Un encuentro con la sororidad
Siempre hemos escuchado que en la unión está la fuerza, pero muchas hemos crecido bajo un discurso que nos lleva a la competitividad y lucha constante por el simple hecho de ser mujeres. Desde pequeñas hemos oído que las mujeres son más conflictivas y problemáticas, ligándolas a connotaciones donde la envidia, la competencia desleal y emisión de juicios de valor negativos, resultan una alerta al momento de formar algún tipo de relación con otra mujer.
Cuando escuché el término sororidad, honestamente no sabía de qué me hablaban exactamente. Por ser un término nuevo para mí, al principio lo noté extraño y ajeno, y debo admitir, que, gracias a las ideas preconcebidas que tenía, lo miré con cierto recelo. Pero la curiosidad pudo más y de inmediato comencé a documentarme y buscar información sobre ese concepto que llegaba a mi vida.
Según la Real Academia Española, la sororidad es la relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento. Un término acuñado por la mexicana Marcela Lagarde en la década de los setenta, que resuena cada vez con mayor poder por la profunda implicación que tiene: la manera de vincularnos como mujeres dentro de la sociedad.
Esa vinculación se da por la experiencia de vida compartida a diferentes niveles, por las luchas a las que nos hemos enfrentado a nivel personal y que por coincidencia, otras también han vivido.
Para mi sorpresa, el concepto de sororidad resulta hermosamente simple y complejo a la vez. Por un lado, se refiere a la unión entre mujeres por una causa común, pero a su vez, implica una profunda empatía por la otra, respeto por su camino de vida y lucha activa por sus derechos, que se conjuga con un apoyo en todos los ámbitos, desde lo personal y educativo, hasta lo laboral y social.
Es un término que invita a pensar en la otra e innegablemente te invita a reconectarte con tu esencia, a reconocer partes de ti en otras mujeres, a honrar el camino que otras ya han transitado y a aquellas que lo transitarán después de ti.
Aunque muy sonada, la sororidad no se trata de una tendencia, se trata de un compromiso a largo plazo y la voluntad para lograr un cambio, por las mujeres que estuvieron, las que están y las que vendrán. Independientemente de las diferencias que existan, practicar el compañerismo y sobre todo, enaltecer un deber prácticamente implícito: asegurarnos que ninguna se quede atrás.
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