Violista y músico de orquesta, la caraqueña Jhoanna Sierralta se ha formado en el marco del Sistema de Orquesta en Caracas, que el maestro José Antonio Abreu fundó en 1975 con el objetivo de convertir el aprendizaje de la música en política de Estado. "El maestro comenzó con un grupo pequeño de músicos en el que explicó su visión de lo que iba a ser el Sistema de Orquesta en Venezuela" explica Jhoanna a Público. "De aquel proyecto inicial que empezó como algo pequeño, ahora son un millón y jóvenes involucrados, y también sus familias y comunidades, cada día va creciendo más".

"La música no puede solamente tener el objetivo de ser tocada, si no tocamos para mejorar el mundo o alguna parte de la sociedad, no tiene sentido hacer música"

Sin duda el papel de Abreu ha sido fundamental a la hora de garantizar las ayudas gubernamentales y privadas a un proyecto que, desde el comienzo, aspiraba a llegar en los barrios más humildes, para ofrecer a los niños en riesgo de exclusión social nuevos horizontes de vida. Aunque el Sistema –como comúnmente viene llamado–, tiene una mirada mucho más inclusiva, nos explica la directora: "Yo he estado allí muchísimos años y nunca he tenido problemas familiares o he estado en riesgo social. El Sistema de Orquesta es un sistema de inclusión social, si me encargo solamente de los niños pobres también estoy excluyendo a otros".

Gracias a su fundador el proyecto ha podido expandirse internacionalmente, sobre todo acogiendo a ilustres directores como los italianos Claudio Abbado y Giuseppe Sinopoli, o el argentino Daniel Barenboim. Al oír el nombre de Abbado la mirada de Jhoanna se enciende: "El maestro Abbado era una persona muy cercana y amable, podías incluso cenar con él y hablar de cosas que no tenían nada que ver con la música. Las primeras veces que iba llorábamos, era una persona que solo veías en vídeo y de repente lo tenías ahí todos los días. Lo vamos a recordar sobre todo por el apoyo que le dio al Sistema, fue una persona que generó oportunidades y nos dio visibilidad en festivales importantes como el Festival de Lucerna".

l boom de las mujeres directoras

A lo largo de los años, el Sistema se ha expandido a otros continentes hasta llegar a constituirse un Sistema Europe Youth Orquesta (SEYO), que el pasado jueves ha rendido homenaje a las jóvenes generaciones de músicos con un concierto en el Auditorio Nacional de España. Y si la programación preveía a compositores rigurosamente clásicos y europeos, tampoco faltaron chispas musicales de un repertorio más popular y moderno. Hacía falta el son caribeño de Jhoanna Sierralta para despertar los ánimos de nuestra vieja y desconsolada Europa. Ya que si bien la caraqueña confiesa admirar la tradición musical europea, y en particular a Mahler y Tchaikovski, el vigor y el carisma que trasmite tienen poco que ver con los casposos directores del pasado.

La música es mujer, femenina y singular

Olvídense de una vez por todas del pelo corto y canoso que con rigor se movía al compás de la sutil varita: la música es mujer, femenina y singular. "Ahora hay muchas niñas y jóvenes que se están atreviendo a estudiar dirección", cuenta Jhoanna, el mejor ejemplo es Glass Marcano que trabajaba en una escuela musical en Venezuela, vendía fruta con su familia. La cogieron para hacer un concurso y hoy en día está dirigiendo orquesta en París. Ahora que lo estoy viendo de cerca, porque yo también estoy en el camino de la dirección, estoy gratamente sorprendida de la cantidad de mujeres que hay".

"Si ves la programación de temporada de muchas orquestas profesionales en España, como por ejemplo la Sinfónica de Tenerife que yo misma voy a dirigir el año que viene, hay muchísima presencia de mujeres directoras y muy buenas. Yo nunca me he sentido ni privilegiada ni excluida por ser mujer, pero eso ha sido gracias a un trabajo que se ha hecho históricamente, de otras mujeres que han estado luchando por nuestro derecho de ocupar los mismos espacios que los hombres. Creo que hay un boom, pero ese boom de mujeres que dirigen no llega de la noche a la mañana, llevamos años de preparación y ahora estamos floreciendo", comenta la directora.


La música como compromiso social

"Yo nunca me he sentido ni privilegiada ni excluida por ser mujer, pero eso ha sido gracias a un trabajo que se ha hecho históricamente"

El Sistema fundado por Abreu y que ha ido acumulando fuerte prestigio internacional gracias también a la labor de Abbado o del venezolano Gustavo Dudamel –uno de los directores más aclamados del momento–, guardaba en su núcleo un concepto imprescindible a la hora de enseñar música a los niños: la música tiene que ser medio de lucha social. Algo que Jhoanna Sierralta ha aprendido muy bien siendo alumna de Abreu, ella misma lo cuenta a Público: "La figura del director está empezando a cambiar. El maestro Abreu nos decía siempre que la perfección no existe, no podemos ser perfectos pero lo que sí podemos hacer es buscar la belleza a través de la música, y esa búsqueda constante es lo que nos va a dar disciplina".

Una belleza que vaya más allá de la mera retribución económica; una disciplina, la de la música, que si bien llega a ser férrea nunca debe olvidar el lado humano de su profesión. "Si un director es capaz de detectar la energía de la orquesta, es un director que al final va a encontrar lo que quiere musicalmente", según Jhoanna, "va a saber cómo y cuándo pedir las cosas, cuándo sacar lo mejor de la orquesta, cuándo soltarla y dejarla sonar, cuándo marcar e imponerse. El director de ahora tiene que ser un director versátil en ese sentido, alguien que logre conectar con las emociones de la orquesta cada día, cada hora del ensayo".

"Antes había mucha distancia, hay gente que dice que los directores eran dictadores", nos comenta. "Yo no me atrevería a decir eso, pero sí había como una barrera. Precisamente lo que estamos haciendo en SEYO es intentar que los niños vean que nosotros somos como ellos y así puedan disfrutar mucho más de la música. La música no puede solamente tener el objetivo de ser tocada, si no tocamos para mejorar el mundo o alguna parte de la sociedad, no tiene sentido hacer música. La música, al igual que todas las artes, lo que busca es embellecer. Creo que los directores, consciente o inconscientemente, siempre van a buscar la excelencia musical para emocionar al público, para que se vayan queriendo ser mejores personas".