lunes, 31 de agosto de 2020

Liderazgo Femenino

Liderazgos femeninos en medio de la crisis del Covid

Por: Mia Perdomo CEO de Aequales

Mucho se ha discutido sobre el liderazgo de las mujeres dirigentes mundiales versus el de los hombres dirigentes mundiales de cara a la crisis causada por la pandemia del COVID- 19.
La semana pasada puse una foto con cifras en Twitter en la que se demuestra claramente que algunos de los países que tienen mujeres dirigentes tienen cifras muchísimo más bajas de mortalidad por COVID-19 que muchos de los países que tienen hombres dirigentes. Por supuesto la discusión no se hizo esperar, con cuestionamientos tanto de hombres como de mujeres: ¿es que acaso yo creía que las mujeres inherentemente tenían condiciones que las hacían mejores líderes que los hombres?, ¿acaso yo no entendía la diferencia entre correlación y causalidad?, ¿quería yo generalizar a todas las mujeres y a todos los hombres?, ¿estaba yo tirando mi feminismo por la borda con esa foto?
Aparte del mansplaining recibido, que inunda las redes sociales, me hicieron preguntas muy interesantes, que aprovecho para contestar en este artículo para Mujeres Confiar.
No creo que inherentemente las mujeres y los hombres sean nada en particular, ni tengan ninguna característica particular a su género. Es más, les va a parecer radical mi respuesta: para las feministas (y para los/as cientificos/as sociales) la construcción del género es enteramente sociocultural, por ende como psicóloga sé que ‘ser hombre’ y ‘ser mujer’ no significa nada fuera de un contexto. Es decir, no creo que las mujeres sean ‘inherentemente mejores líderes’ porque no creo que sean inherentemente nada, ni ellas, ni los hombres. Sin embargo, sé también con toda certeza que la cultura es tan fuerte que se encarga de que los hombres y las mujeres no solo se comporten de ciertas maneras rígidas, sino que además tengan o no tengan ciertas capacidades, porque así los educamos culturalmente, porque eso decidimos para los hombres y eso decidimos para las mujeres, explícita e implícitamente.
Cuando somos niños/as, a las niñas se les incentiva en gran medida a crear y cuidar relaciones con los/as demás, a ser prudentes, a proteger los vínculos, a no sobresalir y no sobreponerse a los demás. Cuidar a los/as demás significa pensar primero en éstos y luego en una misma. A las niñas también se les permite expresar sus emociones, corporal y verbalmente, y se les incita a hablar sobre éstas emociones, a elaborarlas, y a elaborar las de los/as demás. Preocuparse solo por una misma no es femenino. A los niños, por otro lado, se les incentiva a liderar, a competir para demostrar su masculinidad, a obtener y resguardar territorio, a contener sus emociones, a tomar decisiones, a ser fuertes, a ganar. Perder y aceptar haber perdido o aceptar la vulnerabilidad no es masculino. Como todo, este tipo de educación tiene tanto pros como contras, para las unas y para los otros.
Resulta que cuando llevamos esto al ámbito del liderazgo femenino adulto, puede pasar que estas características sean apropiadas cuando son capitalizadas para tomar decisiones por un colectivo. Lo que nos han demostrado las mujeres líderes exitosas es que comunican rápido, de manera honesta, y expresan una vulnerabilidad que las hizo de hecho más fuertes desde el inicio, incitando a la unión nacional para afrontar el virus. Están preocupadas por el colectivo, saben que no pueden hacerlo solas, aceptan aquello que no saben, empatizan con su gente e invitan a la ciudadanía a cuidar los unos/as de los/as otros/as. Además, a las mujeres les cuesta tanto llegar a una posición de liderazgo, que las investigaciones demuestran que cuando finalmente llegan están mucho más capacitadas que sus pares hombres, al tener que demostrar siempre ser mucho mejores para ser tenidas en cuenta en cada escalón. El discurso de ‘la guerra contra el coronavirus’ es supremamente masculino y el abordaje de estas mujeres ha sido más del tipo ‘juntos salimos’.
Puede pasar, a su vez, que las características inculcadas en los hombres sobre su liderazgo, les jueguen en contra en algunos de estos casos. La negación del virus, la negación de la vulnerabilidad humana frente a este, no aceptar lo que no se sabe, luego la necesidad de figurar y hacer de superheroes autosuficientes, la terquedad, la falta de escucha y de consenso, todo responde a una masculinidad hegemónica que no ha sido exitosa, ni antes, ni ahora.
Lo que nos dice The Guardian es que hay países con líderes masculinos a los que también les ha ido bien, pero no hay países con líderes femeninos a los que les haya ido mal. El objetivo de la discusión no es dónde encontramos la excepción que desvirtúe este argumento, sino qué nos invita a pensar sobre los roles de género y sobre el liderazgo. Nos da tanto miedo retar el status quo, que preferimos acabar con la posibilidad de que las mujeres, en efecto, seamos mejores líderes o tengamos algo distinto que ofrecer, y que claramente no lo hemos podido hacer por las mil y una barreras que nos impone la sociedad para llegar hasta allá. Pero, ¿y si le damos espacio? ¿Y si estudiamos con juicio los datos que nos brinda esta experiencia universal para deconstruir y reconstruir con mayor equidad, pero además, con mayor inteligencia, utilizando realmente todos nuestros recursos, y no solo los cerebros de la mitad de la población? Esa sí es una pregunta que aporta a la crisis. 
Mía Perdomo es emprendedora y activista. Co-fundadora de Aequales, firma consultora que propende por el cierre de brechas de género en las organizaciones y el liderazgo femenino en Latinoamérica. Co-creadora de PAR, el primer Ranking de Equidad de Género en las Organizaciones y de la comunidad de empresas que propenden por la equidad de género. Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana y magíster en derechos humanos del London School of Economics. Becaria del Programa de Liderazgo Competitivo Global de la Universidad de Georgetown. Actualmente cursando el posgrado ECLA (Emprendimiento y Competitividad en Latinoamérica) en la escuela de negocios de la Universidad de Columbia. Una de los 100 gerentes más exitosos del 2019 según la Revista Gerente. Una de las 100 mujeres transformadoras de Colombia según La Silla Vacía. Una de las Colombianas que Inspiran según la Revista Semana. Una de las 101 personas que están cambiando el mundo del trabajo según la BBC. Columnista en Forbes.

