"La carga mental de las madres existe y aunque es invisible, desgasta"
Las mujeres asumen la organización y planificación de las tareas no cuantificables en la mayoría de casos y piden corresponsabilidad "real"
Hoy es el día de la madre. La que te cría, la que te cuida, la que te ve crecer. Hoy es el día de la madre, la que siempre tiene caldo en la nevera y también la que tiene una carga mental de tareas invisibles e incontables para sustentar la rutina diaria familiar. La madre, la que "siempre está en todo". Según un estudio que publicó en 2017 el Club Malasmadres, el 54,4 % de las mujeres declara ser la principal responsable de las tareas de planificación y organización invisibles, no cuantificables frente al 16,9 % de los hombres. Una coyuntura que provoca una carga mental que se suma a todas las demás responsabilidades y que podría tener validez sin cifras. Las decenas de madres con las que ha hablado este periódico coinciden.
Mariam tuvo a Lucas hace dieciséis meses. De pasar a trabajar entre vuelo y vuelo y recorriendo el mundo, ahora labora desde casa y se dedica a la crianza de un "terremoto". A este drástico cambio de ritmos de vida se suma un sinfín de tareas a desarrollar, muchas más de las que horas tiene el día. "Me encargo de todo, pienso en la compra cuando estoy limpiando la casa después de que el peque se duerma, me acuesto en la cama y repaso mentalmente las tareas semanales, las visitas al médico y reparo en la necesidad de cortarme las uñas de una vez", bromea. La carga mental no cuantificable va desde "las listas mentales de la compra —¿quedan tomates? ¿Qué podríamos cenar?— hasta llevarlos al pediatra o acordarte de los cumpleaños, eventos sociales y reuniones escolares", explica, por su parte, Llum, de 49 años y madre de dos adolescentes de 12 y 15 años.
Una agenda mental infinita
Ahora, dice, "empieza a ver la luz porque puedo delegar algo en ellos" pero destaca que, desde el primer momento que tienes hijos, tu agenda mental "es una agenda que va mucho más allá de mí y mi ámbito laboral". "Pasa por cuestiones familiares, cotidianas, sanitarias, escolares o relacionales (cumpleaños y cosas varias)". Son cargas que, en muchos casos, "ellos no tienen en cuenta porque ya hay alguien que se ocupa. Se hacen cargo si tú se lo dices, pero eso no es asumir tareas, porque yo ya lo tengo en mi lista mental", asegura Llum. La mujer cita una frase que, dice, seguro que muchos conocen: "Si querías que lo hiciera, ¿por qué no me lo has dicho?".
Corresponsabilidad real
"Llega un momento en que incorporas a tu cotidianidad toda esta carga y no te das cuenta porque lo naturalizas. Entonces tienes un problema. Pero lo hacemos para sobrevivir, porque una carga invisible no significa que no desgast", apunta Llum. Dice que hace tiempo que se está "divorciando de la ‘multi tarea’". "¿Las mujeres podemos hacer muchas cosas a la vez? Mira no, yo una cosa y después otra. Esa idea social no es una virtud, ¡es una trampa!", concluye. Para ella, la solución pasa por "cargarnos el sistema patriarcal y cambiar la cosmovisión de la corresponsabilidad". "No se trata de que yo te lo diga en una dirección y tu ayudes, sino de corresponsabilizarse".
Rosa tiene 42 años y fue madre hace dos. Llevaba quince compartiendo la vida con su compañero y vio en la maternidad un "cambio total de dinámicas y gestión del hogar" que le pilló un poco por sorpresa. "Hasta que no he sido madre no me he dado cuenta de la auto imposición que las mujeres tenemos para llevar la carga del hogar y la crianza, hasta el punto que he tenido la suerte de tratar este tema con profesionales y psicólogos, y tras compartir experiencias he descubierto que le pasa a muchas mujeres". "Tenemos un rol de cuidadoras adicional, que nos hace asumir más responsabilidades de las que probablemente queremos tener de forma racional y eso enfada y también genera conflicto en la pareja", dice Rosa.
Herencia cultural de cuidadora
¿De dónde viene esta carga mental? En opinión de Rosa, la herencia cultural de mujer cuidadora influye en que las mujeres "nos autoimpongamos obligaciones por el hecho cultural heredado, cargas en las que, pese a ser mujeres feminista que buscan la igualdad, caemos de forma aprendida". Esa es, dice, precisamente, "la diferencia entre mi compañero y yo. A él no le viene auto impuesto, no se autoimpone una necesidad de sobreesfuerzo que a mí como mujer sí". Ahora Rosa y su compañero acuden a terapia para, entre otras cosas, equilibrar y corresponsabilizarse de manera igualitaria, para tener un reparto equilibrado en las tareas visibles e invisibles de la familia. "Me enfadaba conmigo misma por caer en errores que había visto en mi madre y mi abuela. Desde que fui consciente de que cargaba con más cosas de las que racionalmente quería he intentado poner remedio junto a mi compañero, con quien trato el tema en la cotidianidad".
El mismo estudio de Club malasmadres apunta que, si bien los hombres realizan tareas domésticas y familiares, se encargan de las más físicas, por tanto las más visibles y las que tienen un principio y un final (véase cocinar, bañar a los niños y hacer la compra) mientras que las mujeres se cargan de tareas imprevisibles, mentales y simultaneables. Menos reconocidas socialmente y con más carga de trabajo como estar pendiente de los requerimientos escolares; el seguimiento médico, las lavadoras y la lista de la compra". Este tipo de tareas las asume "la mujer principalmente, suponiendo una fuente de estrés importante, debido a las características de planificación y organización que éstas conllevan".
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