viernes, 29 de junio de 2018


Tercer Informe Hemisférico sobre la Implementación de la Convención de Belém do Pará Prevención de la Violencia contra las Mujeres en las Américas Caminos por Recorrer

Aunque todos los Estados evaluados señalaron tener planes nacionales para abordar la violencia contra las mujeres, aún existe el desafío de disminuir la brecha de implementación y garantizar una vida libre de violencia. #InformeSobrePrevención ➡️http://bit.ly/TercerInformeHemisferico

miércoles, 27 de junio de 2018




Fútbol femenino






Scotland Ladies Club.
Por Cristina Hincapié Hurtado
Ronaldo, Messi, Pelé, Maradona, Neymar, Zidane, Romario, el Pibe, Higuita. ¿Y cuántos nombres de mujeres futbolistas conocemos? te contamos la historia del fútbol femenino y cómo este deporte pasó de ser uno de los espectáculos más exitosos a convertirse en una práctica prohibida. Además, de la mano de Luz Estela Zapata Jaramillo, una de las pioneras del fútbol femenino en Colombia, nos encontramos con el mayor obstáculo de las futbolistas y las dirigentes: el machismo.
Aunque se considera que los primeros indicios del fútbol femenino se remiten a una práctica deportiva conocida como Tsu Chu practicada 500 años a.C en la dinastía Han, la historia de este deporte hace referencias a la Europa del siglo XII, especialmente en países como Francia o Escocia, donde era común que las mujeres practicaran y participaran de competencias de juegos de pelota. Debido a la falta de registros que permitan atestiguar en qué momento se realizó el primer partido de fútbol femenino, quienes se han interesado en mantener viva su historia llegan a un lugar, a un año y a una mujer común.
En 1894, Nettie Honeyball, seudónimo usado por Mary Hutson, una destacada activista por los derechos de la mujer, quiso manifestar la necesidad de la emancipación  y la participación política de las mujeres por medio del fútbol. A través de un anuncio de prensa, Netiie convocó a un grupo de mujeres a practicar este deporte de forma profesional y así fundó el que se conoce hoy como el primer club femenino de fútbol, el British Ladies Football Club. Este proyecto, financiado por la aristócrata Lady Florence Dixie, cuya familia se encontraba envuelta en un escándalo provocado por una pelea contra el escritor Oscar Wilde, atrajo no solo a las primeras jugadoras del club, sino también a la prensa y a los espectadores.
Así, el British Ladies Football Club organizó el que se considera oficialmente el primer partido de fútbol femenino en la historia, realizado en Londres el 23 de marzo de 1895 y que llevó a la cancha del Crouch End Athletic a dos equipos que representaban el norte y el sur de la ciudad. Quienes registraron este momento cuentan que aproximadamente diez mil personas acudieron al encuentro, donde el equipo Norte salió victorioso con el marcador 7-1.  Las críticas en torno a sus vestidos, a la forma en que jugaban y a la supuesta imposibilidad de las mujeres para jugar con calidad este deporte, no se hicieron esperar, pero el equipo siguió jugando durante once fechas, recogiendo además fondos para la beneficencia.
Posteriormente, el escenario de la Primera Guerra Mundial fue muy importante para la masificación del fútbol femenino, pues, debido a que la gran mayoría de los hombres se encontraba en el campo de batalla, las mujeres ingresaron no solo como fuerza laboral sino que también ocuparon algunas plazas y prácticas que hasta ese momento eran privilegios masculinos, como el fútbol.
El éxito que se esperaba se mantuviera en Londres a finales de 1800, llegó durante los años de la guerra. Los partidos organizados por los equipos de mujeres eran cada vez más reconocidos y a ellos acudían cada vez más espectadores. Sin embargo, en 1918, mientras Europa buscaba volver a la realidad, la Asociación de Fútbol de Inglaterra FA no quiso reconocer al fútbol femenino ni mucho menos su popularidad. Por el contrario, la Asociación prohibió el uso de sus espacios, haciendo que los equipos previamente conformados por mujeres perdieran fuerza y vida.  
Fue hasta 1966 que la FA, después de la Copa Mundial de Fútbol de ese año, decidió reincorporar a las mujeres en 1969, creando una rama femenina en la Asociación. En 1971, la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) comenzó a unir esfuerzos para promover y apoyar el fútbol femenino en los países europeos y posteriormente países como Italia, Estados Unidos o Japón, consolidaron sus propias ligas profesionales de fútbol femenino.
Actualmente sigue habiendo desigualdad en la práctica de este deporte, la brecha salarial y el reconocimiento que empresas, marcas e instituciones hacen a las mujeres y a los hombres dedicados al fútbol son solo dos de muchos puntos que exigen trabajo constante y sobretodo un cambio en la mentalidad de quienes aportan al desarrollo de esta disciplina.
Pero indudablemente las cifras han crecido en los últimos años: aproximadamente 69.000 clubes cuentan hoy con un equipo femenino en América, hay once federaciones nacionales que cuidan los semilleros femeninos a través de escuelas orientadas para ellas, existen más de 7.000 árbitros mujeres y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) augura que para el Mundial Femenino de Fútbol 2019 que se llevará a cabo en Francia, 45 millones de mujeres y niñas jugarán en este encuentro.