domingo, 30 de agosto de 2020

#NiUnaMenos #NiUnoMas #ContraElOlvido

40 historias de feminicidios en la cuarentena



El confinamiento disparó la violencia contra las mujeres. Pido unos minutos de su tiempo para que conozcan la historia de 40 mujeres víctimas de feminicidio en la cuarentena. Mujeres reales, con familia, con sueños. Algunas eran niñas, la mayoría jóvenes y adultas. Las víctimas son muchas más. De todos depende que no se queden en una simple estadística. Un trabajo de reportería de Herlency Gutiérrez, Carlos Brand y Javier Jules. Este video es una producción de Juan Pablo Ruiz y el arte es de Juan Camilo Ruiz. #NiUnaMenos #NiUnoMas #ContraElOlvido #Feminicidios #Mujeres #pandemia #confinamiento

sábado, 29 de agosto de 2020

Mujer en el trabajo doméstico y de cuidados


EN ALIANZA CON LA FRIEDRICH-EBERT-STIFTUNG (FESCOL)
¿Por qué hay desajuste contra la mujer en el trabajo doméstico y de cuidados?
Por: María Paula Ardila
Las mujeres dedican hasta siete horas diarias al trabajo doméstico, el doble que los hombres, según cifras del DANE. El desequilibrio es peor en las zonas rurales, en donde la falta de servicios agrava la situación. Hay que cambiar paradigmas y redistribuir tareas en el hogar.
En Colombia, las mujeres rurales dedican 7 horas 52 minutos diarios a las actividades relacionadas con el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.

