garanticen la mayor protección de los derechos humanos, en especial los de las víctimas. Los estereotipos de género son la base de la discriminación contra las mujeres. Su presencia en los sistemas de justicia tiene consecuencias perjudiciales para los derechos de las mujeres, particularmente para las víctimas y supervivientes de diferentes formas de violencia, pudiendo impedir el acceso a una tutela judicial efectiva.
Las características de género son construcciones socioculturales que varían a través de la época, la cultura y el lugar; y se refieren a los rasgos psicológicos y culturales que la sociedad atribuye, a cada uno, de lo que considera “masculino” o “femenino”. La violencia de género física y/o psicológica, deriva directamente de las referidas asimetrías endémicas y estructurales.
Los estereotipos de género han de ser erradicados en la interpretación y aplicación judicial, siendo imprescindible la formación especializada en género de todos los operadores jurídicos que persiguen el delito de violencia de género, especialmente los jueces y juezas ,  tal y como recomendó el Comité de la Cedaw en su Dictamen  de 16 de Julio de 2014 (Asunto de Ángela González), en relación a España.
El principio de integración de la dimensión de género en la actividad jurídica vincula a todos los Poderes del Estado: al Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial. La vinculación de la actividad jurisdiccional del Judicial –dada su independencia- se deriva de su sumisión al imperio de la ley. Tal afirmación se encadena con la existencia de un amplio derecho antidiscriminatorio, con amparo constitucional en el art. 14 de la Constitución Española, que debe desplegarse en tres fases judiciales concretas:
a)- En la tramitación del procedimiento a través de un nutrido conjunto de cláusulas de protección jurisdiccional efectiva de la igualdad de género que, con carácter general, tienden a flexibilizar el rigor procesal y a garantizar la tutela de las víctimas.
b)-En la valoración de la prueba –distribución de la carga de la prueba de la discriminación, relevancia de la declaración de la víctima-.
c)-En la aplicación de las normas sustantivas específicamente dirigidas a la mayor efectividad de la igualdad de trato y oportunidades – prohibición de discriminación directa e indirecta, medidas de acción positiva, democracia paritaria e igualdad de oportunidades, derechos de maternidad y conciliación, protección frente a la violencia de género.
3- Valoración de la Prueba con Perspectiva de Género.
En el caso que nos ocupa,  la actora contrajo matrimonio con el causante en fecha 18 de julio de 1981 separándose en 1.995, es decir, mucho antes de la entrada en vigor de la Ley Orgánica  1/2004 de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género , y por tanto mucho antes de iniciarse un abordaje integral de lucha desde todos los poderes públicos frente a la violencia de género, y mucho antes de iniciarse la sensibilización social de que la violencia de género no es un problema de ámbito privado, y ello debe ser tenido muy presente en el análisis e impartición de justicia en el caso que nos ocupa. El causante fallece el 16 de julio de 2014 y la actora solicita  entonces la pensión de viudedad  como víctima de violencia de género.
Estas fueron  las pruebas presentadas por la demandante:
-La jefa del negociado del servicio de atención e información a la mujer del Instituto Canario de la Mujer certificó el 13/11/1994 y  el 19/09/1.997   que la actora fue atendida  en el centro “por motivo de la incesante situación de violencia sufrida , junto con sus dos hijas menores , en su matrimonio con el causante”.
-La actora había presentado con anterioridad a la separación y también con posterioridad,   en la Comisaría central del Cuerpo Nacional de Policía y en el juzgado , múltiples  denuncias ( 7  denuncias ante la comisaría  y 3 actuaciones judiciales),tanto  por incumplimiento de las medidas acordadas en el procedimiento de divorcio, como  por amenazas, violencia económica, lesiones e insultos proferidos  por el causante, con distinto resultado  pero en ningún caso se obtuvo sentencia condenatoria  del agresor. La Sala, llega a una conclusión radicalmente  diferente a la de la instancia, recordando lo contenido en la reciente sentencia del Tribunal Supremo de 20 de enero de 2016 (Recurso 3106/2014) y sobre todo  al integrar la perspectiva de género en la valoración de la prueba aportada .
a)- De un lado entiende que los certificados de 1.994 y 1.997 de la jefa del negociado del servicio de atención e información a la mujer del ICM,  son un indicio sustancial en la probanza de la situación de violencia continuada que padecía la víctima, hace más de 22 años. Debe también destacarse que se trata de certificados expedidos por quien tenía competencia para hacerlo en nombre de una Entidad Administrativa competente en materia de violencia de género, y por ello debe merecer una consideración diferente a la que tendría un documento suscrito por un particular. Y a ello debe añadirse, la dificultad evidente de traer a juicio para su ratificación, a quien los suscribió hace más de 22 años. Por tanto, los certificados deben ser valorados como indicios válidos de la situación de violencia de genero de la actora, sin necesidad de condicionarlo a su ratificación judicial, dentro del especial contexto discriminatoria ya aludido y aplicando la perspectiva de género en la impartición de justicia (valoración elementos probatorios).
b)-A lo anterior debe añadirse el conjunto  de denuncias presentadas  ante la comisaría y las actuaciones judiciales, que son también indicios solventes de la situación de violencia padecida por la actora antes y después de su separación. En la realidad social de 1995, cuando se planteó la primera denuncia por maltrato, las manifestaciones de la demandante constituían un importante indicio de que estaba siendo violentada por su esposo.
El panorama de denuncias escalonadas interpuestas por la actora entre 1.995 y 1.999 (antes y después de la separación), no puede quedar neutralizado por la inexistencia de sentencia condenatoria, pues debe hacerse un análisis no restrictivo o mecánico, sino contextual y sobre todo debe tenerse en cuenta las especiales dificultades de la víctimas a la hora de denunciar y probar su situación, dificultades que se multiplicaban mucho antes de la entrada en vigor de la LO 1/2004 de violencia de género.
c)-La ausencia de las hijas en el acto del juicio en calidad de testigos no supone un obstáculo para llegar a la anterior conclusión, pues presenciar episodios de violencia física y psicológica a tempranas edades en el entorno doméstico, puede tener graves consecuencias psicológicas  en las personas, dependiendo de su fortaleza por lo que exigir su testimonio puede ser, en muchos casos, revictimizador.
Por ello, no puede ser objeto de convicción (en negativo), la ausencia de la testifical de las hijas, máxime si como todo apunta fueron también víctimas de la violencia descrita, pues la madre las refiere como testigos presenciales en varias de las denuncias presentadas ante los Cuerpos y Fuerzas de seguridad.
4- Conclusión.
La importancia de esta sentencia,  radica no tanto en la estimación de fondo del recurso, que también,  sino en la novedad de ser la primera  resolución judicial  dictada en España en la que se define teóricamente  el criterio hermenéutico que obliga a los órganos jurisdiccionales a adoptar interpretaciones jurídicas que garanticen la mayor protección de los derechos humanos, en especial los de las víctimasmediante la técnica de impartición de justicia con perspectiva de género, además de proyectar y aplicar al caso (en la valoración de la prueba aportada), la citada técnica mediante la cual se acaba estimando el recurso de suplicación planteado por  la víctima de violencia de género.