Fútbol femenino en Colombia



Luz Estela Zapata Jaramillo creció en las calles del barrio Buenos Aires en Medellín, su pasión siempre tuvo cerca un balón de fútbol. Durante su infancia vivió lo que, posteriormente, se dedicaría a cambiar: el estigma de las mujeres futbolistas. Recuerda que cuando estaba pequeña, a pesar del apoyo incondicional de su familia, escuchaba cómo las familias de sus amigas le decían que no jugaran con ella, pues «era una brincona que andaba todo el día jugando fútbol», un deporte que se ha considerado exclusivo para los hombres.
Sin embargo, la pasión de Luz no se ha derrumbado con este tipo de comentarios, al contrario, cada vez con más fuerza buscó alcanzar su sueño de ser futbolista. En esa época, cuenta, solo existían dos o tres equipos en los que se les permitía a las niñas jugar, y por todos ellos pasó Luz, resaltando con su famosa zurda goleadora. Empezó a jugar en Masajes Apolo, un equipo de mujeres del barrio Castilla. Después, una de las pioneras del fútbol femenino en Antioquia, Margarita Martínez Betancur, una de las primeras mujeres que promovió los equipos femeninos de fútbol en el departamento, la llevaba a pueblos y a otras ciudades a jugar. En los años 90 se crea la primera liga departamental, pero para ese entonces Luz estaba teniendo a su primer hijo y no podía participar.
Con el paso del tiempo comenzaron a emerger equipos más profesionales, y lentamente su camino la fue llevando a lo que es hoy, coordinadora del Club Deportivo Formas Íntimas, un espacio que se ha enfocado en hacer crecer el fútbol femenino en Antioquia y en Colombia, pues muchas de las chicas que crecen en sus semilleros han terminado jugando en la selección Colombia.  Han participado además de campeonatos como la Copa Libertadores a nivel Sudamérica Femenina que realizó su primera versión en el año 2009 y de la primera copa sub-15 en el 2018.
«Si nos cierran una puerta, vamos por otra», dice Luz, y la pasión por su trabajo se nota en su voz y en la forma en la que habla del fútbol. El gran obstáculo que ha habido y sigue habiendo es, sin duda, el machismo. Así lo expresa Luz, pues conoce de primera mano el silencio, la poca atención y el rechazo que se genera en algunos círculos deportivos frente al esfuerzo de las mujeres por hacer que su trabajo en el fútbol sea reconocido como debe ser.
Gracias a los esfuerzos de mujeres como Luz y tantas otras que han soñado con ser futbolistas en el país y que abrieron el camino para que otras mujeres pudieran llegar a serlo, en el año 1998 la Selección Colombia Femenina hace su primera aparición en el Campeonato Sudamericano Femenino en Mar del Plata, Argentina.
Sin embargo, fue hasta el año 2003 que la selección reapareció en el Campeonato Sudamericano Femenino bajo la dirección técnica de Myriam Guerrero y la asistencia técnica de Margarita Martínez. Estas mujeres, pioneras en el campo colombiano, tuvieron que sobrepasar muchos obstáculos institucionales, sociales y familiares, pues los estigmas y los pocos aportes que recibían hacían que la posibilidad de consolidarse como equipo y jugadoras profesionales fuera una lucha diaria.
Actualmente, su organización está a cargo de la Federación Colombiana de Fútbol, miembro de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y de la FIFA. La selección ha obtenido reconocimiento en los subcampeonatos de la Copa América Femenina en las ediciones de 2010 y 2014, lo que las ha llevado a estar en los Mundiales de 2011 y 2015 y en los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016. En categorías inferiores fue la primera selección de Sudamérica campeona del Campeonato Sudamericano Femenino Sub-17 y fueron subcampeonas en el Campeonato Sudamericano Femenino Sub-20 de 2010. Hoy, la Selección Colombia es el mejor segundo equipo en el ránking de selecciones de Conmebol solo superada por Brasil y se ubica en el puesto 24 del Ránking de la FIFA.
En la nómina se destacan jugadoras de trayectoria como Yoreli Rincón, Catalina Usme, Daniela Montoya, Leicy Santos y Sandra Sepúlveda, entre otras jóvenes promesas del fútbol femenino que acaban de participar en la Copa América Femenina en Chile y ya se preparan para la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA, que se disputará entre el 13 de noviembre y el 1 de diciembre de 2018 en Uruguay.

