martes, 1 de marzo de 2022

Mujeres de Ciencia

 

La Doctora Spider y la diversidad de público en sus charlasa Spider y la diversidad de público en sus charlas

Imaginemos una gira, unos cuantos bolos, sobre arañas y cómo funcionan sus cerebros. Ya el título sugiere unas charlas interesantes, pero es conveniente extender el alcance de las ponencias y, a ser posible, variar los escenarios. La doctora Fiona Cross comparte sus experiencias y aventuras con sus pequeños artrópodos, divulgando sus investigaciones. Para esta aracnóloga de Nueva Zelanda, es evidente que se invita a menos mujeres que hombres a dar charlas y esto no ocurre sólo en las mejores universidades de Estados Unidos. La invitaron a dar una serie de conferencias en la Universidad de Alberta, en Canadá, interesados por su investigación; Fiona estudia a las arañas, incluso se hace llamar Doctora Spider, pero antes de dedicarse a ellas, gritaba cuando veía una y le provocaban ataques de pánico. En la actualidad su fascinación por los arácnidos no tiene límites como podemos ver en este vídeo.

Su investigación se centra en los saltícidos de la región del lago Victoria en el este de África. Una de estas especies, Evarcha culicivora, se especializa en alimentarse indirectamente de sangre de vertebrados al cazar a los mosquitos portadores de sangre como su presa preferida.

Estos estudios le dieron la posibilidad de profundizar en la cognición animal. Las arañas ponen de manifiesto la atención selectiva, la planificación, la violación de las expectativas y la cognición numérica. La mirada de Fiona es muy novedosa porque tradicionalmente, estas hipótesis se verificaban en animales grandes.

Mediante el uso de depredadores en miniatura, podemos obtener una mejor comprensión de lo que son capaces de hacer los cerebros diminutos, que cabrían sin problema en la cabeza de un alfiler.

La profesora Cross divulga estas investigaciones no sólo con sus publicaciones sino a través de medios de comunicación dirigidos al público en general, a través de charlas en Canadá, Estados Unidos, Eslovenia, Reino Unido, Kenia y Nueva Zelanda.

Pongamos a nuestra imaginación a trabajar y pensemos en Halloween. A mediados de octubre ya no queda un resquicio en casas, centros comerciales y algunos otros lugares de ocio sin decorar con estos animalitos de ocho patas. Octubre es un gran mes para las arañas. En todo Canterbury, a medida que el clima va siendo más cálido, la gente se alegrará de que sea más fácil secar la ropa, pero es posible que noten otro cambio: las arañas aparecerán en las casas de Nueva Zelanda, como observó la doctora Cross.

Si nos dicen que aumentará el número de arañas en cierta época quizá muchos quedemos desconcertados y a la expectativa, pero tener más arañas a nuestro alrededor es, de hecho, algo bueno. El número de insectos también aumenta durante los meses más cálidos y, sin las arañas, nuestro mundo estaría plagado de insectos. Las arañas son excelentes para controlar esto. Es importante que las dejemos hacer su trabajo.

Fiona comenta en su blog que de las arañas que encontramos, las saltadoras podrían ser las más cercanas. Esta es la familia más grande de arañas (con más de 6 000 especies descritas) y se encuentran en la mayor parte del mundo, incluido el Everest. La mayoría de las arañas saltadoras no construyen redes para capturar presas, sino que las buscan de forma activa. Tienen una vista excelente que les ayuda a localizar su próxima comida. Pero aunque son depredadoras incansables y certeras, son inofensivas para nosotros. De hecho, sus dos ojos grandes, junto con sus seis ojos más pequeños, las hacen, quizá, sólo quizá, atractivas. Tal vez incluso bonitas.

Hay muchas de estas arañas, como la pavo real de Australia, que tiene muchos colores, pero otras especies no son tan coloridas y predomina el marrón. Fiona indica una manera precisa para no confundir a estas arañas saltadoras con otras: si la araña se gira y te mira con sus dos grandes ojos al frente, sabrás que la araña que has encontrado es, en efecto, una araña saltadora.

La primera araña que Fiona estudió se conoce en Nueva Zelanda como saltarín doméstico, pero ha tenido muchos cambios de nombre científico en pocos años: Euophrys parvula, Trite parvula, Hypoblemum albovittatum y, actualmente, Hypoblemum griseum. Para simplificar, ella los llama Bob. Estas pequeñas arañas marrones a menudo se encuentran caminando en las paredes exteriores de las casas en Christchurch y en muchos otros lugares de Nueva Zelanda. Como muchas arañas saltadoras, construyen nidos de seda en forma de capullo que utilizan para poner huevos y como refugios. Esta especie a menudo los construye en los rincones y grietas alrededor de las casas.

Otra araña que se encuentra también en las casas de Nueva Zelanda es Helpis minitabunda. Se introdujeron desde Australia y se observaron por primera vez en Auckland en 1972. El macho es bastante diferente de la hembra, tiene un color más oscuro, pero los dos pueden identificarse fácilmente porque son arañas más grandes y delgadas con patas largas.