[1]  La CEDAW es un es uno de los Tratados Internacionales de derechos humanos de Naciones Unidas más operativo en la conquista de la igualdad de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres, también llamado “la carta internacional de los derechos humanos de las mujeres”. Fue aprobada por la Asamblea General en 1979 y entró en vigor en 1981, siendo ratificada por España en 1.984. La propia Convención creó “el Comité para la Eliminación de la Discriminación de la mujer” que examina los progresos realizados por los diferentes Estados Parte en la aplicación de la Convención. debiéndose destacar aquí el Dictámen nº47/2012 del citado Comité, dirigido al estado español.  http://web.icam.es/bucket/Dict%C3%A1men%20CEDAW%20%C3%81ngela%20Gonz%C3%A1lez%20Carre%C3%B1o.pdf
[2] En este sentido, la Recomendación General nº 25 del Comité de la CEDAW, de 2004, recuerda que “El género se define como los significados sociales que se confieren a las diferencias biológicas entre los sexos. Es un producto ideológico y cultural aunque también se reproduce en el ámbito de las prácticas físicas; a su vez, influye en los resultados de tales prácticas. Afecta a la distribución de los recursos, la riqueza, el trabajo, la adopción de decisiones y el poder político, y el disfrute de los derechos dentro de la familia y en la vida pública. Pese a las variantes que existen según las culturas y la época, las relaciones de género en todo el mundo entrañan una asimetría de poder entre el hombre y la mujer como característica profunda. Así pues, el género produce estratos sociales y, en ese sentido, se asemeja a otras fuentes de estratos como la raza, la clase, la etnicidad, la sexualidad y la edad. Nos ayuda a comprender la estructura social de la identidad de las personas según su género y la estructura desigual del poder vinculada a la relación entre los sexos”.