martes, 26 de junio de 2018

«Por naturaleza»


A propósito de la reflexión por una educación no sexista, en esta columna de opinión, Claudia Restrepo Rendón, licenciada en Educación, reconstruye los mensajes que la sociedad y sus instituciones han transmitido, posibilitando la conformación de una «misoginia interiorizada», que propone como verdaderos los mitos y estereotipos que tanto daño han hecho a las mujeres a través de la historia.
Por Claudia Elena Restrepo Rendón
Columnista invitada
A diario escuchamos afirmaciones con las que se califica a la mitad de la población mundial y sus actuaciones, y en muchos casos se sentencia que es «por naturaleza», lo que realmente es producto de las herencias sociales y culturales.
Desde diversas latitudes y culturas se repite que las mujeres, «por naturaleza», son incapaces de trabajar juntas, que son malvadas entre sí, envidiosas, sin capacidad de liderazgo, sensibleras, volubles, veleidosas, sin carácter, y que frente a esto no hay nada que hacer porque está en los genes, o en el peor de los casos, en las hormonas. Lo hemos oído en la cotidianidad de la familia, la escuela, la comunidad y en la sociedad, donde los medios de comunicación, con sus reality shows y la publicidad con sus anuncios, en gran medida estereotipados, refuerzan cada día estos mensajes.
Este tipo de juicios y afirmaciones develan la misoginia, que es el odio o desprecio hacia las
mujeres y todo lo relacionado con ellas. Según el sociólogo Allan G. Johnson es «la actitud cultural de odio hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres». Esto conlleva desconfianza y un sistema de creencias con prejuicios arraigados contra lo femenino y se desprende de allí un concepto denominado misoginia interiorizada, que se define como la creencia involuntaria, por parte de mujeres o niñas, que los estereotipos y mitos dañinos en torno a su condición, generados en una sociedad sexista como la nuestra, son verdaderos.
Existen algunos factores que causan este fenómeno, como por ejemplo, la competencia. Según la antropóloga mexicana Marcela Lagarde y de los Ríos, las mujeres aprendemos del relacionamiento entre mujeres a través de la relación con la madre, que es la primera conexión con otra mujer. En esta primigenia interacción, en el contexto de la cultura patriarcal, ambas tienen su interés centrado en el mismo hombre y compiten frente a él para ser la favorita, para ser «la más», como lo ordena el mundo moderno, con su competitividad tan elogiada.
Afirma Lagarde: «Se trata de la repetición, de la proyección, de la puesta en acto, del nudo político madre-hija, yo y la otra. Las relaciones amor/odio entre las mujeres están siempre atravesadas por la envidia que funda la rivalidad entre nosotras. En el mundo patriarcal esta rivalidad encuentra su fundamento y se reproduce en la competencia permanente por ocupar un sitio en él». Desde niñas se aprende a competir para sobrevivir en un mundo de hombres.
Otro factor es la negación a la diversidad. Culturalmente existen unos cánones de lo que debe ser «una mujer», en singular, un modelo único, cuyas características son: bella, delicada, cuidadora, suave, ponderada, candorosa, pura, obediente, receptiva y entregada. Todo rasgo que se salga de ese molde es mirado con sospecha por la sociedad en general. Esta dinámica social hace que, en muchos casos, nos relacionemos desde la crítica, la exclusión y la subvaloración. Todo lo diferente no aporta ni enriquece, por el contrario es ridiculizado o atacado y cada una, individualmente, tiene la tarea de buscar la perfección.