Si miramos con atención en jardines y parques es posible que encontremos otras especies de esta familia de saltadoras. Un ejemplo es Trite planiceps. Esta es la especie de araña saltadora más grande de Nueva Zelanda y se encuentra en las hojas enrolladas de los arbustos de lino.

En este vídeo se la ve buscando esta araña, en el programa infantil Fanimals en junio de 2019.

Una prima cercana de Trite planiceps es otra especie de Nueva Zelanda, Trite auricoma. “auricoma” significa “cabello dorado”, y esta especie se conoce comúnmente como la araña saltadora de color dorado. También se puede encontrar en el lino y otras hojas. Estas son solo algunas de las muchas arañas interesantes que se encuentran en Nueva Zelanda, donde vive la Doctora Spider. Y, aunque a las arañas normalmente se les felicita en octubre por Halloween, los aracnólogos lo hacen por otro motivo: para muchas entomólogas y muchos entomólogos, octubre se conoce de forma cariñosa como ‘Arachtober‘, una tradición que comenzó en 2007 en Flickr y se extendió rápidamente a través de numerosas plataformas de redes sociales en todo el mundo. Durante este mes, se comparten muchas fotos de arañas usando el hashtag #Arachtober.

Fiona odiaba dar charlas pero desde hace un tiempo es consciente de que las adora. Sabe que son una oportunidad para compartir el entusiasmo de la investigación sobre las arañas con una sala llena de gente. Cuanto más pensaba en hablar en la Universidad de Alberta, más consideró la idea de ampliar el recorrido por Estados Unidos. Quería llevar su mensaje lejos, difundirlo, porque después de todo, ella procedía de Nueva Zelanda y sabía que su viaje sería largo y costoso. Decidió que optimizaría el tiempo al máximo.

Preguntó por Twitter si alguien en América del Norte estaría interesado en que ella diera una charla en su universidad. Con la ayuda de sus fieles seguidores, esta pregunta fue vista por más de 18 000 personas. Despertó cierto interés, pero ninguna oferta. Esto fue decepcionante y Fiona se desanimó.

No es extraño que Fiona sea la única investigadora de arañas en algunos congresos sobre cognición comparada a los que asiste. Le preguntaron si podía presentar sus arañas en la Universidad de Tennessee y en el Brooklyn College. Antes de que se diera cuenta, estos lugares se añadieron a su itinerario, así como la Universidad de Manitoba, la Universidad MacEwan y la Universidad de Florida. El plan era dar siete charlas más o menos formales, pero también aceptó con entusiasmo hablar en un café científico en Tennessee (Chatt about Science) y le propusieron otro bolo en el Brooklyn College. Se sentía feliz de compartir sus conocimientos sobre procesos cognitivos en las arañas con tantas personas.

Estaba emocionada por lo generosos que fueron todos. En ocasiones, pensaba que la vida como científica era, muchas veces, solitaria, pero la amabilidad y hospitalidad que recibió de tantas personas en estas instituciones le hizo sentir menos sola y también muy apreciada. Incluso fue entrevistada por AnimalCognition.org sobre su gira.

Sin embargo, rápidamente se hizo evidente que estaba haciendo algo más que compartir su pasión por las arañas. La mayoría de sus charlas se realizaron en los departamentos de psicología, pero también asistieron filósofos, entomólogos y otros biólogos, algunos matemáticos, físicos e incluso científicos forenses. Investigadores de otras universidades tuvieron que hacer viajes largos para asistir a las charlas. En otras palabras, las arañas estaban ayudando a unir a las personas y conectando conversaciones y conocimientos de multitud de ámbitos. Estaban fomentando la diversidad.

El viaje de Fiona también nos hace reflexionar sobre las mujeres en ciencia. En esta etapa de sus carreras profesionales, es una suerte tener tiempo para hacer giras. Aunque no se tenga claro el propósito final de una investigación o de una carrera científica, lo que si es evidente es que la comunicación científica es esencial y que una gira de conferencias es una experiencia muy enriquecedora. Por supuesto, muchas personas no pueden darse el lujo de pasar semanas de gira, pero siempre hay que buscar la oportunidad de divulgar. Hay muchas cosas que podemos ganar al hacerlo; por un lado, todos necesitamos sentirnos apreciados por nuestros compañeros y nuestra audiencia. Además, una diversidad de oradores ayuda a fomentar una diversidad de pensamientos e ideas.

Fiona conoció a muchas personas interesantes a lo largo de su viaje, disfrutó especialmente las conversaciones con las alumnas en los diferentes lugares que visitó. Como mujer científica, pretende ser una fuente de inspiración para ellas. Hay muchos desafíos a los que enfrentarse como investigadoras, pero es importante celebrar los éxitos cuando aparezca la ocasión.