“Vivo en Boyacá, en un sector minero, y siento que la minería ha debilitado los nacimientos de agua, incluso conseguirla en verano es un reto abismal. Esto implica que las mujeres rurales deben caminar horas para traer el agua a casa, poder lavar la ropa y alimentar a sus hijos”, dice Irene Fonseca, lideresa social del departamento. Su relato refleja cómo la crisis en la economía del cuidado, que ya venía afectando los derechos de las mujeres, se ha agudizado en plena pandemia por el COVID-19. De hecho, los cálculos del DANE señalan que en Colombia cerca del 89,5 % de las mujeres realizan trabajos no comprendidos en el Sistema de Cuentas Nacionales, uno de ellos es el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.
“Si valoramos el trabajo no remunerado en Colombia esto equivaldría al 20 % del PIB. Es más que el valor agregado que genera cualquiera de las ramas de servicios financieros. Además, aproximadamente siete millones de mujeres en el país permanecen en lo que en el mercado laboral llaman la inactividad, concepto que tiene un sesgo de género porque considera inactivas a las mujeres dedicadas al trabajo de cuidado no remunerado de los hogares”, dice Paola García, secretaria técnica de la Mesa Intersectorial de Economía del Cuidado, grupo conformado por organizaciones de la sociedad civil e instituciones académicas y políticas que buscan promover el desarrollo de un sistema nacional de cuidado.
“Es preocupante que en Colombia las mujeres en edad de trabajar realizaron como actividad principal oficios del hogar, y que esto se vuelva un condicionante para entrar a participar en el mercado laboral”, agrega García.
¿Cuántas horas dedican mujeres y hombres a las actividades remuneradas y no remuneradas?
¿Cuántas horas dedican mujeres y hombres a las actividades remuneradas y no remuneradas? / William Orlando Niampira
Un debate al que se le suman las difíciles condiciones en zonas en las que la ausencia de alcantarillado, acueducto o luz dejan en veremos la posibilidad de que las mujeres se vinculen a un trabajo remunerado o puedan acceder a educación, especialmente en zonas rurales. Esto debido al aumento en la cantidad de horas que invierten en labores de cuidado, factor que se suma a los históricos problemas de conectividad, bajos ingresos e incluso a los paradigmas en torno al rol de la mujer como “cuidadora” del hogar.
En Colombia, las mujeres rurales dedican 7 horas 52 minutos diarios a las actividades relacionadas con el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, mientras que los hombres dedican 3 horas y 6 minutos en la misma actividad.
“En la medida en que no tengamos estos mínimos de necesidades básicas, los tiempos dedicados al trabajo no remunerado siempre van a aumentar. Bogotá, por ejemplo, es la tercera ciudad más desigual en Colombia; el 70 % de esta ciudad se compone de zona rural. Esto implica que hay localidades donde no hay gas y hay que ir por la leña, lo mismo ocurre con el agua”, dice Natalia Moreno, economista y magíster en estudios de género.
De hecho, la falta de servicios públicos puede agravarse en las comunidades indígenas del país. “En los territorios con grupos étnicos esta situación es peor, donde el 79,9 % de estos hogares no tienen servicio de acueducto. Por ejemplo, en La Guajira hay mujeres wayuus que se demoran entre cinco y seis horas diarias solamente yendo a recoger el agua. A eso hay que sumarle todas las actividades que se necesitan dentro del hogar”, comenta Laura Gómez, gerente del programa Igualdad y Desarrollo Territorial de las Mujeres Rurales de Oxfam.

¿Qué hacer para garantizar los derechos de las mujeres?

Para avanzar hacia la autonomía económica, política y física de las mujeres, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) propone afrontar la desigualdad en la prestación de cuidados no remunerados a través del reconocimiento, la reducción y la redistribución del trabajo entre las mujeres y los hombres, así como entre las familias y el Estado. “Que existan más colegios, guarderías, comedores comunitarios y lavanderías públicas, donde las mujeres puedan realmente descargar esas tareas de cuidado”, explica Natalia Moreno.
De hecho, la OIT insiste en la importancia de invertir en la infraestructura pertinente para el cuidado, “que reduce el trabajo penoso para las mujeres, como recolectar agua y proporcionar servicios de saneamiento y provisión de energía”, se lee en el documento emitido en 2018. Incluso, la Organización insiste en desarrollar políticas relativas a las licencias y otras modalidades de trabajo favorables a la familia, que permitan conciliar mejor el empleo remunerado con el trabajo de cuidados no remunerado.
“Son labores que deben asumirse a nivel colectivo, entre comunidades, el sector privado y el Estado. Esto para que las mujeres seamos libres de escoger lo que queremos para nuestros trabajos, y si escogemos los cuidados, pues que sea una decisión de libertad y no una decisión de obligación”, agrega Moreno.

