Las mujeres científicas estamos empoderadas: Yesenia Madrigal, premio a la Mujer en la Ciencia
Esta candidata a doctora de la Universidad de Antioquia y Premio a la Mujer en la Ciencia 2022, ha dedicado su vida al estudio de la simetría y la floración de las orquídeas neotropicales.
A Yesenia Madrigal le gusta regalar flores. Le gusta que se las regalen. Y también autoregalárselas. No importa de qué especie sean porque tiene la debilidad de maravillarse y abstraerse con cualquiera de ellas. Hizo un pregrado en Biología y una maestría y un doctorado en lo mismo. La primera con tesis en simetría floral y el segundo, aún sin terminar, con enfoque en floración.
Estudios encaminados hacia las orquídeas neotropicales y con los que ha conseguido reconocimientos como la Beca Fulbright para Estudiante Doctoral en Colombia, el premio Donald R. Kaplan en Morfología Comparada, entregado por la Botanical Society of America, y el Premio a la Mujer en la Ciencia 2022, este último gracias a un proyecto que busca ampliar el panorama y las investigaciones sobre las especies de vainilla.
Nació en Girardota y aunque el amor por las plantas lo heredó de sus abuelos, en el camino encontró a otros referentes que lo siguieron alimentando: la doctora Natalia Pabón, a quien dice deberle todo lo que sabe, todo lo que conoce y todo lo que es como académica. Y la botánica e historiadora de ciencia británica Agnes Arber, “por la labor que hizo como mujer botánica en su época y porque sus estudios detallados a nivel de morfología vegetal son la base del discurso botánico contemporáneo”.
Hoy se dedica a la docencia y la investigación en el laboratorio Evo-Devo de la Universidad de Antioquia, a la que pertenece desde sus inicios, y como siempre trata de sacarle gusto a cualquier momento del día, se encuentre en la situación en que se encuentre, “porque somos un suspiro en el universo y la idea es disfrutarnos lo que hacemos”, esta conversación ocurrió a diferentes horas y con Yesenia desde distintos lugares, mientras descansaba en su casa o mientras hacía colectas para sus estudios.
Las orquídeas son una familia de plantas que se distinguen por la complejidad de sus flores y por sus interacciones ecológicas con los agentes polinizadores. ¿Por qué decide dedicar su vida profesional al estudio de ellas?
“Las orquídeas son un grupo sumamente diverso en número de especies, pero también en su forma floral. Quizás es esta forma floral la que más apetece al público y las hace tan atractivas. Sin embargo, también son plantas que poseen un montón de adaptaciones para vivir en diferentes hábitats: unas son terrestres y crecen directamente del suelo, otras son epífitas y crecen sobre otras plantas, otras son micoheterotróficas lo que significa que tienen una baja tasa de fotosíntesis y necesitan de un hongo como fuente de energía. Ante tal diversidad también tienen una posición filogenética privilegiada, es decir, dentro de las plantas con flor, están emparentadas con los pastos, los cereales y otras flores que no son tan llamativas, lo que las hacen interesantes para estudios comparados a nivel evolutivo, así que estudiarlas nos permite plantearnos un sin número de preguntas a nivel biológico que al final nos ayuda a entenderlas, cómo se han mantenido en el tiempo y también cómo conservarlas ante el riesgo inminente al que están sujetas por su extrema belleza y rareza”
Se calcula que existen unas 29.000 especies, ¿cuáles son las que más le interesan y a cuáles ha enfocado sus estudios?
“Todas las orquídeas son de extrema belleza, sin embargo, me generan un especial interés aquellas especies que tenemos en el neotrópico, porque son las nuestras, las que están en nuestros bosques y las que están desapareciendo sin siquiera haberlas conocido. Así que dentro de las orquídeas neotropicales, para mis estudios me he enfocado en aquellas con un potencial ornamental, en gran parte porque la idea de este proyecto surge en respuesta a la necesidad de diversificar el mercado floricultor, donde Colombia teniendo una riqueza tan amplia, comercializa especies que en su mayoría por ejemplo son asiáticas. Además, debido al desconocimiento, muchas especies nativas se encuentran amenazadas por la extracción masiva de sus hábitats naturales, o sea, estudiarlas nos permite idear estrategias de usos sostenible para procurar su conservación”.
Desde la antigüedad la simetría ha sido considerada una cualidad innata de la belleza, y durante su pregrado y maestría la simetría floral en las orquídeas fue el corazón de sus estudios, ¿con qué se encontró siguiendo esa línea de investigación?
“Durante ese tiempo traté de entender cómo se regula la simetría floral en orquídeas, que son bilaterales, es decir, si la partes en un plano resultan dos imágenes iguales, en comparación con otras especies relacionadas como las ‘hipoxidaceaes’ que son radiales, que significa que la puedes partir en varios planos iguales, y otras especies no relacionadas, de divergencia temprana como las ‘aristolochias’ que también son bilaterales. Este trabajo nos permitió generar el primer transcriptoma —conjunto de moléculas de ARN obtenidas a partir de la transcripción de informaciones genéticas de la molécula de ADN— de una orquídea nativa, de la ‘Cattleya trianae’, y logré identificar aquellos genes candidatos que controlan la simetría bilateral en esta especie, donde esa información parece ser especifica y no se asemeja en nada a la forma en que otras especies de plantas no orquídeas lo hacen”.
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