La educación también hace su aporte en la reproducción de los patrones culturales y desde los primeros años de escolaridad, y según Ángela Toro López «normaliza comportamientos, a través de actividades conectadas con lo lúdico que operan como rituales de iniciación o de afianzamiento de patrones socioculturales» (2015). Los juegos infantiles y deportes no son neutros en lo que aportan en la formación de los niños y las niñas. Por lo general a los niños se les estimula a deportes de conjunto que implican contar con el esfuerzo de otros, valorar el talento de otros y disfrutar del triunfo de manera colectiva. Las niñas, por el contrario, han sido estimuladas o a veces marginadas a actividades más individualizadas.
Toro López refiere que «chicos y chicas participan en el juego de acuerdo al rol masculino o femenino que se les ha asignado culturalmente. Ellos ocupan el espacio central y asumen el protagonismo en actividades que requieren fuerza y destreza: salir victorioso en el duelo significa ganarse el reconocimiento de sus pares, hombres y mujeres y ubicarse en una posición de poder (…). Ellas por su parte, ocupan la periferia, no participan en acciones que pueden poner en riesgo su integridad física o su feminidad» (Discriminación sexista en las prácticas ludo-corporales escolares).
La participación en deportes de conjunto genera mayor interdependencia, salir de la individualidad para, en equipo, conseguir una meta que es común entre varios individuos y culturalmente vemos que se entrena más a los varones que a las mujeres en este tipo de prácticas.
Concluimos entonces que, en el estereotipo de dificultades de relacionamiento entre (y con) las mujeres y en la justificación que este fenómeno se da «por naturaleza», la naturaleza no tiene nada que ver. Lo que sí tiene que ver son las construcciones culturales que persisten por los siglos de los siglos y frente a las cuales tenemos el poder transformador, el poder de no repetir la historia generación tras generación. La educación deberá encargarse de que cada ser humano (hombre y mujer) que atraviese sus puertas, sea potenciado en toda la integralidad y la complejidad que le hace humano.
Es necesario generar conciencia, y este será el primer paso, para superar estos obstáculos culturales que afectan y retrasan las posibilidades de desarrollo individual y colectivo de las mujeres. Desde la escuela se debe intencionar la formación orientada al apoyo, al trabajo colaborativo, a la coexistencia y a la solidaridad.
Lo que culturalmente se construye, culturalmente se puede deconstruir. No le asignemos a la naturaleza responsabilidades que no le corresponden y asumamos la responsabilidad de transformarnos individualmente y como sociedad, con una nueva mirada hacia la mitad de la población mundial.

Claudia Elena Restrepo Rendón, es licenciada en Educación, con veinte años de experiencia en el sector social, empresarial, público y privado, en el diseño y la ejecución de modelos de gestión y educativos. Se ha desempeñado como asesora de entidades públicas y privadas, para la inclusión de la per

lunes, 25 de junio de 2018



Foto de Linn da Quebrada en la película Bixa Travesty

SÁBADO
30
Jun
2018
4:00 pm.
Foto de Linn da Quebrada en la película Bixa Travesty
Adicional a la programación en sala, el ciclo presenta un componente académico con invitados internacionales de primer nivel. Para dialogar sobre las posturas y movimientos del trans feminismo, el queer feminismo, el feminismo interseccional, entre otros llega el panel  'Feminismo sin fronteras' con la participación desde brasil de Linn da QuebradaThais Guisasola, Matilda González y Marta Cabrera.

Ubicación
Lugar del Evento
Jardín 82
Cra. 7 No. 81-57 (entrada por la Calle 82)



Día Naranja enAntioquia por erradicación de violencias contra la mujer

Autor: Redacción


violencia contra la mujerLa campaña en este municipio es para que este lunes 25 de junio se porte un elemento de color naranja en el vestuario o los accesorios como gesto de solidaridad, y mostrar así el apoyo marcando tendencia con el hashtag #HagamosUnPacto.



