ANDREA DWORKIN #FeministaRadical
Andrea Dworkin fue una de las mayores exponentes del feminismo radical y el abolicionismo de la prostitución y la pornografía en la década de 1970 y 1980. Nació el 26 de septiembre de 1946 en el seno de una familia judía sobreviviente del Holocausto por lo que el sentido de justicia social y la paz siempre estuvo presente en su vida. Declaró que las creencias de su madre en torno al derecho al aborto fueron fundamentales en su activismo.
Al principio de sus 20 vivió en ciudades europeas como Creta (Grecia) y Amsterdam (Países Bajos), esta última donde conoció a su primer esposo quien la maltrató emocional, psicológica y físicamente, incluso después del divorcio siguió acosándola.
Por falta de dinero tuvo que prostituirse hasta conseguir cómo volver a Estados Unidos. En ese oscuro momento conoció a la activista Ricki Abrams a través de quien descubrió la corriente radical del feminismo y la obra de escritoras como Kate Millett y Shulamith Firestone. Dworkin prometió a Abrams dedicar su vida al movimiento feminista para hacerlo más fuerte y poderoso, así como trabajar para mejorar la vida de las mujeres en todo el mundo.
Una vez en Nueva York su activismo dio inicio participando en eventos en contra de las guerras, por los derechos de las mujeres lesbianas, siendo parte de grupos de concientización feminista, ejerciendo portavocia en manifestaciones, asociandose en organizaciones como el Instituto de la Mujer para la Libertad de Prensa y por supuesto, escribiendo.
La autora estadounidense Gloria Steinem, quien también es parte del movimiento feminista radical y amiga de Dworkin la calificó como “Una profeta del Antiguo Testamento”, señalando que “Andrea siempre estaba advirtiendo lo que iba a ocurrir”.
Aunque se identificaba públicamente como lesbiana, en 1998 se casó nuevamente, esta vez con el escritor John Stoltenberg quien se identificaba como gay.
La mayoría de su bibliografía está enfocada en la injusticia y el daño institucionalizado y normalizado contra las mujeres basado en el sexo, la necesidad de erradicar el patriarcado como el sistema que domina el mundo y lo urgente de abolir la prostitución y la pornografía.
En uno de sus textos destacó que todos aquellos hombres que cometen actos de violencia machista “no solo quedan impunes, sino que siguen siendo influyentes árbitros de la moral; ocupan lugares elevados y estimados en la sociedad; son sacerdotes, abogados, jueces, legisladores, políticos, médicos, artistas, ejecutivos de empresas, psiquiatras y profesores”.
Además, señaló en varias oportunidades lo vinculado que están la pobreza y la violencia hacia las mujeres porque “cuando las mujeres tienen dinero, pueden hacer elecciones y una de las elecciones que las mujeres pueden hacer es no estar con los hombres cuando no lo desean”.
Visión del feminismo
La autora veía en el feminismo una forma de cambiar por completo la realidad del mundo, defendía la sororidad pero interpelaba a aquellas mujeres, especialmente de derechas, que no creían en el feminismo pues consideraban que no estaban en peligro.
“El feminismo es una práctica política de lucha contra la supremacía masculina en nombre de todas las mujeres. No importa quiénes sean las mujeres individualmente. Todas tienen la misma vulnerabilidad a la violación, a la agresión, como los niños al incesto. Las mujeres más pobres son más vulnerables a la prostitución, que es básicamente una forma de explotación sexual que es intolerable en una sociedad igualitaria, que es la sociedad por la que luchamos”, enfatizó.
Dworkin falleció el 09 de abril de 2005 a los 58 años por problemas cardíacos.
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