viernes, 28 de agosto de 2020

iProfesional | Economía | Mercado laboral

Por qué el coronavirus marcó un antes y un después para las mujeres en el mundo del trabajo
Por Juan Manuel Barca

Por qué el coronavirus marcó un antes y un después para las mujeres en el mundo del trabajo

Las trabajadoras se ven más afectadas por los cambios que aceleró la pandemia. Las cinco claves de la nueva realidad del mercado de trabajo.

a pandemia tiene un impacto desigual en el mercado laboral, con cambios severos en el trabajo de las mujeres. La crisis generada por el virus implicó una mayor carga en las tareas de cuidado, una mayor exposición al contagio en actividades esenciales y la extensión de la jornada laboral, junto con la disminución de ingresos y la pérdida de beneficios laborales.
"El Covid-19 puso de manifiesto las desigualdades en el mercado laboral: las desigualdades de géneros que afectan a los sectores de actividad más feminizados y más expuestos, y las desigualdades de derechos entre quienes están más protegidos en el trabajo registrado y quienes son más vulnerables en el trabajo informal", señala un informe del Ministerio de Trabajo.
El relevamiento realizado por organizaciones sindicales y empresariales que integran la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades mostró un impacto mayor en el AMBA y provincias como Chaco, Río Negro y Neuquén, tanto por la tasa de contagio como de morbilidad. También por la extensión de la cuarentena y la suspensión de actividades.
Los trabajos de las mujeres fueron muy afectados por el aislamiento preventivo. La recreación, el turismo, la gastronomía, la hotelería, la organización de eventos, las peluquerías son actividades donde trabajan muchas mujeres y estos sectores son probablemente los que más sufren las consecuencias del aislamiento, según las autoridades.
Los efectos fueron más intensos sobre el sector informal, exponiendo su precariedad, como es el caso de un alto porcentaje de trabajadoras de casas particulares y de comercios minoristas que se vieron imposibilitados de trabajar, con la consiguiente pérdida total de sus ingresos.
Y el Covid-19 afectó el trabajo en las actividades más feminizadas, como la salud y la enseñanza, con tasas de participación de las mujeres del 71% y el 73%, respectivamente. Ambos rubros se mantuvieron activos durante el aislamiento por ser considerados esenciales.
Las mujeres, por otra parte, sufrieron más el desempleo en el primer trimestre del año. En el rango etario de 14 a 29 años, la tasa aumentó de 18,9% en el cuarto trimestre de 2019 a 23,9% en el primer trimestre de 2020, mientras en los varones de igual edad el incremento fue de 16,9% a 18,5%.
Las empleadas de casas particulares sufrieron suspensiones sin cobro de haberes, despidos pese a la prohibición por decreto y el adelanto de vacaciones.

1. Tareas de cuidado

El aislamiento social implicó, especialmente para las mujeres, una sobrecarga de trabajo por la superposición de la jornada laboral con las tareas domésticas y de cuidado. Sumado a la improvisada adopción del trabajo remoto, se implementaron clases no presenciales en todos los niveles y el cierre de espacios de cuidado de primera infancia.
"Los bajos niveles de corresponsabilidad en las tareas domésticas derivaron en que, independientemente del territorio o del tipo de actividad (esencial o no esencial), todas las trabajadoras y mujeres empresarias se han visto afectadas por el aumento de la carga de cuidado de niñxs, adultxs mayores, personas con discapacidad o enfermedad y del trabajo doméstico no remunerado en general", indica el relevamiento.
Una encuesta realizada por UNICEF Argentina reveló que el 51% de las mujeres reconoce una mayor sobrecarga de tareas de cuidado, especialmente en la limpieza de la casa, cuidado de niños, ayuda en las tareas escolares y preparación de comidas.

