lunes, 31 de agosto de 2020

Liderazgo Femenino

Liderazgos femeninos en medio de la crisis del Covid

Por: Mia Perdomo CEO de Aequales

Mucho se ha discutido sobre el liderazgo de las mujeres dirigentes mundiales versus el de los hombres dirigentes mundiales de cara a la crisis causada por la pandemia del COVID- 19.
La semana pasada puse una foto con cifras en Twitter en la que se demuestra claramente que algunos de los países que tienen mujeres dirigentes tienen cifras muchísimo más bajas de mortalidad por COVID-19 que muchos de los países que tienen hombres dirigentes. Por supuesto la discusión no se hizo esperar, con cuestionamientos tanto de hombres como de mujeres: ¿es que acaso yo creía que las mujeres inherentemente tenían condiciones que las hacían mejores líderes que los hombres?, ¿acaso yo no entendía la diferencia entre correlación y causalidad?, ¿quería yo generalizar a todas las mujeres y a todos los hombres?, ¿estaba yo tirando mi feminismo por la borda con esa foto?
Aparte del mansplaining recibido, que inunda las redes sociales, me hicieron preguntas muy interesantes, que aprovecho para contestar en este artículo para Mujeres Confiar.
No creo que inherentemente las mujeres y los hombres sean nada en particular, ni tengan ninguna característica particular a su género. Es más, les va a parecer radical mi respuesta: para las feministas (y para los/as cientificos/as sociales) la construcción del género es enteramente sociocultural, por ende como psicóloga sé que ‘ser hombre’ y ‘ser mujer’ no significa nada fuera de un contexto. Es decir, no creo que las mujeres sean ‘inherentemente mejores líderes’ porque no creo que sean inherentemente nada, ni ellas, ni los hombres. Sin embargo, sé también con toda certeza que la cultura es tan fuerte que se encarga de que los hombres y las mujeres no solo se comporten de ciertas maneras rígidas, sino que además tengan o no tengan ciertas capacidades, porque así los educamos culturalmente, porque eso decidimos para los hombres y eso decidimos para las mujeres, explícita e implícitamente.
Cuando somos niños/as, a las niñas se les incentiva en gran medida a crear y cuidar relaciones con los/as demás, a ser prudentes, a proteger los vínculos, a no sobresalir y no sobreponerse a los demás. Cuidar a los/as demás significa pensar primero en éstos y luego en una misma. A las niñas también se les permite expresar sus emociones, corporal y verbalmente, y se les incita a hablar sobre éstas emociones, a elaborarlas, y a elaborar las de los/as demás. Preocuparse solo por una misma no es femenino. A los niños, por otro lado, se les incentiva a liderar, a competir para demostrar su masculinidad, a obtener y resguardar territorio, a contener sus emociones, a tomar decisiones, a ser fuertes, a ganar. Perder y aceptar haber perdido o aceptar la vulnerabilidad no es masculino. Como todo, este tipo de educación tiene tanto pros como contras, para las unas y para los otros.
Resulta que cuando llevamos esto al ámbito del liderazgo femenino adulto, puede pasar que estas características sean apropiadas cuando son capitalizadas para tomar decisiones por un colectivo. Lo que nos han demostrado las mujeres líderes exitosas es que comunican rápido, de manera honesta, y expresan una vulnerabilidad que las hizo de hecho más fuertes desde el inicio, incitando a la unión nacional para afrontar el virus. Están preocupadas por el colectivo, saben que no pueden hacerlo solas, aceptan aquello que no saben, empatizan con su gente e invitan a la ciudadanía a cuidar los unos/as de los/as otros/as. Además, a las mujeres les cuesta tanto llegar a una posición de liderazgo, que las investigaciones demuestran que cuando finalmente llegan están mucho más capacitadas que sus pares hombres, al tener que demostrar siempre ser mucho mejores para ser tenidas en cuenta en cada escalón. El discurso de ‘la guerra contra el coronavirus’ es supremamente masculino y el abordaje de estas mujeres ha sido más del tipo ‘juntos salimos’.
Puede pasar, a su vez, que las características inculcadas en los hombres sobre su liderazgo, les jueguen en contra en algunos de estos casos. La negación del virus, la negación de la vulnerabilidad humana frente a este, no aceptar lo que no se sabe, luego la necesidad de figurar y hacer de superheroes autosuficientes, la terquedad, la falta de escucha y de consenso, todo responde a una masculinidad hegemónica que no ha sido exitosa, ni antes, ni ahora.
Lo que nos dice The Guardian es que hay países con líderes masculinos a los que también les ha ido bien, pero no hay países con líderes femeninos a los que les haya ido mal. El objetivo de la discusión no es dónde encontramos la excepción que desvirtúe este argumento, sino qué nos invita a pensar sobre los roles de género y sobre el liderazgo. Nos da tanto miedo retar el status quo, que preferimos acabar con la posibilidad de que las mujeres, en efecto, seamos mejores líderes o tengamos algo distinto que ofrecer, y que claramente no lo hemos podido hacer por las mil y una barreras que nos impone la sociedad para llegar hasta allá. Pero, ¿y si le damos espacio? ¿Y si estudiamos con juicio los datos que nos brinda esta experiencia universal para deconstruir y reconstruir con mayor equidad, pero además, con mayor inteligencia, utilizando realmente todos nuestros recursos, y no solo los cerebros de la mitad de la población? Esa sí es una pregunta que aporta a la crisis. 
Mía Perdomo es emprendedora y activista. Co-fundadora de Aequales, firma consultora que propende por el cierre de brechas de género en las organizaciones y el liderazgo femenino en Latinoamérica. Co-creadora de PAR, el primer Ranking de Equidad de Género en las Organizaciones y de la comunidad de empresas que propenden por la equidad de género. Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana y magíster en derechos humanos del London School of Economics. Becaria del Programa de Liderazgo Competitivo Global de la Universidad de Georgetown. Actualmente cursando el posgrado ECLA (Emprendimiento y Competitividad en Latinoamérica) en la escuela de negocios de la Universidad de Columbia. Una de los 100 gerentes más exitosos del 2019 según la Revista Gerente. Una de las 100 mujeres transformadoras de Colombia según La Silla Vacía. Una de las Colombianas que Inspiran según la Revista Semana. Una de las 101 personas que están cambiando el mundo del trabajo según la BBC. Columnista en Forbes.

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