lunes, 18 de septiembre de 2023

Salud Mental

 

Laura Lecuona: “Las feministas debemos cuidar muchísimo nuestra salud mental”



Laura Lecuona

La filósofa, escritora y activista mexicana abordó los retos que el movimiento en defensa de los derechos de las mujeres enfrenta en América Latina y el mundo, así como el papel de feministas que apoyan formas de explotación y prácticas denigrantes

 Laura Lecuona (Ciudad de México, 1968) advierte que es fundamental “resistir la fuerte embestida actual” que busca arrebatar los derechos de las mujeres en todo el mundo al mismo tiempo que se debe “recuperar el feminismo centrado en las mujeres y saber responder a las necesidades de las mujeres y niñas de la región.” Necesidades que son consecuencias de la violencia machista en sus múltiples formas, pobreza que se traduce en “intentos de convertirlas en esclavas sexuales o reproductivas” y por lo tanto, “la urgencia de crear trabajos dignos para las sobrevivientes de la prostitución y la trata sexual”.

La autora de “Las mujeres son seres humanos” (2016) expresa que “la defensa de los derechos de las mujeres es considerada “discurso de odio” por grandes grupos de hombres misóginos, con ayuda fundamental de grandes grupos de mujeres que se dicen feministas”.

“Son activismos cuya agenda política consiste en sustituir la categoría de sexo por la de “identidad de género” en legislaciones y normativas de todo el mundo, algo que están logrando a pasos acelerados. Esta gente de dientes para afuera dice querer combatir los estereotipos sexistas, pero lo que hace es entronizarlos, llevándose entre las patas a la lucha auténticamente feminista, a un feminismo centrado en las mujeres. Este poderoso movimiento está empeñado en arrebatarnos a las mujeres la libertad de expresión y nuestro derecho a la libre asociación: en otras palabras, prohibir la existencia de un movimiento de mujeres. Pero sin un movimiento de mujeres, ¿quién va a defender nuestros derechos? Las feministas maduras de hoy tenemos un compromiso importante con las niñas y jóvenes y con las futuras generaciones de mujeres; de nosotras depende que sobreviva el feminismo. Nuestros derechos políticos, nuestro derecho a una vida libre de violencia, el derecho a la integridad corporal, a la autonomía reproductiva, el derecho de las niñas al libre desarrollo de la personalidad (sin imposición de estereotipos sexistas) están en la cuerda floja. Se pretende que nos quedemos de brazos cruzados, pero no lo haremos”, asevera.

Mujeres, no objetos

 Sobre el papel de las feministas que defienden y apoyan formas de explotación como la prostitución, pornografía y el alquiler de úteros, bajo el mito de la libre elección, la filosofa egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destaca que ese “colaboracionismo” se debe a una “programación cerebral sexista” que nos inculcan a todas las personas desde la niñez.

“Muchas mujeres que se dicen feministas en 2022, al mismo tiempo que activamente trabajan para acabar con el feminismo, son el mejor ejemplo de que la misoginia interiorizada es poderosa. Algunas mujeres que defienden el derecho al aborto y son críticas de la violencia sexual, tienen sin embargo una postura favorable a la pornografía, la prostitución y el alquiler de vientres como opciones laborales viables. Su duplicidad es manifestación patente de varios factores. Primero, incongruencia lógica y moral: porque permitir que unas mujeres se vean orilladas a parir ajeno es la antítesis de la autonomía reproductiva, y la industria del sexo (pornografía y prostitución) es un sistema que propicia y perpetúa la violencia sexual contra las mujeres. En segundo lugar, antifeminismo porque ven a otras mujeres, y a veces a sí mismas, como objetos para el consumo masculino y por último, programación mental patriarcal porque esta misoginia les sale muy natural. Si a algunas mujeres que se dicen feministas les sale natural la misoginia, ¿qué podemos esperar de los hombres en el poder y de las instituciones?”.

Resistencia a la mexicana

Lecuona  nació y vive en uno de los países latinos donde el movimiento feminista tiene más incidencia y notoriedad, pero esto es a su vez consecuencia de los altos índices de violencia machista que ha dejado como resultado diez feminicidios al día. Al preguntarle cómo hacer activismo en un país que criminaliza la protesta feminista y se protege hasta tal punto de poner vallas en el Palacio Nacional responde que “ante la alternativa de vivir con miedo o combatir esa situación injusta, han elegido valientemente combatirla”

Añade que “la efervescencia de un movimiento feminista constituido por mujeres de veintitantos y treinta y pocos años se debe a la omnipresente violencia machista que han vivido en carne propia y por ella ven restringida su libertad”.

