miércoles, 27 de diciembre de 2017

COLUMNISTAS

Carta a Antonio Caballero

El machismo tiene en su historia miles de víctimas. En cambio, el feminismo no tiene ni un muerto.

Florence Thomas
Nunca pensé que para terminar el año tendría que dar una clase magistral sobre lo que significa hacer equivalentes el feminismo y el machismo. Y mucho menos, interpelar a un intelectual, probablemente uno de los más lúcidos opinadores de nuestro país: Antonio Caballero. Y lo que no imaginan algunos lectores, curiosamente, es que al comienzo quise defenderlo, lo que me valió truenos y centellas de muchas feministas y de algunas amigas.
En la primera columna ‘Acoso’ hay cosas complicadas, aunque creo que, sin mucha mala fe, Antonio quiso referirse a una zona gris que efectivamente, como lo afirma, nos hace asemejar gestos impropios, como poner una mano sobre unas rodillas femeninas durante una cena, con un abuso sexual, con una violación u otro acto sexual violento.

Pero, querido Antonio, sostener que el machismo y el feminismo pueden coexistir pacíficamente, como lo haces en tu artículo ‘Acoso (2)’ en la revista Semana, es uno de los grandes lugares comunes que me hacen retroceder 30 años atrás, cuando, en mis años mozos, comenzaba a hablar de feminismo en los auditorios.
Al proponer que el machismo pueda coexistir pacíficamente con el feminismo, insinúas que el machismo tendría algún valor para la vida de la humanidad. 
En esa época, los machos que habían llegado para escucharme –por cierto, más bien pocos– siempre terminaban exclamando con tono de autoridad que el feminismo y el machismo eran lo mismo, pero al revés. Y tú pareces estar diciendo lo mismo. ¿Y a ti quién te dijo que el feminismo, aun en estos tiempos de reconciliación (¡!), puede aceptar pacíficamente el machismo, que, mejor nombrado hoy como patriarcado, es una de las máximas ideologías de poder que durante siglos ha tratado de ocultar, maltratar y silenciar a las mujeres? Y no me digas que no lo sabías.

El feminismo, y sobre todo desde la revolución de las mujeres, tiene como principal objeto acabar con el machismo. Sé que me vas a decir que estamos soñando; pero, sin embargo, te quisiera decir que, por lo menos en Colombia y hace algo más de 60 años, lo que han logrado las feministas es lo que permite a tu hija ser sujeta de derecho. Ella, gracias a la lucha de las feministas, puede votar, decidir si quiere ser madre o no, decidir sobre su cuerpo sin ser manoseada o abusada, interrumpir su embarazo legalmente si ella lo decide, entre muchos otros derechos.

Esto es lo que hace el feminismo. Pero tú, al proponer que el machismo pueda coexistir pacíficamente con el feminismo, insinúas que el machismo tendría algún valor para la vida de la humanidad. ¿Qué es el machismo? Es un techo de cristal en la vida laboral de las mujeres. Es una aún enorme brecha salarial entre hombres y mujeres. Es 6.400 niñas de menos de 14 años madres en este país. Es miles de mujeres violadas al año. Es una miserable proporción de mujeres en el Congreso.

Son estereotipos de género que se siguen reproduciendo de generación en generación (‘¿mamita, usted no va a tener hijos?’). Son los diez escritores celebrados en París sin una sola mujer. Es una actriz que se debe acostar con el productor para tener el papel estelar.

Antonio, en serio, ¿quieres que equilibremos machismo y feminismo? Porque, y para terminar, el machismo tiene en su larga, demasiado larga historia miles de víctimas. En cambio, el feminismo no tiene ni un muerto porque sus herramientas siempre fueron la palabra. Un estudioso de la historia como tú no tiene derecho a cometer este error. Y te digo esto sin olvidar lo mucho que admiro tu mirada incorrecta, crítica y sospechosa del mundo.

FLORENCE THOMAS
* Coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad

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