2. Exposición al contagio

Las mujeres se han visto más expuestas al contagio en las actividades donde son mayoría. Ese es el caso de las trabajadoras de la salud y  las empleadas de casas particulares que realizan asistencia y actividades de cuidado de niños, adultos mayores y personas enfermas, así como quienes realizan trabajos voluntarios o docentes, que atienden comedores escolares barriales o comunitarios.
Con un 71% de mujeres en la actividad, el personal sanitario ya superó los 20.000 infectados, de los cuales 18.000 se concentran en AMBA, y registró 75 fallecidos. En ese marco, el gremio de profesionales FESPROSA reclama por la falta de paritarias y la postergación del bono estímulo de $5.000 por mes.
El estudio también muestra una extensión del horario laboral en las unidades hospitalarias para atender la gran demanda y reemplazar al personal con licencia por enfermedad. Por otra parte, el sindicato señala que la precarización y el multipleo son "una de las causas fundamentales del contagio".
Otros sectores expuestos por la interacción personal son el comercio minorista y el de venta de comida, aunque con dotaciones de personal más reducidas por la modalidad "take away". 
"El sector del comercio minorista tuvo que modificar las condiciones de trabajo para prevenir el contagio de sus trabajadores y del público en general que ingresa a los locales adaptando las instalaciones, capacitando al personal, implementando protocolos de cuidado", señala el trabajo.
Pese a los recaudos, el rubro mercantil registró varios casos de denuncias por incumplimiento de protocolos. En el gremio estiman que los supermercados sumaron más de 700 contagios. Mientras la industria y el transporte también concentraon centenares de casos, incluyendo clausuras.
Con un 71% de mujeres en la actividad, el personal sanitario ya superó los 20.000 infectados y registró 75 fallecidos.
 

3. Deterioro laboral

Durante el aislamiento, por otra parte, se generalizó el trabajo remoto, aunque es marginal en las actividades industriales, de construcción o primarias. Muchas empresas industriales y de servicios adoptaron esa modalidad laboral, sobre todo en actividades administrativas, de finanzas y de ventas.
Una reciente encuesta realizada por la UIA a más de 700 empresas de todos los sectores y regiones indicó que entre el 20% y el 25% pueden realizar las tareas de forma remota, y un 60% indicó poder hacerlo pero en forma parcial.
"El trabajo remoto implicó para muchas trabajadoras una extensión del horario de trabajo y al coincidir los espacios de trabajo con los domésticos también se trabajó en grandes dificultades para conciliar trabajo de cuidado y trabajo para el mercado", señala el estudio.
En varias actividades se registraron dificultades por la ausencia de equipamiento adecuado, conectividad y espacios apropiados para trabajar, todo en situación de aislamiento laboral sin la capacitación y prevención necesaria.
La encuesta realizada por el gremio de entidades deportivas y civiles (UTEDYC) indica que el 80% de los trabajadores comenzó a realizar trabajo a distancia sin capacitación; el 82% debió ir en persona a la entidad a llevar o traer materiales; y 47% no recibió elementos o servicios para dicha tarea (notebook, celular, impresora, insumos, pago de internet o línea telefónica, etc.).
Un 63% debe combinar, asimismo, el trabajo con el cuidado, lo que supone una sobrecarga extenuante asumida principalmente por las mujeres. Y hubo suspensiones cuando las condiciones de trabajo en el hogar no garantizaban requisitos mínimos para la actividad laboral.
El relevamiento señala que más del 90% vio aumentada su carga laboral; el 43,5% no cuenta con una computadora de uso exclusivo. Solo el 36,7% tenía experiencia previa en educación a distancia, 78,4% son el principal sostén económico de sus hogares y el 41,3% de ellos vio reducidos sus ingresos.

4. Reducción de los ingresos

Quienes tienen un empleo registrado y cuentan con mayor estabilidad laboral también sufrieron reducción de ingresos, ya sea por suspensiones, por haberse eliminado el presentismo, o las horas extras. Esto ocurrió en el comercio minorista de indumentaria (muy feminizado) y en la industria textil.
Un millón de trabajadores se vieron afectados por la crisis laboral en lo que va del año. En ese período, se perdieron más de 350.000 empleos y se registraron 740.000 suspensiones, con rebajas salariales de hasta el 30%. Por otra parte, por la postergación de las negociaciones, solo 1 de cada 10 trabajadores formales tuvo paritarias.
La cuarentena tuvo un gran impacto sobre las trabajadoras de casas particulares, teniendo en cuenta que su categoría más baja (tareas generales) fue considerada actividad no esencial y solo estaban habilitadas aquellas categorizadas en tareas de cuidado a personas.
Según el sindicato UPACP, las empleadas de casas particulares sufrieron suspensiones sin cobro de haberes, despidos pese a la prohibición por decreto y el adelanto de vacaciones. "La alta informalidad (de alrededor del 70%) desprotege a las trabajadoras de todos los derechos relacionados con despidos, licencias, etc", señaló la entidad.

