lunes, 5 de marzo de 2018


«El callejón de los cuchillos» | 25 poemas contra la violencia de género ~

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Imagen de Deisa Tremarias

De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, cada día mueren en promedio al menos 12 mujeres latinoamericanas por el solo hecho de ser mujeres. Diariamente, miles de mujeres tienen que luchar y soportar episodios de violencia sexual que buscan disminuir su humanidad y limitarlas a formar parte de un grupo que se piensa minoritario para el cual no existe ningún tipo de derechos. Lo cierto es que las mujeres no somos una minoría social. Somos la otra mitad de la humanidad. 
Sin embargo, para algunos, las mujeres no tienen derecho a ofenderse cuando son pisoteadas y disminuidas.
Para algunos, las quejas diarias de aquellas mujeres que se sienten continuamente violentadas y discriminadas en todos los entornos, no son más que gritos ahogados que no deberían existir. 
Para algunos, las mujeres que nos quejamos de actitudes vejatorias, de la falta de igualdad de género en los espacios literarios y de comentarios machistas y sexistas, no deberíamos existir. 
Allí es cuando la poesía se vuelve un grito. 
La presente muestra tiene como propósito reunir voces literarias de Hispanoamérica y España que han decidido pronunciarse en contra la violencia de género a través de la poesía. No busca agotar el tema en su totalidad ni manifestarse como única e indivisible: es un trabajo en constante expansión que forma parte de una investigación mucho más grande que estoy realizando.
Parte de los nombres aquí reunidos están publicados en otras páginas que también se pronuncian en contra de la violencia de género. La reunión de sus voces también se hace posible gracias a la recomendación de amigas, editoras y escritoras cercanas a esta página. A ellas, mi eterno agradecimiento.
Además, el nombre de la muestra, «El callejón de los cuchillos», busca homenajear la poesía de Miyó Vestrini, por quien empecé a interesarme en la búsqueda de poetas que trabajaran el tema de la violencia de género.
Existen. 
Aquí están algunas de ellas.
Hagamos que sus gritos suenen. 
Oriette D’Angelo
~

Ángela Figuera Aymerich 
(Bilbao, 1902 – Madrid, 1984)

No quiero
No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.
No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.
No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.
No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.
No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.
No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.
No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.
No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.
No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.
No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO…
Aporte de Miriam Tessore
Publicado en Emma Gunst

Rosario Castellanos 
(Ciudad de México, 1925—Tel Aviv, Israel, 1974)

Kinsey Report
1
—¿Si soy casada? Sí. Esto quiere decir
que se levantó un acta en alguna oficina
y se volvio amarilla con el tiempo
y que hubo ceremonia en una iglesia
con padrinos y todo. Y el banquete
y la semana entera en Acapulco.
No, ya no puedo usar mi vestido de boda.
He subido de peso con los hijos,
con las preocupaciones. Ya ve usted, no faltan.
Con frecuencia, que puedo predecir,
mi marido hace uso de sus derechos o,
como él gusta llamarlo, paga el débito
conyugal. Y me da la espalda. Y ronca.
Yo me resisto siempre. Por decoro.
Pero, siempre también, cedo. Por obediencia.
No, no me gusta nada.
De cualquier modo no debería de gustarme
porque yo soy decente ¡y él es tan material!
Además, me preocupa otro embarazo.
Y esos jadeos fuertes y el chirrido
de los resortes de la cama pueden
despertar a los niños que no duermen después
hasta la madrugada.
2
Soltera, sí. Pero no virgen. Tuve
un primo a los trece años.
Él de catorce y no sabíamos nada.
Me asusté mucho. Fui con un doctor
que me dio algo y no hubo consecuencias.
Ahora soy mecanógrafa y algunas veces salgo
a pasear con amigos.
Al cine y a cenar. Y terminamos
la noche en un motel. Mi mamá no se entera.
Al principio me daba vergüenza, me humillaba
que los hombres me vieran de ese modo
después. Que me negaran
el derecho a negarme cuando no tenía ganas
porque me habían fichado como puta.
Y ni siquiera cobro. Y ni siquiera
puedo tener caprichos en la cama.
Son todos unos tales. ¿Qué que por qué lo hago?
Porque me siento sola. O me fastidio.
Porque ¿no lo ve usted? estoy envejeciendo.
Ya perdí la esperanza de casarme
y prefiero una que otra cicatriz
a tener la memoria como un cofre vacío.
3
Divorciada. Porque era tan mula como todos.
Conozco a muchos más. Por eso es que comparo.
De cuando en cuando echo una cana al aire
para no convertirme en una histérica.
Pero tengo que dar el buen ejemplo
a mis hijas. No quiero que su suerte
se parezca a la mía.
4
Tengo ofrecida a Dios esta abstinencia,
¡por caridad, no entremos en detalles!
A veces sueño. A veces despierto derramándome
y me cuesta un trabajo decirle al confesor
que, otra vez, he caído porque la carne es flaca.
Ya dejé de ir al cine. La oscuridad ayuda
y la aglomeración en los elevadores.
Creyeron que me iba a volver loca
pero me estaba atendiendo un médico. Masajes.
Y me siento mejor.
5
A los indispensables (como ellos se creen)
los puede usted echar a la basura,
como hicimos nosotras.
Mi amiga y yo nos entendemos bien.
Y la que manda es tierna, como compensación:;
así como también la que obedece
es coqueta y se toma sus revanchas.
Vamos a muchas fiestas, viajamos a menudo
y en el hotel pedimos
un solo cuarto y una sola cama.
Se burlan de nosotras pero también nosotras
nos burlarnos de ellos y quedamos a mano.
Cuando nos aburramos de estar solas
alguna de ios dos irá a agenciarse un hijo.
¡No, no de esa manera! En el laboratorio
de la inseminación artificial.
6
Señorita. Sí, insisto. Señorita.
Soy joven. Dicen que no fea. Carácter
llevadero. Y un día
vendrá el Príncipe Azul, porque se lo he rogado
como un milagro a San Antonio. Entonces
vamos a ser felices. Enamorados siempre.
¡Qué importa la pobreza! Y si es borracho
lo quitaré del vicio. Si es mujeriego
yo voy a mantenerme siempre tan atractiva,
tan atenta a sus gustos, tan buena ama de casa,
tan prolífica madre
y tan extraordinaria cocinera,
que se volverá fiel como premio a mis méritos,
entre los que el mayor es la paciencia.
Lo mismo que mis padres y los de mi marido
celebraremos nuestras bodas de oro
con gran misa solemne.
No, no he tenido novio. No, ninguno
todavia. Mañana.
Aporte de José Delpino.

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