La Secretaría de Equidad de Género de Envigado, que lidera desde 2013 la Mesa Municipios Unidos por la Equidad, en asocio con el despacho homólogo del municipio de La Estrella, realizan este lunes 25 de junio, la campaña de activación del Día Naranja, como una estrategia para sensibilizar a la comunidad sobre la eliminación de las diversas formas de violencias contra la mujer y promover acciones que prevengan de manera especial la violencia psicológica y simbólica.
Esta iniciativa se enmarca en la misión de dicha Mesa de trabajo, para adelantar proyectos y actividades de alcance metropolitano en favor de la promoción de los derechos de la mujer, y en este caso atendiendo la urgente necesidad de prevenir todo tipo de violencia hacia las mujeres, en sus distintas modalidades: física, sexual, verbal, económica-patrimonial, psicológica, simbólica e institucional.
A instancias de una disposición de la ONU, los días 25 de cada mes se hará memoria sobre el tema de erradicación de violencias contra las mujeres, que tiene su fecha clásica el 25 de noviembre, cuando se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. 

Lea también: San Carlos supera las 4.200 víctimas indemnizadas 

Haciéndose eco de la propuesta del organismo multilateral, Municipios Unidos por la Equidad, instancia asociativa y colegiada que agrupa a las autoridades de género de losdiez municipios del Área Metropolitana, acoge tal orientación que se encuentra en consonancia y articulada con el quinto propósito de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La campaña es una apuesta por la sana convivencia, la vida y la paz, que incluye un evento de clausura con motivo de la fecha conmemorativa clásica, 25 de noviembre, cuando se tiene previsto un gran certamen que incluirá actividades pedagógicas, académicas, sociales y culturales. En esta clausura, se contará con la presencia de toda la institucionalidad metropolitana, en cabeza de las autoridades de género, los mandatarios locales y demás dignatarios de los concejos municipales, organismos de control y dependencias metropolitanas.
A lo largo del proceso de montaje de la campaña, los diez municipios de la región, han contado con el acompañamiento y el apoyo de la Secretaría de las Mujeres de Antioquia.