miércoles, 12 de abril de 2017



#TodasSomosClaudia Creen una Fiscalía Especializada en Delitos contra las Mujeres



Claudia Giovanna era una madre de 41 años que fue brutalmente asesinada en un centro comercial. Este sujeto ya había asesinado anteriormente a una de sus esposas. Ella llegó a Bogotá desde Medellín, huyendo de su ex-esposo quien la maltrataba. Denunció en varias ocasiones su caso, pero nunca recibió la ayuda del Estado que realmente necesitaba.
Yo fuí víctima de violencia por parte de mi ex-pareja. Si no hubiese dado a conocer mi caso, y recibido el apoyo de miles de personas que se solidarizaron, a mi atacante le hubiesen dado casa por cárcel, a pesar de haber querido matarme, la fiscal no tipifico el delito como era y no agrego el agravante “por el hecho de ser mujer” ya que se diferencia de un intento de homicidio a un intento de feminicidio.
Me duele ver como más mujeres siguen siendo abusadas y asesinadas, sin que se tomen las medidas necesarias para prevenirlo. El caso de Claudia un feminicidio se pudo prevenir. ¿Dónde estaba el ente Judicial que abandonó a Claudia y a las miles de mujeres que dejan su misma suerte a manos de estos hombres? Aún nuestro país no garantiza nuestros derechos, ni nos protege de abusadores y asesinos.
Los delitos contra las mujeres son muy difíciles de prevenir y lograr justicia. No contamos con una Fiscalía, Jueces, ni policías especializados para atendernos. Lo peor es que nuestros senadores en el 2013 al parecer archivaron un proyecto de ley para crear una Unidad Especial de Fiscalías para Delitos contra las Mujeres.
No basta con los anuncios y las declaraciones de pésames de los políticos y de los entes gubernamentales porque no existe un real acompañamiento a la víctima en la denuncia y en todo el proceso judicial que se requiere. Es hora de tomar medidas reales para frenar la violencia contra la mujer. Si se hubiera investigado y actuado a tiempo probablemente hoy Claudia estaría con nosotros. Para eso es necesario que se dediquen recursos y profesionales especializados y un acompañamiento significativo para nosotras las victimas.
Firma y comparte esta petición porque #TodasSomosClaudia #NiUnaMás y exigimos una fiscalía especial que realmente proteja a nuestras mujeres.
Esta petición será entregada a:
  • Comunicaciones
    Congreso de la República
  • Presidente del Senado
    Mauricio Lizcano
  • Secretaria General
    Senado de Colombia






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En homenaje a Yuliana Samboni, Catalina Vásquez, Edenis Barrera, a las mas de 600 mujeres asesinadas cada año en Colombia, a los miles de casos que no son noticia y a todos aquellos que ni siquiera son reportados, saludamos el trabajo realizado por el profesor y escritor Fernando González Santos, quien ha apropiado la literatura como una herramienta para generar denuncia, reencarnando en el lector los impetuosos sucesos que desencadenaron en un feminicidio más que se suma a la lista, el de Rosa Elvira Cely. 

Por este motivo, se llevara a cabo el lanzamiento de la segunda edición de su libro La vida es Rosa. Un evento que reunirá dos espacios que juntos, apoyaran propuestas que encaminen la lucha en contra de las situaciones de violencia y desigualdad que viven las mujeres. 

El primer espacio, un conversatorio centrado en el libro y la historia contada en el. Contaremos con la participación de Adriana Cely, hermana se Rosa Elvira, quien ha emprendido una lucha por dignificar la memoria de su hermana en la búsqueda de justicia y Fernando Gonzalez Santos, docente, literato y autor de la obra, quien nos contara su experiencia de investigación y escritura.

Como segundo espacio y simultaneo al conversatorio, se realizara una muestra artesanal y de diseño impediente liderada por mujeres emprendedoras. El escenario de este encuentro será en La Redada Miscelánea Cultural, un espacio que apoya y promueve alternativas políticas, sociales y culturales. 