5. Pérdida de beneficios laborales

Por las medidas de aislamiento, se dispensó de asistir al trabajo a los trabajadores de más de 60 años, con enfermedades preexistentes, y se otorgaron licencias para cuidar de hijos. El sector público es uno de ellos.
Pero en algunos casos los trabajadores se vieron obligados a tomarse las licencias por vacaciones para poder cuidar, según el relevamiento del gremio de personal jerárquico de Telecom (UPJET). Las licencias parentales para el cuidado de menores fueron mayormente asumidas por las mujeres.
En el trabajo de casas particulares, hubo cambios de categorías fraudulentas para posibilitar que las trabajadoras obtengan el permiso de circulación, sin que se reflejara este cambio en un ingreso suplementario.

jueves, 27 de agosto de 2020

Rosita Turizo, a 66 años del voto femenino

En su memoria 
Hace 66 años, la Asamblea Nacional Constituyente otorgó el derecho al voto a las mujeres colombianas. Por la importancia de ese 25 de agosto, queremos conmemorar y agradecer a Rosita Turizo, una de las grandes sufragistas del siglo XX. En #MujeresConfiar recordamos este homenaje por ser pionera de los derechos políticos de las mujeres en Colombia y una voz crítica durante toda su vida.



miércoles, 26 de agosto de 2020

Política

La líder social Francia Márquez revela que buscará la Presidencia

Ante la oleada de crímenes, la caucana dice que trabajará para llegar a la Casa de Nariño.
Francia Elena Márquez

Francia Elena Márquez, ganadora del Premio Goldman en Sur América

Francia Márquez, una de las líderes sociales más influyentes y reconocidas del país, anunció en las últimas horas su deseo de aspirar a la Presidencia de Colombia. La dirigente argumentó que una de las razones que la llevan a buscar la Casa de Nariño es la desde allí trabajar por la defensa de la vida en momentos en que el país es sacudido por una escalada de masacres, especialmente de jóvenes.

La líder social y ambiental, quien en 2018 ganó el Premio Goldman, considerado el "Premio Nobel de medioambiente”, 
“Lo que me lleva a decir quiero ser presidenta de este país tiene que ver con las relaciones de violencia sistemática y estructural que hemos vivido como pueblo, comunidades, como mujeres”, manifestó.
"Lo que me lleva a decir quiero ser presidenta de este país tiene que ver con las relaciones de violencia sistemática y estructural"ITTER
Según Márquez, si bien lanza desde ya su nombre, no descarta una consulta que aglutine propuestas de diversos sectores políticos de centro izquierda.

Precisamente, hace un par de semanas, el excandidato a la presidencia por el Partido Liberal y exjefe del equipo negociador que logró el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc, Humberto de la Calle, propuso buscar este camino.

Bajo el título ‘centroizquierda’, De la Calle propuso sumar las ideas individuales para que en caso de ganar, se gobierne de forma colectiva.

“La necesidad de construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos (…). Me refiero a esto: quienes integren la coalición van a gobernar colectivamente, dicho de frente y sin engaños. Y, por fin, y solo al fin, las reglas para seleccionar al candidato. Digamos que es una propuesta a la europea y no a la americana”, escribió.
La necesidad de construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos
La propuesta de Humberto de la Calle de una consulta popular entre los candidatos de centroizquierda para llegar a un candidato único que enfrente a la derecha, ha sido saludada con beneplácito por varios lideres y dirigentes sociales.

“Yo creo que me ha llevado a tomar esta decisión ver todos los días asesinar líderes sociales”, explicó Francia Márquez.
Ella es una sobreviviente de esta racha de atentados. El pasado sábado 4 de mayo, integrantes de los consejos comunitarios de la población negra del Norte del Cauca sufrieron un ataque con granadas y armas de fuego cuando estaban reunidos en la finca La Trinidad, vereda Lomitas, municipio de Santander de Quilichao.