Podemos seguir a Fiona en Twitter, y puede que así aumente nuestro aprecio por las arañas, ¿o nos parece demasiado utópico cambiar una fobia por una amiga de ocho patas?

La tesis de Fiona Cross es tan inspiradora que no me resisto a adjuntar la introducción de su primer capítulo:

Esta tesis es un estudio de los procesos subyacentes a la atención selectiva en Evarcha culicivora, una araña saltadora (AraneaeSalticidae) del este de África. Cómo sucedió esto, es una historia en sí misma. De hecho, es una historia llena de misterio e intriga, donde tanto el principio como el final son poco convencionales, por decirlo en pocas palabras. Para contar con todo su impacto esta historia, se requiere un estilo de escritura poco convencional tanto al principio como al final de esta tesis.

Nunca en un millón de años pensé que estudiaría arañas para mi doctorado. Elefantes tal vez, o definitivamente, caballos, pero ¿arañas? ¡Me aterrorizaban! Cuando tenía cinco años, mi maestra nos mostró una foto de un katipo y nos advirtió que no nos acercáramos a uno porque nos podrían morder. Nunca antes había pensado en que las arañas pudieran morder a las personas, y la sola idea me asustó mucho. A partir de entonces, en mi mente, cada vez que veía una araña, tenía una raya roja en el abdomen y me iba a lastimar, por lo que siempre gritaba y salía corriendo cuando veía una. Muchas de mis aventuras infantiles en el jardín en Tauranga (Nueva Zelanda), en busca de insectos, se estropearon por la mera presencia de arañas. Sin embargo, cuando tenía unos 10 años, sumé dos y dos: nunca me había picado una araña y soy mucho más grande que ellas. Si puedo dejarlas en paz, ¿seguramente ellas pueden dejarme en paz a mí? Lo probé, y funcionó durante un tiempo. Pero luego me di cuenta de que no podía olvidarlas.

Acabé estudiando las arañas por el camino difícil. No solo tuve que lidiar con el miedo a ellas a una edad temprana, sino que también pensé que eran aburridas. Comencé en Canterbury con la esperanza de estudiar psicología y zoología, pero esos planes se desvanecieron cuando tuve que repetir varias asignaturas de zoología en mi primer año y decidí que nunca volvería a estudiar zoología. Continué con la psicología, que me pareció muy interesante, pero vi a mis amigos continuar con la zoología y parecían divertirse. Un día vi a uno de ellos leyendo un artículo sobre arañas saltadoras y le pregunté por qué lo hacía. Cuando respondió que las arañas saltadoras son interesantes, le dije con firmeza: «¡No, no lo son!» Después de todo, ¿qué puede hacer una araña saltadora? Son animales pequeños, lo que significa que tienen cerebros pequeños. ¿Cómo va a ser posible que hagan algo que sea muy interesante?

Bueno, alguien en zoología (como era habitual por entonces) me permitió saltarme los requisitos previos para su asignatura de Comportamiento Animal de tercer año. Era la única materia que siempre había esperado poder hacer, por lo que tener la oportunidad de estudiarla fue un sueño hecho realidad. Lo sorprendente de esas clases fue cómo me abrió los ojos a las cosas que pueden hacer los animales, incluso los animales que pensé que eran aburridos. Muy pronto, estaba aprendiendo sobre una especie de araña saltadora, Portia fimbriata, que podía tirar de la seda de otra telaraña para engañarla y hacerle creer que una presa había caído en su telaraña, para que se acercara a donde estaba Portia. esperando, y más cerca de las fauces de la muerte. Para mi asombro, Portia también cogía desvíos para alcanzar una presa, incluso si no podía ver esa presa durante parte del camino. Claramente había algo haciendo tictac dentro de estos animales. No hace falta decir que cuando fui a mi casa en Tauranga ese verano, estuve muy ocupada en el jardín buscando a otros miembros de la familia de Portia.

Por extraño que parezca, cuando conocí a mis propias arañas de estudio en el laboratorio por primera vez, en realidad fue una experiencia bastante decepcionante. Las arañas a las que me refiero son Evarcha culicivora, una especie de araña saltadora de la región del lago Victoria en el este de África. Suena impresionante, pero estas arañas son pequeñas y no se ven mucho. Los machos y las hembras son de tamaño variable, pero en promedio miden solo unos 5 mm de longitud corporal. Tampoco es su color muy emocionante. Si tuviera que imaginar una araña saltadora de los trópicos, me gustaría que fuera algo de un color iridiscente deslumbrante que brillara como una joya, no las pequeñas arañas marrones que vi frente a mí. Los machos tienen caritas rojas y pequeños mechones de cabello blanco alrededor de sus rostros, pero eso fue completamente imperceptible para mí en la primera reunión. Deben perdonarme por juzgar a una araña por su aspecto, pero pronto me di cuenta de que había mucho más que aprender sobre estas arañas de lo que parecía.

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