Las y los invitamos a que hagan parte de esta jornada de denuncia y reflexión. 

Día: 22 de Abril de 2017

Hora: 2:00 a 8:00 pm

Lugar : Calle 17 # 2-51. La Redada Miscelania Culturas. 

Para más información :

unpocoaudivisual@gmail.com



viernes, 7 de abril de 2017

martes, 4 de abril de 2017


PERSONAJES

Por: 
Fernando Gómez Garzón

El director de La mujer del animal, que se estrenó este mes, habló sobre su método de trabajo con actores naturales y sobre cómo descubrió esta historia tremenda que revela sin rodeos el maltrato al que se somete a la mujer en la sociedad colombiana. 
El cine era para Víctor Gaviria el que proyectaba su padre en las paredes de la casa, en Medellín, películas filmadas en súper 8mm sobre el aniversario de los abuelos, la primera comunión de sus hermanas, el cumpleaños de las tías. Luego el cine fue el que se exhibía en la cinemateca El subterráneo: Buñuel y Tarkovski, el neorrealismo italiano de Visconti, Fellini y De Sica; el abrumador Pasolini. Y, finalmente, el cine fue el que comenzó a filmar él mismo en el formato de la casa: Buscando tréboles, que en 1979 lo hizo ganar el primer festival de cortometraje de súper 8mm organizado por El subterráneo; El vagón rojo (1983), el primer ensayo de un cine hecho con actores naturales; Rodrigo D No futuro (1990), el primer largometraje, sobre la vida de un grupo de jóvenes de las comunas de Medellín, que moldeó su filmografía y lo catapultó al Festival de Cannes cuando ni siquiera tenía muy claro lo que era eso, las dimensiones de semejante vitrina.

En 27 años, ha filmado apenas –el precio de la independencia– tres películas más: La vendedora de rosas (1997), basada en un  cuento de Hans Christian Andersen pero ambientado en las comunas; Sumas y restas (2003), una radiografía de la permeabilización del narcotráfico en la sociedad antioqueña; y La mujer del animal (2017), que se estrena este mes, sobre el maltrato que sufre una mujer durante siete años en un barrio de invasión de Medellín.

Hijo del neorrealismo, Gaviria ha buscado en cada trabajo construir la realidad absoluta, aunque sepa que eso es imposible. Y la realidad que ha escogido es la más dolorosa. “Yo trabajo con la exclusión porque eso es lo que quiero hacer. Soy consciente de que el país está en un apartheid debido al cual la gente está condenada a la necesidad, a vivir de una cantidad de economías clandestinas –la droga, la prostitución, la delincuencia y todos los demás pecados sociales– porque le toca. Es una realidad de dolor tremenda”.

Para reflejarla con fidelidad, utiliza actores naturales, que son los únicos que pueden reproducir la exclusión porque la han vivido. “Una vez que tengo la historia, hago una gran cantidad de entrevistas para encontrar a los actores. Un buen narrador es un buen actor natural. Te vas encontrando con esa cualidad, un talento que tiene mucha gente de contar su propia vida, que son como unos escritores de literatura oral. Y que van con ese talento atesorando experiencias y la conciencia de la vida. Cuando coincide ese depósito de sentimientos y de vida con la capacidad de expresarlo, encuentro que ahí hay un actor natural”.

Historias verdaderas, contadas por actores naturales que se mueven sobre escenarios reales. Es el sello de su obra, una obra que no busca el entretenimiento gratuito ni impartir lecciones con moralejas simples, sino que es una suerte de desgarradora estética con la que no busca otra cosa que mostrar para que el que tenga ojos vea.

