lunes, 27 de diciembre de 2021

Cholitas Escaladoras: “Las mujeres podemos llegar muy lejos en la montaña”

«Les decíamos a los guías hombres que queríamos subir a las montañas y ellos contestaban: “¡Qué van a poder!”». Así empezaron su andadura las Cholitas Escaladoras de Bolivia, un grupo de mujeres que ha conquistado una cima detrás de otra y se ha ganado el respeto de los montañeros de su comunidad.

Las bolivianas Ana Lía Gonzáles Magueño (33) y Teodora Magueño (53) son madre e hija. Viven a 4000 metros en la ciudad de El Alto, pero nosotros coincidimos con ellas en el Festival Górski de Polonia, donde acudieron para hablar de sus proyectos de montaña. Llegar hasta donde están les ha costado mucho trabajo, pues las cimas nunca han sido un lugar de fácil acceso para las mujeres de Bolivia. No obstante, decidieron hacer bandera del su atuendo tradicional (la falda o pollera) y desafiar con ella a los que decían que no podían llegar a las cumbres.

¿Quiénes formáis el grupo de las Cholitas Escaladoras?
Ana Lía (AL):
 Un grupo de mujeres que vestimos la pollera, la ropa tradicional de nuestro departamento de La Paz, en Bolivia, para subir a la montaña. Lo hacemos porque queremos llevar en alto nuestra ciudad y nuestra identidad, aunque vestimos una mezcla: nos ponemos también un poco de ropa de montaña como el buzo térmico, la chaqueta de pluma y todo el equipo.

¿No es incómodo escalar con falda?
Teodora (T): La pollera en altura no es siempre cómoda pero nos damos la forma para llevarla. A la vez, del frío, nos cubre.

AL: Ya estamos un poco acostumbradas a subir con ella, pero siempre estamos pendientes porque tenemos un doble trabajo: cuidarnos nosotros, hacer bien las técnicas de cramponaje y de escalar, y a la vez cuidar de no enganchar la tela con el crampón. En los lugares donde hay más pendiente estamos más concentradas pero ya después no, subimos tranquilas.

«Quería subir a hacer la cumbre para ver qué se siente allá arriba»

¿Cómo empezó el grupo que tenéis?
T: Yo he empezado a trabajar como cocinera de alta montaña y otras han empezado como porteadoras. Nosotras nos quedábamos en el campo base y cuando bajaban los turistas, bien alegres o bien tristes, uno mismo quería subir a hacer la cumbre para ver qué se siente allá arriba y por qué bajaban así. Entre nosotros hablábamos porque no sabemos qué hacen allá arriba, esa curiosidad teníamos. Les decíamos a los guías hombres que queríamos subir y ellos contestaban: “¡Qué van a poder con las polleras que llevan! Para subir a la cumbre no tiene que estar ni una cuerda colgada, ustedes no pueden!”. Y nosotros siempre insistíamos. Nos decíamos, ¿por qué no hacer la prueba y subir? Y de esa forma hemos subido a la montaña.

¿Cuál fue la primera?
AL: La primera vez que hemos subido fue al Huayna Potosí (6088 m) y era un experiencia única. Recuerdo que hemos ido en un grupo de unas once señoras y era difícil, fue muy duro llegar hasta la cumbre, y de bajada era más, pero era una experiencia única. Algunos hemos pensado que iba a ser la primera y última vez, pero después nos hemos animado a subir otra montaña y otra y otra y así hemos llegado a conquistar varias en Bolivia por arriba de los seis mil metros.

¿Cuáles?
AL: El Huayna Potosí dos o tres veces, el Acotango (6052 m), el Pomarapi (6000), el Illimani (6462) y el Sajama (6542), que es la montaña más alta de Bolivia.

¿Qué pensaban los hombres de vuestras actividades?
AL: No les ha caído tan bien que nosotros hagamos ese deporte. En un principio estaban queriéndonos ayudar, y nos ayudaron mucho, pero ya después parece ser que han pensado que les íbamos a quitar su trabajo y trataban de desanimarnos. “No creo que lleguen demasiado lejos”, decían. Pero no, nosotros ya sabíamos que podíamos y con más fuerza lo hemos hecho.

¿Qué decía tu padre, Ana Lía?
AL: Mi papá es guía de alta montaña y él nos ha apoyado siempre. Le decimos un fin de semana que nos lleve a la montaña y a él no le queda nada más que decir que sí.

T: Al principio no le gustaba porque decía que yo no iba a poder y que era peligroso, que no le gustaría que me pasase algo, que era muy riesgoso. Pero yo iba a la montaña como cocinera y muchas veces me quedaba sola en lugares vacíos porque ellos salían a las dos de la mañana y yo tenía miedo. Le decía: «No quiero quedarme solo, quiero ir junto con usted». Pero no teníamos el equipo para mí. Último, cuando ya vio que hemos subido la primera montaña, ahí ya si me apoya.