“Hay mucho trabajo que puede hacerse a través de redes, sin salir a la calle; esto ha permitido que trabajen juntas mujeres que viven en distintos estados del país, e incluso ha favorecido una militancia feminista que se nutre de lazos internacionales. Pero es muy importante, además de esto, buscar espacios seguros de reunión y rescatar la presencialidad. Además, seguir practicando la resistencia no violenta, aprender autodefensa feminista y cuidarnos entre nosotras. Si tenemos que optar por un feminismo clandestino, puede ser un gran momento para provocar un renacimiento de los grupos de autoconciencia feminista, mujeres que se reúnan a hablar de ellas, de sus problemas, de la situación del feminismo en sus localidades, de lo que entre ellas, y juntas, puedan hacer por el feminismo y por la lucha en contra de la subordinación de las mujeres. Otra cosa que debemos cuidar muchísimo es nuestra salud mental. Una receta buenísima para esto son las amigas. No en redes: las amigas de carne y hueso a las que podamos ver cara a cara y que nos puedan dar un abrazo cuando más lo necesitamos”, expone.

Muchas formas de aprender

Lecuona asegura haber sido feminista desde su infancia gracias a la influencia de su madre, sus amigas y todo lo aprendido en casa. “Solía leer la revista feminista mexicana pionera, Fem, porque mi mamá estaba suscrita. Además, ella era locutora y productora de un programa de radio llamado La Causa de las Mujeres, que a veces escuchaba. De adolescente me preocupaba el grave problema de la violencia contra las mujeres y me acerqué al Colectivo de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres (Covac) para ser voluntaria. Ahí entré en contacto con libros que años después serían considerados clásicos del feminismo radical: Política sexual, de Kate Millett, y Contra nuestra voluntad, de Susan Brownmiller”, recuerda.

Por lo tanto no es de extrañar que el día a día de la activista estén presentes muchos libros, bien sea a través de la edición, lectura o escritura de textos propios o prólogos como el que hizo para “Incomodar para transformar” de Susana Reina, directora de Feminismo INC.

En su opinión, hoy en día “hay múltiples fuentes posibles para ir bebiendo feminismo y hay libros para todas. Lo ideal es que cada quien vaya encontrando los suyos, los que más le hablen a cada una. No creo que haya ningún libro que toda feminista deba leer. A mí me gusta leer a las clásicas y a las feministas radicales, pero también soy una gran consumidora de blogs, podcasts y seminarios o conferencias en línea. Gran parte de la reflexión feminista de hoy se hace en esos medios”.

Lecuona ofreció varias recomendaciones de contenido feminista audovisual como el seminario web de Women’s Declaration International cada sábado a las 3:00 pm GMT, los podcasts (en inglés) de Feminist Current, Women’s Liberation Radio News y los de Radical Feminist Perspectives. También aconseja buscar los audios de las conferencias de la autora abolicionista de la pornografía y la prostitución, Andrea Dworkin.

En cuanto a literatura, sugirió varios:

A favor de las niñas”, de Elena Gianini Belotti (Monte Ávila – 1989) por ser “un estudio a fondo de cómo se no inculcan los roles sexistas”,

La creación del patriarcado”, de Gerda Lerner (Katakrak) por ser “la historia del sistema social en que aún nos encontramos”,

“La herejía lesbiana” (Cátedra), “La industria de la vagina” (Sheila Jeffreys), “El género daña” (Labrys) y “Ensayos sobre políticas sexuales” (Labrys), de “la autora feminista contemporánea más radical, congruente y visionaria Sheila Jeffreys”

“Ahora, feminismo” (Cátedra) de Amelia Valcárcel, “dueña de una prosa deliciosa y a quien respeto profundamente por su inteligencia”

Finalmente, la escritora anunció que ya publicó su segunda obra “Cuando lo trans no es transgresor. Excesos y peligros de la identidad de género» disponible bajo demanda a disentirnoesodio@gmail.com.


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