Usted se tropezó con La mujer del animal por accidente. Era parte de un proyecto que no prosperó. ¿Cómo fue eso?
Trabajábamos con el productor Erwin Goggel en la adaptación de Verdugo de verdugos, un libro de Fabio Restrepo, el protagonista de Sumas y restas, sobre un hermano de él, Famel, que un día decidió asesinar a los asesinos del barrio. Una historia espectacular. Pero nos dio un poco de escrúpulo hacerla porque era la historia de alguien que hacía limpieza social y era como volver héroe a un tipo que se había convertido en un asesino. Sin embargo, durante la investigación, estábamos buscando gente que contara cómo era la maldad de los malos en el barrio. Y entonces nos llegó una señora que se llamaba Margarita Gómez, que se presentó como la mujer del Animal. Nos dijo: “Yo soy la mujer del Animal. Mi marido era un violador, era un asesino, era un drogadicto”. Y empezó a contar la historia, que es la historia de la película: 

La niña que se vuela del internado porque hizo una travesura; que se obliga, para no enfrentar a su papá, al que le tiene pánico, a huir a un barrio de invasión, donde vive la hermana, que está casada con un man. Allí la reciben de arrimada. Empieza a ayudarle a su hermana a trabajar con la familia del esposo. En eso, conoce a una familia y en esa familia hay un man que se ha volado de la cárcel, al que le dicen ‘el Animal’. Y el hombre, que piensa que esa niña es una especie de monja, de virgen, la escoge para que sea la mamá de sus hijos. La rapta con escopolamina, se la lleva para una finca y la presenta como su esposa, como su mujer. Y vuelve a la ciudad, perseguido por la policía por un asesinato anterior. Entonces ella retorna al barrio como la mujer del Animal, y no puede escapar nunca de eso. 

¿Por qué eligió esta historia en particular?
Mis películas no son películas de acción, sino sobre la vida cotidiana, sobre las costumbres. La mujer del animal me daba un elemento de suspenso de comienzo a fin: qué cosas tan casuales, tan inofensivas, tan inadvertidas, la fueron llevando a caer en una trampa. Cómo se gestó la trampa, cómo cayó, cómo trató de salvarse... Era la posibilidad de tener una película con unidad.

¿La película es la reproducción de lo que le contó Margarita?
Sí. Pero hubo algo que me conmovió especialmente. Gracias a ese diálogo conmigo, se le había despertado eso de hablar sobre cosas que tenía muy acalladas. Entonces quiso contarles a su hermana y a sus cuñadas la verdad de las cosas, que el Animal le había dado escopolamina y que ella no se había ido por su propia voluntad, y que esos siete años con él fueron una pesadilla absoluta. Ellas se escandalizaron de oír todo eso y no le creyeron. “¡Cómo le parece! –me dijo Margarita–. Eso es lo que más me amarga. Fuera del dolor de haber estado con este tipo, martirizada y odiada, nadie me cree. Y yo lo que me pregunto todo el tiempo es por qué nadie me ayudó”. 

Esa vaina más el alias del Animal le daban a la historia un contexto que estaba más allá de la psicología del maltrato de género, algo que tiene que ver con la mitología y con un inconsciente que introduce el mal como tal. El mal crea un ámbito de retorno a un momento anterior al pacto de la responsabilidad social, de convivencia entre la gente. Por eso le llaman el Animal.

¿Es un caso aislado o encontró ejemplos similares?
Yo entrevisté a muchas mujeres y encontré que el animal existe, que es una entidad que persiste en la mente de la mujer como una amenaza, y que las mujeres siempre han tenido un animal. En la vida de una mujer, de una colegiala, de una estudiante que ahora tenga cuarenta, cincuenta años, si le preguntas y le hablas del animal, ella sabe de lo que estás hablando. Es una cosa que se esconde. Pero vos le preguntas a una mujer y ahí mismo te responde: “claro, yo tenía un animal”.

¿En las comunas de Medellín?
No, en todas partes, en todas las mujeres. Es esa pareja que de un momento a otro se te transforma en un ser desconocido, que te empieza a atormentar, que te empieza por los celos, por la vigilancia, y continúa con todas las modalidades del maltrato de género. 

Ateniéndonos a su método de trabajo con actores naturales, ¿buscó para seleccionarlos  animales y mujeres maltratadas?
Yo voy por esos barrios como un vendedor de enseres, pero para reclutar actores. Les digo: voy a hacer esta película que se llama La mujer del animal. Pasó así y así. Muchachos y muchachas: si ustedes han conocido un animal, bien por experiencia propia o por experiencia muy cercana de su mamá, de sus hermanas, abuelas, vecinas, por favor se quedan acá. Y sobre los hombres también: si ustedes han conocido un animal, se quedan. De 150 personas, se quedaban 30 mujeres y 30 manes.