El hecho fue repelido por agentes encargados de la seguridad de algunos de los líderes, evitando lo que iba a ser una masacre.

Los líderes y representantes de las comunidades estaban reunidos para planear las negociaciones pendientes con el gobierno nacional a raíz de su participación en la Minga reciente junto con indígenas y campesinos de la región, y donde deben acordarse las políticas y recursos estatales para beneficio de sus comunidades.

Allí se encontraban dirigentes del Movimiento de Mujeres Negras por el Cuidado de la Vida y los Territorios Ancestrales, entre ellos Francia Márquez.
Francia Márquez es del Cauca, desplazada de la violencia, afrodescendiente y defensora del medio ambiente. Por su lucha contra la minería ilegal en su departamento, el año pasado fue galardonada con el Premio Goldman.
Márquez ahora presenta su nombre con la ilusión de llegar a la Presidencia. 

martes, 25 de agosto de 2020

MUJER, MI UNIDAD LINGÜÍSTICA


MUJER Y MODERNIDAD: INDIVIDUAS EMANCIPADAS


Creo de lejos, que lo que molesta de los feminismos es que no
necesitemos la voz de aprobación nunca más, ni la regulación excesiva.
Molesta que nos paremos de cara a nuestra libertad.


La modernidad debía traer libertad. Se supone que en los procesos que suceden al medio evo encontraríamos al sujeto que piensa y se logra desatar de las redes de un pensamiento homogenizado, oscuro y violento, pasando a un estado en donde las luchas por la igualdad (equidad), el capital social distribuido y un idealismo filosófico darían paso a una sociedad justa, ecuánime y libre pensadora, pero hay dos fenómenos que irrumpen este momento histórico: machismo y capitalismo.

A las mujeres la modernidad nos llega tarde, los dinámicas de emancipación y autonomía no eran directamente un canal disponible para todas, si bien se lograron voces oportunas seguían siendo la invisibilización y las violencias las formas de no permitir esa libertad, de no permitir que lo moderno llegará a la par.

Luego de haber sobrevivido a la hoguera difícilmente se súper/vivía al desconocimiento y a la vinculación social, política, cultural, educativa, permanecíamos en la edad media gracias al machismo enquistado en las bases sociales, en dónde se nos asignó la cocina como lugar de elaboración y la casa como el reino de fantasía en donde podíamos gobernar, los hijos, los súbditos necesarios.
El modernismo nos llegó en forma de censura, las construcciones del cristianismo también hicieron lo suyo, tomaron las formas del sacrificio, lo virginal, lo estático y nos sometieron en la cultura de la obediencia, nos heredaron el complejo de inferioridad, la necesidad del merecimiento, la emancipación no era posible porque como lo expone I. Gebara (1997) a las mujeres nos relacionaron con el mal y es nuestra etiqueta y marca más profunda.

DE CARA (y sin maquillaje) AL CAPITALISMO

Los sujetos se construyen desde lo que las instituciones demandan sobre su ser, sobre lo que debe/quiere hacer y ser.
La sujeción institucional ha puesto a las mujeres en los roles predeterminados, bajo una estructuras de sumisión, pertenencia, sin propiedades, en una lucha más aguerrida por salir de esta estructura, no quisiera utilizar el verbo “demostrar” pero es lo que nos toca cada tanto, porque nos piden estadísticas de nuestras muertas, de la brecha salarial, de la dificultad de adquisición de terrenos, de mostrar porque históricamente incluso fuimos objeto de estudio para definir si teníamos alma y si estábamos definidas por la histeria, porque a pesar de los tránsitos de tiempo difícilmente la modernidad cambio en algo para nosotras, incluso reafirmó y construyó nuevos paradigmas para la mujer, debió nacer el movimiento de las mujeres y los feminismos para poder levantar la voz.

Recordemos que para la existencia del reconocimiento social y la adquisición o aumento del capital  (económico y social) se debía cumplir unas condiciones:

Ser hombre -referencia del cuerpo aceptado-, preferiblemente blanco -supremacía y orden-, pertenencia religiosa -figura inferior de la mujer desde las creencias- ser propietarios -uso de la racionalidad de negocios negada a la mujer por ser históricamente definida por la emocionalidad- ser padre -figura protector y proveedor capaz de asumir los movimientos históricos- (Carreño, 2019).

