Deconstruyendo cuentos: La historia no siempre es como te la cuentan
“Recuerda que más fácil Fiona se volvió un ogro que Shrek un príncipe”.
Fiona tuvo que adaptarse, aceptar su transformación y aprender a amar su nueva realidad, mientras que Shrek, simplemente siendo quien ya era, logró ser amado.
¿Cuántas veces hemos visto esto en la vida real? Se nos enseña que debemos cambiar, moldearnos, suavizarnos, ajustarnos a expectativas externas para ser aceptadas o amadas.
Pero, ¿y ellos? ¿Qué tan seguido se les exige una transformación profunda o un replanteamiento de sus propias narrativas?
Este no es un llamado a que “todos se vuelvan príncipes” ni “todas ogros felices”.
Es una invitación a cuestionar por qué las mujeres son las que constantemente se adaptan a los entornos, mientras los hombres son aceptados en sus propios términos.
No se trata de cuentos de hadas, sino de escribir historias en las que ambos protagonistas trabajen juntos para construir algo igualitario, donde los roles no estén predeterminados ni las cargas desiguales.
Porque, después de todo, el verdadero final feliz ocurre cuando ambos caminan al mismo ritmo, sin que ninguno tenga que cargar más peso que el otro.
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