«Conquistar la cima porque es algo que te alegra. Es una felicidad bien grande»

¿Vais con guías?
T: Siempre llevamos un guía. Nosotros subimos y ellos vienen delante o detrás como cuidando, pero nosotras ya sabemos encordarnos, en qué forma subir… Pero siempre tenemos el cuidado de que nos lleve un guía que nos cuide si lo estamos haciendo bien.

¿Hay alguna mujer guía en tu país?
AL: Creo que no, son solo varones.

T: No hemos visto hasta el momento

¿Cuántas cholitas escaladoras sois?
AL: Actualmente seis cholitas somos las que estamos más activas. Las otras han tenido sus esposos y y sus bebés y, como el trabajo es un poco duro, lo han ido dejando.

¿Qué es lo que más os está costando?
AL: Tal vez lo más técnico, subir las paredes de hielo, último hemos ido a practicarlas en el glaciar y eso era un poquito difícil. También conseguir el material, hasta ahora no tenemos equipo totalmente nuestro, sino cosas que nos han prestado que son bien viejitas.

¿Qué os dice la gente cuando os ve subir vestidas de cholitas?
T: Nos preguntan si estamos subiendo a la cumbre y les decimos que sí, y entonces dicen: «Qué lindo. Foto, foto”. Siempre les gusta sacarse fotos con nosotras.

¿Qué es lo que más os gusta de subir montañas?
AL: A mí me gusta el paisaje, ver el amanecer, y en la noche ver el cielo lleno de estrellas. Y sobre todo conquistar la cima porque es algo que te alegra. Es una felicidad bien grande. Cuando alcanzamos la cima entre toditas nos abrazamos. Es algo en lo que tal vez tiene que ver la Pachamama, nosotros creemos mucho en la Pachamama y en los achachilas. Poder llegar a la cumbre y ver el paisaje desde arriba como si estuviéramos en el cielo es algo que nos regalan.

¿Hacéis ofrendas antes de subir?
T: No hacemos una ofrenda muy grande pero siempre llevamos nuestra coquita y nuestro alcoholcito. Pedimos el permiso del achachila y de la Pachamama. Les decimos que queremos subir y que nos cuiden de todo lo malo. En montañas grandes como el Sajama sí llevamos una ofrenda para pedir porque más alta y más poderosa.

«Yo les diría a todas las mujeres que hagan montaña»

¿Cómo conseguís el dinero para pagar las expediciones?
AL: Siempre ha sido difícil porque tenemos que costearlo todo: pasaje, alimentación, el equipo, los guías. Quizá ellos menos porque pueden colaborar en su tiempo libre o cuando no tienen mucho trabajo, pero lo demás sí ha sido complicado.

T: Por eso no pudimos seguir con nuestro deseo de conquistar montañas. Primero hemos hecho las que se podían si gastar mucho, y el Sajama no podíamos porque era la más alta y costosa. Pero una amiga nos ayudó.

¿Y cómo fue subir el Sajama?
AL: Fue la montaña más dura. Hemos dormido dos noches en carpa en el campo base, luego en campo alto y de ahí a la cumbre. Ha sido una experiencia muy dura, el Sajama es un volcán y tenía penitentes, así que había que hacer doble esfuerzo. Han sido muchos días de trabajo pero hemos podido. Después de conquistar la cima hemos llegado muy muy cansadas al campo alto.

¿Vivís a 4000 metros. ¿Notáis la altura al subir montañas?
AL: En Sajama hemos sufrido un poco de dolor de cabeza pero más nada. El aire está un poco contaminado porque todo ese sector son volcanes. En Huayna Potosí, nada, el aire es muy puro.

¿Cómo es subir madre e hija?
AL: Es bien bonito, yo nunca me he imaginado. Tal vez sí pensaba con mi papá, pero con mi mamá nunca. Hemos subido la primera vez y no podía creer que estuviera con ellos. Me siento como una niña en la montaña porque siempre me están cuidando.

¿Quién es más fuerte de las dos?
AL: ¡Ella! [risas]
T: Por el momento, pero yo creo que después ya mis hijos van a ser. Ojalá Diosito me dé más fuerzas porque me gusta seguir conquistando montañas.

¿Qué consejo daríais a otras mujeres interesadas en subir montañas?
AL: Yo les diría a todas las mujeres que hagan montaña, este deporte tan bonito y tan sano en el que uno se divierte. Que lo hagan, aunque en algún momento han tenido miedo de ir . Que no lo piensen, las mujeres podemos llegar muy lejos.



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