Mi método es entrevistar, yo nunca pongo a actuar a nadie. Es “quién sos vos”. Y empiezo a grabar: cientos de entrevistas que no son de cinco minutos, a veces son de media hora, a veces más largas, pero son divinas. Son unas entrevistas extraordinarias,  de luchas, de heroísmos, de tristezas, de cosas vividas. Y empiezan a aparecer las mujeres maltratadas y los animales. Impresionante.

Incluso nos ocurrió dos o tres veces, durante el rodaje, que los extras se pusieron a llorar. Ellos no sabían de qué era la película, pero cuando se daban cuenta de que era sobre el animal, se echaban al llanto: “Es que mi papá es un animal”, confesaban. Y las señoras que llevaban a las niñas al casting, ahí mismo se acercaban y decían: “Es que mi marido es un animal”. Es como si esa historia hubiera estado cubierta todo el tiempo, por vergonzosa, pero latente en todas partes. 


Foto: Cortesía Laboratorios Black Velvet.

¿Y por qué cree que de eso nadie habla?
Te voy a contar. Un día, buscando actores, entrevisté a una señora. Era María Magdalena Rodríguez, muy querida, que me quiso contar eso y que había superado hace muchos años la presencia de un animal. Me cuenta que a los cuatro años queda huérfana con la hermanita y que unos vecinos la ponen a pedir limosna, en el Centro, y que cuando están pidiendo limosna, pasa casualmente un tío. ¿Ustedes qué están haciendo aquí? No, mi mamá se murió. Eran niñas de cinco y seis años. El tío las recoge y se las lleva a vivir con ellas y con la esposa. Y se convierten en esclavas. Y el tío la empieza a violar. Dos, tres veces por semana, y va creciendo y va al colegio y él sigue violándola, y ella le dice a la madrina, y ella le contesta que es una cachona, una provocadora, y le tiene dos hijos al tío... hasta que ella logra volarse, la misma historia del animal. Esta historia me hizo caer en la cuenta de algo fundamental: hay un tercero que normaliza eso con su complicidad, con su silencio, con su ignorancia, con su mirar para otro lado, con su desatender. 

La mujer del animal es una película de un triángulo: la víctima, el victimario y el testigo. Yo  hablé con los testigos, hablé con las hermanas del Animal. Porque Margarita se quejaba de que nadie la había ayudado y de que todos habían sido cómplices del tipo. 

¿Y aceptaron la complicidad?
Fue una cosa muy extraña porque, digámoslo, cuando hablé con la hermana del Animal, lo primero que me dice es que esos son inventos de Margarita. 

–¿O sea que tú piensas que tu hermano no era tan mala gente como todo el mundo decía? Ella se quedó pensando, pensando, pensando y dijo:
–Él sí era muy malo.

Y me cuenta que él la violó cuando ella tenía 10 años. O sea que, imagínate, son verdades secretas que todo el mundo trata de ocultar porque no puede convivir con un pasado muy triste. La gente cambia el pasado y va pensando que no era tan malo. Si aceptan que era tan malo empieza el remordimiento, pensar que le ayudaron, que siempre le tuvieron miedo. Es que es muy triste haber convivido con una persona que atormentó a los demás y que es tu hermano, y reconocerlo. Ya no lo puedes reconocer, tienes que engañarte para poder vivir. Ese es el proceso de normalización tan tremendo.

¿Y en el caso de Margarita cómo se manifestó esa normalización?
Ella me mostró una vez una foto como de un mes de antes de que mataran al Animal. Él está de cuclillas con uno de los niños y están las dos niñas al lado (no es como en la película, que Amaro tiene un solo hijo, sino que Margarita tiene tres). Y estaba doña Bárbara, que en la película es doña Mariela, la mamá, con una presencia imponente, con un vestido elegante. Y Margarita está a un lado. La mamá del Animal había llamado a uno de esos fotógrafos callejeros que pasan por el barrio y Margarita no quería estar ahí. Y la señora la obligó. Cuando ves la foto, es un proceso de normalización impresionante, porque te crea una cosa que no era: la familia. La mamá quería mostrar que sí había una familia. ¿Por qué lo hace ella así? Inconscientemente para borrar todo lo que ella sabe: que esos niños aguantaban hambre y que eran humillados y viviendo una violencia de un padre que no se cansa de abandonarlos, de ignorarlos. Entonces ella quiere, por un momento, crear una imagen que cubra toda esa tristeza. 