Así, el cumplir con los estándares se posiciona lejos de la mujer, de lo femenino, de lo diferente, una modernidad que creaba brechas e imposiciones traídas de otros tiempos, en donde lo que los hombres hacen se llama conocimiento y lo que hacemos las mujeres se denomina saberes.

EMANCIPADAS SÍ, PERO CUMPLIENDO LA ETIQUETA.

 “Otro principio de la modernidad es su antropología. El individuo

es autónomo, nada hay que tenga jurisdicción sobre el hombre y todas las cosas pasan a ser para su servicio. El individuo es soberano. Desde esa perspectiva, el sujeto individualizado no tiene otra responsabilidad que la que tiene consigo mismo”.
Duque (2020)


La mujer será madre (virginal, tierna e inmaculada), será protectora (relación con el instinto de protección comparada con las hembras animales), será sumisa y aceptará que puede tener una autonomía mientras cumpla con las obligaciones a su cargo.

Esta frase siempre me ha calado profundo: -la mujer hace el hogar- y el hogar (tradicional) es la base social de las naciones, ¿dimensionan al igual que yo semejante responsabilidad? Una construcción social moderna que nos dice que “el individuo es soberano” pero un comportamiento errático de la mujer destruiría todo un sistema, es así como el equilibrio de la modernidad también nos llega tarde.

La emancipación entendida como una posibilidad de reconocimiento social nos arroja en este escenario:
Niña
Niña, tienes el período;
Niña, no toques mi comida;
Niña, tú sabes que tampoco puedes ir al funeral del vecino.
Niña, cálmate y espera a que todo pase.
¡Niña, tienes que ir a la escuela!
Niña, piensa en tu educación,
Niña, la educación es tu futuro.
Niña, lucha por alcanzar un título, porque
Niña, con ese título en las

manos
tienes garantizado un marido.
Ortega (2001).

Nos permiten liberarnos, emanciparnos, dar una vuelta de 360 grados, si, de 360 porque nos quieren en el mismo punto, en el hogar, respondiendo a la demanda de la maternidad, de los aspectos sociales que juzgan aún el uso de la minifalda, la fiesta en la noche, abordar un taxi y sentarse adelante, nos tienen con una cuerda grande, nos permiten dar la vuelta, pero estamos ancladas porque eso es la modernidad, un puerto del que no hemos podido saber para que llegamos y pensamos zarpar a otro: nueva normalidad.

A MODO DE REFLEXIÓN TOMANDO TINTO. UNA SEMANA DESPUÉS DE ESCRITO

 

Cuando hablo de feminismos en diversos grupos conformados por personas de diversas corrientes del pensamiento, encuentro que, una postura para invalidar la lucha de las mujeres es reducirla a una supuesta victimización que se vuelve proporcional a la descalificación, argumentando que las problemáticas sociales son de orden estructural y no deberían dividirse en cuestión de raza, género, sistemas socioeconómicos, desconociendo así la particularidad de las violencias, sus inequidades y el impacto en grupos poblacionales específicos.
Los tiempos y sus historias están contadas desde lo masculino, la voz de la mujer suele ser silenciada, la del hombre es audible y plausible, colocándose así en lugares cercanos al heroísmo (incluso como tales) y dejándonos en el plano de la costilla, de un detrás que sostiene (detrás de un buen hombre hay una gran mujer) reconociendo someramente la bondad del acto de dejar de ser para que lo masculino gobierne. Como si nos preguntaran.
Finalmente, la historia de la biblia debe ser re - contextualizada, las mujeres desde el Deuteronomio se inscriben como propiedad: (ver Ley sobre las prisioneras de guerra: 21:10-14), no podemos seguir siendo regidas por una norma sin exégesis correcta, sin análisis histórico, pero sobre todo pretendiendo seguir imponiendo modelos nocivos que nos excluyen de la vida pública y política a través de la violencia ejercida bajo un sistema de creencias sin razón.

En fin, la modernidad.

Sororidad

  Sororidad. Nuestra definición. #radfem   #mujer   #mujeres   #feminismo   #sororidad