Oprah Winfrey: los 70 años que
cambiaron la historia de Occidente
Recreamos la fabulosa historia de la primera mujer afroamericana en superar la frontera
de los 1.000 millones de dólares de patrimonio a pesar de su infancia en la miseria, los abusos
sexuales y un embarazo
Pero durante estos días, también se ha mostrado más delgada que nunca, algo que ha enturbiado con polémica su dulce llegada a las siete décadas. Tras décadas al frente de la multimillonaria iniciativa WeightWatchers, que consistía en monitorizar prácticamente cada caloría que entraba en tu cuerpo, ahora se ha pasado a la revolución de la reducción de peso con medicación. “Estoy harta de que me hagan sentir avergonzada por ello. Llevo toda la vida sintiéndome culpable por mi sobrepeso”, ha dicho con honestidad, mientras define el llamado 'milagro Ozempic' como “un alivio, una redención, un regalo” que no le parece incompatible con toda la filosofía del esfuerzo y la supervisión de los kilos de más.
Y es que, como decíamos, Oprah es la experta en transitar todos los caminos. Su poder la hace capaz de seguir siendo coherente en todos los rincones del espectro. Todo es parte del camino de aprendizaje. Un viaje que empezó en la miseria de una calle polvorienta en Mississippi el 29 de enero de 1953, derivando en una adolescencia marcada por los abusos sexuales por parte de un familiar e incluso un embarazo a los 14 años que acabó con un bebé prematuro y fallecido.
Pero también un viaje que, en este momento, le lleva a tener un jet privado valorado en 75 millones de dólares y una mansión en Montecito, en California, donde es vecina de Harry y Meghan. “Me parece que esa calle del Mississippi rural y Montecito están tan lejanos como la Tierra y Marte. Es un viaje que parece imposible de realizar física, emocional, espiritual y dinámicamente”, asegura. Ella lo ha hecho.
Marimandona
Lo que no ha cambiado es su voluntad de hacer las cosas a su manera: ya de pequeña jugaba siempre a ser la madre de todas sus amigas y sus muñecas. “Algunos me llamaban marimandona, pero yo pensaba que si yo lo hacía mejor que ellas, era mi deber”, decía también a 'People'. Eso no ha cambiado.
Es por ello que creó relativamente pronto su propia productora, Harpo (que es su nombre al revés), en 1986, con la que realizó sus propios programas de televisión y radio, publicó libros, creó una revista que la tenía a ella como portada ininterrumpidamente y levantó proyectos cinematográficos para sí misma, como 'Beloved' (1998), basada en la novela de la premio Nobel afroamericana Toni Morrison, aunque también algunos de los títulos clave del auge de la narrativa negra en la gran pantalla: 'Precious' (2009) o 'Selma' (2014). En la televisión acabó generando su propio canal, OWN (Oprah Winfrey Network), en 2008.
Su manera de hacer televisión, desde el primer momento, tuvo un componente emocional y confesional. Fue el principio de un estilo de programa que algunos consideraron mesiánico, lacrimógeno y emparentado con la peor de las autoayudas, pero que para otros hablaba directamente a sus oyentes y humanizaba a todas y cada una de las celebridades que han pasado por su plató.
Su programa, 'The Oprah Winfrey Show', duró 25 temporadas. Por él pasaron desde Barack Obama a Madonna y Beyoncé. Todavía hoy, cuando trabaja de manera puntual, Harry y Meghan decidieron darle a ella la exclusiva y fueron casi más virales las preguntas (o incluso un sencillo “what?”) que las respuestas. Oprah volvió a demostrar músculo, a demostrar por qué tiene 47 premios Emmy, por mucho que diga que las nuevas generaciones la conocen más por los memes que por su trabajo real. “Siempre me dicen que le encanto a su madre”, dice que le dicen.
Es una manera humilde de resumir cómo toda una generación (sobre todo de mujeres) de un país tan polarizado política, económica, racial e incluso intelectualmente como los Estados Unidos, se rendía y se quedaba pegada al televisor ante una mujer negra de mediana edad de procedencia humilde.
Esa manera de contradecir las expectativas y la lógica del mundo es algo que nadie le puede discutir. Podrá ser más o menos exagerado que su apoyo abierto a Obama generó un millón de votos al primer (y hasta ahora único) presidente negro del país. Podrá resultar contradictorio que la mujer que ha empoderado a tantas mujeres haya tenido una trayectoria sentimental de amores fallidos, algunos de ellos tan abusivos que la llevaron a pensar en el suicidio y a fumar crack.
No es relevante si va de benefactora con escuelas en Sudáfrica con su nombre mientras tiene un emporio inmobiliario repartido en hasta ocho estados. La realidad es que nadie puede negar a Oprah que todo lo ha construido ella solita. Y que pretende seguir siendo dueña y señora de su vida. “No pararé hasta que dé mi último suspiro”, ha dicho sin ambages. Y dado que ella dice que se siente mejor que nunca, parece que queda Oprah para rato, para regocijo de sus seguidores y para lamento de sus detractores. Y si en el futuro se siente peor, verá la manera de que también sea otra de sus victoria
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