¿Hay algún patrón de maltrato que usted haya detectado?
Es una misma estructura, que parte del abandono. Es el desencanto y la tristeza que nunca se calma de haber sido abandonadas. Luego de ese abandono, generalmente son rescatadas por algún familiar que las pone a vivir como arrimadas, en situación de servidumbre. Así son todas las historias: la muchacha a la que le toca ir a vivir a Dabeiba, por ejemplo, a un pueblo, y en ese pueblo viven los abuelos, y el abuelo es un animal, y entonces ella empieza a contar cómo el abuelo la cela, cómo la llama cuando la abuelita sale, cómo la manosea, cómo la toca… unas cosas terribles. 

¿Todo parte del estado de servidumbre?
En esas entrevistas me di cuenta de que la pobreza hay que definirla a partir del estado de servidumbre. Primero, te abandonan; segundo, entras arrimado a una casa: de tu abuela, de tus tíos, de tus padrinos, de tus primos. Ya eres un ciudadano de segunda categoría. Y así empiezas a utilizarte, a manipularte, a odiarte... Entonces uno ya va entendiendo esa servidumbre, que es peor cuando aparece un animal. 

Y así se va minando la voluntad.
Todo el mundo me preguntaba que por qué yo quería hacer una película sobre una mujer tan estúpida, de una mujer tan pasiva. “Hazla sobre una mujer que se rebele”, reclamaban. Pero la película era sobre esta señora humilde que yo no iba a regañar por haber tenido la mala suerte de encontrarse con este monstruo. Yo le creí a ella que no pudo salir de ahí por miedo. Ella pensaba que si se salía del marco del animal, estaría peor. Cómo sería su conciencia de estar en el mundo. Porque ella veía que a las prostitutas les iba peor que a ella. Porque no tenían un animal encima sino todos los animales encima. Vivía aterrorizada.

Desde el neurólogo Rodolfo Llinás hasta el genetista Emilio Yunis, pasando por historiadores, sociólogos, políticos y escritores, han tratado de responder a la pregunta de cuál fue el origen de la violencia. ¿Usted qué se ha respondido?
La respuesta es sencilla: la violencia viene de la exclusión. Este es un país con un apartheid muy tremendo, una exclusión construida desde el 9 de abril de 1948 de una manera muy consciente. Creo que el final que García Márquez imagina para Cien años de soledad, en el que el mundo entra en un cataclismo y todo se derrumba y todo pierde sus quicios, es la conciencia de eso que empezó ahí. Rencorosamente las élites arrojaron a la mitad del país a la exclusión y el país vive todos los días confirmando esa separación, ese odio al pueblo. Esa exclusión no tiene otras formas de vivir sino a través de la violencia.

Y en La mujer del animal vemos que, además, es una violencia contra la mujer.
Es que el origen de la violencia es la violencia contra la mujer. Sino que eso se ha escondido. Es un odio a la comunidad, que es femenina, un odio a la mujer. Casi siempre hemos pensado que la violencia contra las mujeres que produjo el conflicto es una cosa anecdotaria, inevitable, una serie de hechos secundarios que no tienen sentido en sí mismos y que no son el núcleo de nada. ¡No! ¡El centro es ese! ¿Sí me entendés? Lo otro es una cortina de humo sobre ese odio y ese goce de destruir a la mujer. Y también al niño y a la comunidad. Por eso al final de la película uno se da cuenta de que no solamente era ella sino la comunidad entera la que estaba pisada por el Animal.

Usted, en sus películas, no ha podido salir de las comunas. ¿Es que las comunas explican a Colombia?
Sí, claro, desde la exclusión. Es que la exclusión es muy fuerte. Pero en las comunas está el alma de la gente. Hay corazón, hay sufrimiento, hay tolerancia. Y hay violencia. Están los pecados y el corazón. Es que el dolor humaniza a la gente.

Pero esta película no tiene ese contraste entre la alegría y la tristeza y el dolor que humaniza. Esta película es demoledora de principio a fin. No hay una sola sonrisa.
Lo que pasa es que Margarita me dijo que no hubo ningún momento de esos, y yo le creí. En la experiencia de ella no hubo matices. Es una metáfora del mal social, del abandono tan terrible que convierte a los barrios en guetos. Pero como nadie los ve, como no se visibilizan por los medios de comunicación sino simplemente como un estigma, como un fracaso social, como si fueran esencial y sustancialmente degenerados… ¿Sí me entendés?