sábado, 23 de junio de 2018


Para lograr la igualdad de la Mujer, pensemos en las Nuevas Masculinidades

ESCRITO POR: SUSANA MARTÍNEZ-RESTREPO, PHD.
Después de muchos años de no encontrar empleo, y ya llegando a los 50, mi padre, un Comunicador Social nacido en Colombia en 1953, decidió no buscar más trabajo. Se dedicó a los quehaceres del hogar, y a cuidar a mis hermanitos que estaban aún pequeños. Todos lo criticamos por años, pero él siempre se mostró tranquilo y positivo.
Hasta el día de hoy no sé si por dentro se estaba desmoronando, ya que -en general- la autoestima de los hombres depende casi exclusivamente del éxito profesional. Y además, mi papá viene de esas generaciones tradicionalistas en las cuales el hombre debía proveer a su familia, y la masculinidad estaba directamente relacionada con el poder, el trabajo, la capacidad de producir dinero, el ser rudo y fuerte, y no demostrar sus emociones ni sentimientos.
¿Por qué si a nosotras las mujeres se nos permite ser amas de casa y cuidar a nuestros hijos, no se admite esto para un hombre? ¿Por qué si a mí como mujer se me permite ser abiertamente vulnerable y no se le permite al hombre?
 Para lograr la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres debemos pensar también en las Nuevas Masculinidades. Las Nuevas Masculinidades trabajan por alcanzar la igualdad a partir de la sensibilización, la perspectiva de género masculina, el cuestionar la mentalidad patriarcal y valorar el rol del cuidado en la familia por el hombre.
Fuente: 123RF.com.
Tony Parker, creador de la Fundación “Un Llamado a los Hombres” (“A Call to Men” en inglés) sugiere que existen mensajes que se les pasan a los hombres durante en proceso de socialización con sus padres, familiares, profesores, pares y amigos, y actualmente en forma mediática, los cuales limitan y restringen su comportamiento a los patrones “masculinos” que espera la sociedad:
“No llores ni expreses públicamente emociones” (con excepción de la rabia).
“No muestres debilidad o miedo”.
‘Demuestra que tienes el poder de controlarte”.
“Debes ser protector y dominar”.
“No actúes como una mujer”.
“Actúa como un hombre” (es decir, como un macho heterosexual).
“Debes ser fuerte y sólo mostrar coraje”.
“Tu éxito está basado en lo profesional o en el dinero”.
En el mejor de los casos (y dependiendo de la familia, el entorno y los pares) estos mensajes construyen hombres que controlan sus comportamientos, mientras sufren en silencio, como creo que es el caso de mi papá.
En el peor de los casos, la socialización colectiva y sobre todo mediática en la que se les enseña a los hombres que las mujeres tenemos menor valor, que somos propiedad y objetos. No hay que ir muy lejos para encontrar estos elementos en canciones de Reguetón, en las portadas de álbumes de famosos, en campañas publicitarias, en las presiones culturales, familiares, de los amigos…
En general, la mayoría de los protagonistas y las víctimas de la violencia son los hombres. Pero si hablamos específicamente de violencia de género, las víctimas son las mujeres. Datos revelados por ONU MUJERES[1] muestran que en Colombia –año 2014- fueron asesinadas 1.007 mujeres, y se registraron 37.881 casos de violencia contra las mujeres en el ámbito de la pareja. Este Informe revela además que en dicho año se registraron 16.088 casos de agresión sexual contra mujeres, los cuales representaban el 86% del total. Es importante tener en cuenta que estos datos no corresponden a la realidad completa, ya que muchos delitos de este tipo no son denunciados y quedan ignorados e impunes.
Esa masculinidad negativa o tóxica está también relacionada con el reclutamiento y las guerras de pandillas, que se dan principalmente entre hombres[2]. Por ejemplo, se estima que del 2006 al 2014, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) registró el ingreso de casi 30.000 adolescentes a los Centros de reclusión, por delitos y/o peleas con pandillas[3].
Nuestra responsabilidad como mujeres, en pro de una verdadera igualdad, nos exige apoyar a nuestra pareja con el fin de que él sea corresponsable en hacerse cargo de nuestros hijos, o si tenemos un empleo mejor, o ganamos más que él, etc. Es decir, que si tenemos dos ingresos en el hogar, se compartan los gastos equitativamente; que su éxito y su masculinidad no estén definidos por su fortaleza física y/o emocional, ni por sus logros económicos, u otros factores tradicionalmente definidos como “masculinos”.
Es entender que los hombres pueden llorar y mostrar sus emociones, ser tiernos, expresivos y compasivos, sin que por ello sean débiles o “poco hombres”.
Como madres, es indispensable no reproducir estos mensajes de la “antigua masculinidad”, con nuestros hijos y tratar a nuestros hijos e hijas de la misma forma. Así que debemos preguntarnos: ¿Cómo criamos a nuestros hijos y les enseñamos a ser hombres? ¿Cómo queremos que otros hombres traten y se comporten con nuestras hijas? ¿Cuál es la sociedad que esperamos para nuestros hijos y/o nuestras hijas?
Y éste es un llamado que las “Nuevas Masculinidades” le hacen a los hombres[4]:
Está bien no ser dominante.
Está bien tener sentimientos y emociones, y saber expresarlos.
Está bien ser todo, ser fuerte y sensible al mismo tiempo.
Está bien cuidar a tus hijos y ser el principal cuidador.
El éxito y la realización no se basan sólo en lo profesional.
Participen en reuniones, talleres, círculos de hombres, que discuten sobre cuáles deben ser estas Nuevas Masculinidades sanas y positivas.
Está bien promover la igualdad entre hombres y mujeres de diferentes condiciones, culturas y grupos étnicos, como se vio la Marcha de las Mujeres en New York.
¡PORQUE NUESTRA LIBERACIÓN COMO MUJERES TAMBIÉN SIGNIFICA SU LIBERACIÓN COMO HOMBRES!

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  ¡Se acerca una semana crucial para los derechos de las mujeres en Colombia! Traemos emocionantes noticias: esta semana se debatirán en el ...