Sí, las mujeres somos muy emocionales
Hay muchas más pruebas de que las mujeres han sido excluidas de espacios de decisión a causa de la biología de las emociones. A esta forma de discriminación se le llama neurosexismo.
Expresar emociones ha dejado a muchas mujeres fuera de la posibilidad de liderar.
Por un lado, nos educan para que abracemos las emociones como constitutivas de nuestra manera de ser y estar en el mundo, y por otro, cuando las expresamos abiertamente, recibimos rechazos y calificativos de histéricas o conflictivas, sobre todo si son emociones que demuestran carácter, malestar o fuerza, justamente las que se esperan de todo líder, siempre que sea hombre.
Si se trata de emociones asociadas a dulzura, ternura, cariño y amor, eres aceptada porque no rompes con el molde del deber ser de la mujer como lo define el mandato patriarcal (bien alejada del poder).
La emotividad de las mujeres es un signo de salud, no de enfermedad, pero no se le entiende así; por eso estamos continuamente sometidas a una enorme presión para ocultar nuestras vidas emocionales. Muchas aprenden a disculparse por sus lágrimas, a contener su enojo y a disfrazar la depresión.
Según la psiquiatra Julie Holland, en Estados Unidos al menos una de cada cuatro mujeres toma medicamentos psiquiátricos, en comparación con uno de cada siete hombres, y ellas son dos veces más proclives que ellos a que se les diagnostique depresión o trastorno de ansiedad. Esto es básicamente el reflejo del estereotipo de que las mujeres son menos lógicas por naturaleza y todo lo que les pasa tiene que ver con sus emociones.
Otra investigadora neurocientífica, Gina Rippon, advierte que, si bien tanto hombres como mujeres tenemos hormonas sexuales, en el caso de nosotras se alude a ellas para subestimar de nuestras habilidades: “El concepto de síndrome premenstrual, por ejemplo, surgió por primera vez en la década de 1930 y se convirtió en una razón para que las mujeres no asumieran puestos de poder». Como señala esta científica, inicialmente las mujeres llegaron incluso a ser excluidas del programa espacial de Estados Unidos. Había temores de que tuvieran “arrebatos psicofisiológicos temperamentales” a bordo de la nave.
«Decirle a una mujer en tono de insulto que es “muy emocional” es muy común, sobre todo en entornos laborales, aun cuando sabemos que para ser líder tienes que manejar tus propias emociones y la de aquellos a quienes diriges. Eso ya lo descubrió Goleman hace unos 20 años y lo llamó inteligencia emocional. Los gerentes del siglo XXI, sin embargo, siguen descartando a mujeres para ocupar posiciones importantes porque son “muy emocionales”.»
Hay muchas más pruebas de que las mujeres han sido excluidas de espacios de decisión a causa de la biología de las emociones. A esta forma de discriminación se le llama neurosexismo. Aun cuando en diversos espacios científicos y académicos se ha superado en gran medida, sigue en la imaginación popular la asociación mujer-inestabilidad emocional. Es importante divulgar correctamente los hallazgos de las neurociencias y dejar de repetir consignas sin fundamento, como el mito de la diferencia cerebral entre hombres y mujeres.
Decirle a una mujer en tono de insulto que es “muy emocional” es muy común, sobre todo en entornos laborales, aun cuando sabemos que para ser líder tienes que manejar tus propias emociones y la de aquellos a quienes diriges. Eso ya lo descubrió Goleman hace unos 20 años y lo llamó inteligencia emocional. Los gerentes del siglo XXI, sin embargo, siguen descartando a mujeres para ocupar posiciones importantes porque son “muy emocionales”.
A los hombres, dentro del modelo aceptado de liderazgo y de poder, se les ha enseñado a vivir su masculinidad convencional escondiendo las emociones, salvo la rabia. No se les permite llorar ni demostrar ningún tipo expresión que ponga en duda su virilidad porque se considera que eso erosiona su poder. Si llegan a expresar emociones que muestren sensibilidad o vulnerabilidad se pone en duda su autoridad o capacidad para liderar.
El caso es que todos los humanos somos seres emocionales. No hay nada más racional que una emoción bien expresada y sentida. Es parte de nosotros, de nuestra personalidad, de nuestro cuerpo. Negarnos a vivir las emociones es negarnos a ser como somos y lo que somos. Tenemos que enseñar a las mujeres y a los varones, a dar la bienvenida a esa enorme fuerza movilizadora que son las emociones.
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