Sí, pero también hay algo que corrobora usted en la película, y es que no hay futuro. Usted mismo lo está mostrando. No hay remedio. ¿No es contradictorio?
Pero a mí me parece que Margarita (Amparo en la película) sí es alguien que es como una esperanza. En la vida real es una persona de una integridad… Y tú vieras cómo tiene a esos hijos. Están salvados. Pasan hambre, pero no son delincuentes.

Usted insiste en que quiere un cine real. ¿Por qué no hizo un documental?
Lo que pasa es que la realidad documental no la puedes mostrar frente a la cámara. Todos los ámbitos de exclusión son ámbitos de ilegalidad. Hay gente que negocia con droga o que está drogada, que hacen parte de pandillas, que roba, que mata, hay prostitución, violadores. ¿Le vas a decir a la gente que muestre eso? Todo el mundo caería en la cárcel. Eso no se puede mostrar sino con actores, en la ficción.

¿Una ficción que de pronto es más real?
Es que, voy a decirte por qué persisto en este cine: porque en un país como este es muy difícil hablar de valores. Es que vos te instalás en una película en la Costa, de clase media o de clases pudientes, y llegará a un momento en que tenés que decir cuáles son los valores en un país que hay una exclusión tan tremenda, donde hay unos antivalores y una historia de exclusión tan fuerte. Se te avinagra todo. Es difícil montarse en esas historias sabiendo que alrededor de esas historias está la exclusión. Tú lo sabes, todo el mundo se comporta ignorándola. Entonces es el problema que yo tengo con mi cine, y que no logro resolver.


Foto: Cortesía Laboratorios Black Velvet.

¿Y seguirá indagando a ver si lo resuelve?
Llegará el momento en que nosotros aceptemos, como nación, que vamos a luchar por un pacto social para que no haya más exclusión. Ahí sí podremos hablar de todo. Vamos a poder reconocer en el cine que este man lucha, que este man estudia en el Sena, que estudió matemáticas y entendió un teorema, que este se enamoró, que a este lo engañó la mujer, que este buscó, todas esas historias. 

¿Mientras tanto no?
¡Mientras tanto no, hermano! No es que desaparezca la pobreza, sino que haya un pacto de no más exclusión. Todo el mundo va a aceptar que todo el mundo es súper valioso y que no vamos a señalar a nadie. Y vamos a hacer un país en que no haya ‘bacrimes’, en el que la gente no esté condenada a esas economías clandestinas. Vamos a tratar de que las mujeres del barrio no tengan que ser prostitutas todos los fines de semana. Y que llegue la semana a ver si su hijo va al colegio y a hacerle la lonchera, pero los viernes se desaparezcan hasta el lunes, para prostituirse en los pueblos. Es un pacto por que la gente entre. Cuando pase eso, ya todo va a ser interesante para el cine: que la primera comunión, que el bautizo, que el cumpleaños… Empezará a existir realmente un mundo de ritos y de pequeños logros individuales.

Que era lo que filmaba su papá cuando usted decidió que le gustaba el cine...
Claro, exactamente. Era lo que mi papá celebraba como médico cuando filmaba las bodas de plata o de oro de los abuelitos, cuando celebraban las primeras comuniones, con esa alegría. ¡Ese es el cine, huevón!

¿Ese es el cine?
El cine son dos cosas: la filmación de la puesta en escena de todos esos ritos sociales, de eso que cohesiona a la sociedad, que hace que todo el mundo crea en esos ritos sociales: que me enamoré por primera vez y me voy a estudiar a Zipaquirá; que soy de la Selección Antioquia de voleibol; que tengo una novia; que me monté en un bus hacia el Putumayo. Cuando no existe eso, el cine es la filmación, como hago yo, de que eso no existe.

¿Ese es el fastidio que da con determinado cine colombiano, de que todo eso que cuentan algunas películas no existe todavía?
No existe, no existe. Está todo contaminado de mala conciencia y de hipocresía. Entonces, cuando eso no existe, hay que filmar que eso no existe. 


*Publicado en la edición impresa de marzo de 2017.

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